Bruselas

La Unión Europea deportará a Turquía a todos los migrantes y refugiados, incluidos los sirios, que lleguen a las islas griegas a partir del próximo domingo 20 de marzo. Es el acuerdo que han sellado este viernes los jefes de estado y de gobierno de los 28 con el primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, que tiene como objetivo frenar la llegada de demandantes de asilo.

 

El pacto estipula que cada caso se tratará de forma individual y que no habrá expulsiones colectivas, tal y como han reclamado todos los partidos políticos españoles. Pero el resultado final será el mismo. Tras un breve examen, todas las peticiones de asilo serán declaradas inadmisibles, sin examinar la sustancia, porque la UE considera que Turquía es un país seguro para los refugiados. Y se devolverá a los sirios y al resto de migrantes a territorio turco.

 

Los líderes europeos alegan que este acuerdo destruirá el modelo de negocio de los traficantes de seres humanos y abrirá nuevos canales de migración legal. Por primera vez se introduce la fórmula “uno por uno”. Por cada sirio que se devuelva a Turquía desde las islas griegas, los países de la UE se comprometen a acoger a otro sirio directamente desde los campos turcos. Pero este esquema tendrá un límite: 72.000 refugiados. Si se sobrepasa esta cifra, el mecanismo se interrumpirá automáticamente por considerarse que no ha funcionado, según recogen las conclusiones.

Concesiones a Turquía

 

Como contrapartida por hacerse cargo de los refugiados que llegan a la UE, Turquía ha logrado buena parte de lo que pedía. Bruselas pagará hasta 6.000 millones de euros, es decir, el doble de lo que se acordó el año pasado. Este dinero se destinará a ayudar a los sirios que residen en territorio turco. Ankara exige que se acelere su desembolso y por eso está previsto que en una semana se presente ya una amplia lista de proyectos en los que gastar el primer tramo de 3.000 millones.

 

La concesión más importante para Davutoglu es que se adelanta al próximo mes de junio el fin de la exigencia de visados para los ciudadanos turcos que viajen al espacio Schengen. Es decir, que los turcos se ahorrarán mucho tiempo y burocracia para viajar a Europa. En teoría, Ankara tiene que cumplir los 72 requisitos previstos en la legislación comunitaria. En la práctica, el aval político de los líderes europeos facilita mucho las cosas.

 

En lo único en lo que no han cedido los líderes europeos es en la pretensión de Davutoglu de aislar a Chipre. La UE acepta acelerar las negociaciones de adhesión de Turquía, pero no se abrirá ninguno de los capítulos que bloquea el Gobierno de Nicosia en protesta porque Ankara no reconoce su existencia. En su lugar, se iniciarán las conversaciones sobre un apartado que no es polémico, el referido a las disposiciones financieras y presupuestarias.

 

El acuerdo entre la UE y Turquía ha sido cuestionado por la mayoría de organizaciones humanitarias e incluso por Naciones Unidas, que creen que podría vulnerar el derecho de asilo. Además, los expertos dudan de que el enorme despliegue logístico necesario para realizar las deportaciones masivas y la acogida de refugiados turcos pueda llevarse a la práctica. Sobre todo por las carencias del sistema de asilo de Grecia y el fracaso de la UE en el reparto de refugiados o en la repatriación de irregulares.

La coreografía de la cumbre

Este acuerdo con Turquía es un empeño personal de la canciller alemana, Angela Merkel. Su política de puertas abiertas a los refugiados sirios ha chocado con el rechazo de la mayoría de sus socios europeos y con una fuerte resistencia en Alemania e incluso dentro de su propio partido. Para Merkel, el pacto con Ankara era la única manera de frenar la llegada de migrantes. Por eso, la semana pasada negoció con Davutoglu a espaldas del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. Y en la cumbre del 7 de marzo presentó al resto de socios un principio de acuerdo que, pese a la sorpresa inicial, acabó siendo aceptado por todos.

Durante 10 días, Tusk y la Comisión Europea han pulido el preacuerdo para darle una pátina de legalidad. Presionado por el Congreso, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, amenazó el lunes con vetarlo. Pero el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ni siquiera ha amagado con el bloqueo porque considera suficientes las referencias al tratamiento individualizado de cada caso y a la prohibición de las expulsiones colectivas. El principal escollo ha sido el problema de Chipre.

En la primera jornada de la cumbre, el jueves, los jefes de estado y de gobierno discutieron entre ellos, sin la presencia de Turquía, su posición negociadora. Alcanzaron un acuerdo al filo de la medianoche. Este viernes, Tusk y el presidente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, han sido los encargados de negociar con Davutoglu. El acuerdo ha llegado sobre las 14:00 horas y después ha sido avalado por los líderes de los 28. La cumbre ha terminado con una nueva reunión con el primer ministro turco para sellar el compromiso, con aplausos incluidos.

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