Una docena de estados están llamados a votar en la cita más importante hasta ahora de las primarias americanas. Hillary Clinton y Donald Trump se perfilan como los ganadores de la jornada pero su situación es muy distinta.
La carrera demócrata parece decidida a favor de la ex secretaria de Estado, que tiene el respaldo de la dirección de su partido después de sus triunfos en Nevada y Carolina del Sur. Trump, en cambio, aún debe vencer la resistencia que suscita entre líderes influyentes y entre muchos militantes republicanos. Nunca antes ningún favorito fue tan impopular.
Este martes ofrecí algunas claves sobre las elecciones americanas a un grupo de suscriptores durante un desayuno en la redacción de EL ESPAÑOL. Se trataba de analizar lo que había ocurrido hasta ahora durante la campaña y lo que pasará a partir de este miércoles, cuando se recrudecerá la lucha por el poder entre los republicanos que no se resignan a elegir a Trump. Se avecinan días emocionantes en las primarias republicanas. A continuación explico algunas claves que ayudan a explicar lo que puede ocurrir.
1. La revancha de la política.
Barack Obama llegó al poder presentándose como el hombre llamado a suavizar la división entre demócratas y republicanos. Pero durante sus años en la Casa Blanca se ha acentuado la polarización ideológica que sufre el país desde hace décadas.
Estados Unidos es un país partido en dos mitades simétricas y cada vez más enfrentadas en asuntos como el aborto, la economía, el control de las armas de fuego, el cambio climático o la política exterior. Durante muchos años, demócratas y republicanos fueron partidos heterogéneos donde había políticos dispuestos a llegar a acuerdos con el otro partido: demócratas sureños conservadores y republicanos progresistas de estados como Nueva Yokr. Esa zona gris, sin embargo, se ha ido esfumando y eso ha producido una parálisis política que ha propiciado una cierta frustración.
Quien gana las elecciones no puede aplicar su programa porque está maniatado por un sistema político diseñado para evitar el poder absoluto y fomentar el consenso y la negociación. Esa frustración ha potenciado el desencanto hacia la clase política y ayudado a candidatos populistas como Bernie Sanders o Donald Trump.
2. El punto débil de las dinastías.
Estas presidenciales se presentaban como un duelo entre dos dinastías: la de Jeb Bush y la de Hillary Clinton. La candidata demócrata se ha revelado como una aspirante con muchos puntos débiles y el ex gobernador de Florida ha fracasado cuando a priori lo tenía todo para ganar.
Bush había recaudado más dinero que ningún otro candidato y tenía el respaldo de la maquinaria de su familia, que incluye intereses petroleros y personas muy influyentes en Wall Street. Su fracaso es aún más llamativo en un año donde todos esperaban una batalla entre aspirantes gobernadores como Scott Walker, Bobby Jindal, Chris Christie o el propio Bush.
El fracaso de Bush tiene que ver con su ideología, demasiado centrista para un partido republicano cada vez más escorado a la derecha. Pero también es el fruto de la irrupción de un candidato tan inesperado como Donald Trump. El hartazgo que muchos americanos sienten después de años de parálisis política y crisis económica han alimentado un enfado que ha propiciado el ascenso de un ‘outsider’ y el hundimiento del hombre del ‘establishment’ en 2016.
3. La irrupción de Sanders y Trump.
El senador socialista y el demagogo republicano son candidatos muy distintos pero comparten algunas características. Ambos se criaron en los barrios de Nueva York y han construido su candidatura sobre un mensaje populista contra las elites financieras y contra los políticos de toda la vida.
Trump presume de financiar su propia campaña. Sanders, de financiarla por medio de pequeñas donaciones y sin depender del dinero de Wall Street. Es un mensaje que atrae a jóvenes y personas que han sufrido el impacto de la crisis financiera. Miles de personas han perdido sus casas o sus empleos durante estos años. Otros muchos han visto cómo sus salarios permanecían estancados mientras se disparaban las cotizaciones de las grandes empresas y el país iniciaba la recuperación.
El populismo no es un fenómeno nuevo en Estados Unidos. Candidatos conservadores como Barry Goldwater (1964) y progresistas como William Jennings Bryan (1896, 1900 y 1908) ganaron la candidatura de su partido con mensajes similares aunque no llegaron a la Casa Blanca.
4. El impacto del Supermartes.
Los ciudadanos llamados a votar este martes pertenecen sobre todo a estados sureños aunque se celebran también caucus y primarias en lugares como Alaska, Minnesota, Massachusetts y Vermont. Los detalles los explica muy bien Pablo Mayo aquí y la composición demográfica se puede ver en este gráfico de la firma demoscópica Pew.
Los sondeos auguran que la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump ganarán en la mayoría de los estados. Pero es importante conocer el margen de ese triunfo en cada lugar porque los delegados se reparten de forma proporcional. Algunos imponen un umbral del 20% por debajo del cual los candidatos no entran en el reparto. Otros dictan que un aspirante se lleva todos los delegados si alcanza el 50% de los votos.
Al contrario que en Iowa o New Hampshire, esa letra pequeña es importante porque se reparten muchos delegados y muchos empiezan a hacer cuentas sobre todo entre los republicanos, cuyos líderes no se resignan a tener como candidato a Trump.
El margen del triunfo del millonario en el Supermartes ofrecerá algunas claves sobre su futuro. Pero ese futuro no quedará definido del todo hasta otro martes: el próximo 15 de marzo, cuando votan estados tan importantes como Illinois, Ohio, Missouri, Florida o Carolina del Norte. Ese día se eligen 367 delegados y su reparto no es proporcional. Quien gana en cada estado se los lleva todos y eso hace que esa fecha se perciba como el último día en que los republicanos pueden frenar a Trump.
Marco Rubio se perfila como el hombre con más opciones de batir al millonario neoyorquino. Pero para ello necesita concentrar un voto que hoy por hoy se reparte entre aspirantes como Ben Carson, John Kasich o Ted Cruz. ¿Darán un paso atrás esos candidatos?
Es muy probable que Carson se retire en las próximas horas. Al fin y al cabo, sus números están estancados desde hace meses y los próximos estados no le favorecen. El adiós de Ted Cruz no es tan evidente: dependerá de los resultados que logre este martes y de su percepción de la amenaza de Trump. John Kasich ha anunciado que no abandonará al menos hasta las primarias de Ohio, el estado donde gobierna desde 2010.
Hoy por hoy Trump es el favorito indiscutible de las primarias. Su candidatura sólo descarrilará si Kasich o Rubio emergen como una alternativa en los próximos días ganando sus respectivos estados: Ohio y Florida.
Expertos como Larry Sabato empiezan a sugerir que ambos candidatos podrían forjar una alianza (y un ticket) para frenar al millonario neoyorquino en los próximos días. Otros alertan sobre la posibilidad de que este año se celebre una convención abierta. Es decir, una convención en la que ningún candidato llegue con más del 50% de los delegados y haya que recurrir un candidato de consenso o a una segunda o una tercera votación.
Son escenarios que no hemos visto en las últimas décadas pero todo es posible en el año de Trump.
Eduardo Suárez es autor junto a María Ramírez del libro 'Marco Rubio y la hora de los hispanos', que se puede descargar aquí.