Jira Bulahi nació el 20 de junio de 1965 en El Aaiún, cuando todavía el Sáhara Occidental era una provincia española. A finales de 1975, con nueve años, huyó con sus hermanos de la invasión marroquí en aquella colonia. Llegó unos meses más tarde a Tinduf, en el desierto argelino, donde empezaban a instalarse los campamentos de refugiados que 40 años después siguen siendo el hogar no elegido de 180.000 saharauis.
Este año se cumplen cuatro décadas de la proclamación de la República Árabe Saharaui, un Estado en el limbo entre el no reconocimiento de la mayor parte de la comunidad internacional -incluida España- y su huella en los mapas mundi a veces indicado como territorio ocupado. Naciones Unidas mantiene una misión de apoyo al referéndum de autodeterminación teóricamente acordado pero nunca llevado a cabo que Bulahi reivindica ahora desde su nuevo cargo como representante del Frente Polisario en España.
¿En qué piensa cuando ve la actual crisis de refugiados en Europa?
Es un drama que debe preocuparnos a todos, pero también un proceso que vivimos nosotros desde hace 40 años. Conviene hacer una reflexión sobre esa situación y no dejar que se eternice en el tiempo.
Conlleva de por sí un deterioro de todo: del curso de vida de la gente, de los núcleos familiares, del desarraigo y trastoca todos los parámetros del hábitat, tanto in situ [en Tinduf], de donde procedemos los refugiados [saharauis] como en el territorio donde estamos destinados a integrarnos [la autoproclamada República en la costa sur de Marruecos que la ONU apoya aunque países como España no reconocen].
Es un tema difícil, muchas veces no valorado en todos sus aspectos. Es un tema no elegido, más bien impuesto y hay que darle solución cuanto antes posible mejor.
Usted era una niña de nueve años cuando huyó hacia los campamentos de Tinduf, en el desierto argelino. ¿Qué recuerda de aquella travesía?
Lo que más me marcó toda la vida fueron los bombardeos de napalm y fósforo blanco [denuncia que está juzgando la Audiencia Nacional], hecho [sobre el] que también siempre eché de menos alguna denuncia de un organismo internacional.
También es tener que reiniciar una vida de la nada en una zona inhóspita, desértica totalmente. Los medios de vida básicos como el agua, tienes que perforar o buscarlos a miles de kilómetros cuando tampoco tienes un depósito al que trasladarlo ni con qué. Son cosas que marcan, pero no hay mal que por bien no venga y forjan también la posición de desafío, de sobrevivir… El instinto humano es merecedor de toda admiración, porque luego ves cómo creces dentro de las adversidades.
No hay quien ansíe tanto la paz como quien sufre su ausencia
Pero no deja de ser arrastrar incluso un cambio generacional, tanto el color de la tez, la estatura… todo, todo incide. Es una generación que nada tiene que ver, [porque] es una dieta no equilibrada [que] depende de la ayuda humanitaria, muchas veces irregular e impuntual y muchas veces condicionada por criterios que nada tienen que ver con lo que te depara el destino. Es una guerra injusta, impuesta y un derecho legal internacional que te corresponde consensuada internacionalmente.
Pero aquí estamos todos para subsanar errores. Son humanos y toda obra humana es rectificable y desde la sabiduría conviene siempre colaborar desde las aras de la paz. No hay quien ansíe tanto la paz como quien sufre su ausencia.
Su huida fue en 1976, el mismo año en que su pueblo proclamó la República Árabe Saharaui Democrática. 40 años en los que la ONU reconoce su derecho a la autodeterminación, pero sigue sin ser un país reconocido en numerosos casos, incluida España.
Y la paradoja de que España -independientemente de que sigue sin reconocer [nuestra independencia]- y sigue sin anular tampoco esos acuerdos tripartitos a través de los cuales se hizo la venta de nuestro territorio entre Marruecos y Mauritania, país [este segundo] que firma la paz con el pueblo saharaui el 5 de agosto del 79 y reconoce la República.
Han sido 40 años de construcción, de una visión hacia el futuro, de inversión en el factor humano del que soy una privilegiada -de formarse y retornar a los campamentos- para poder incidir [allí] en la mejora de las condiciones, de la evolución socio-político-cultural y trabajar también en aspiraciones que son de todos los saharauis.
Afortunadamente, han ido sumando también los amigos, que han ayudado a través de todos esos años a aliviar el sufrimiento, deponer el déficit de la deuda. Pero España sigue sin saldar esa deuda histórica, [no así] la ciudadanía, [que ha estado] desempeñando un papel totalmente distinto a lo que los sucesivos gobiernos de España no han podido o querido reparar. Es el único conflicto que España tiene pendiente en su política exterior y es el que más le atañe desde el punto de vista histórico, pero también en correspondencia con esa ciudadanía solidaria [e] incondicional.
¿Cuál es su objetivo como nueva delegada del Frente Polisario en España?
El primer objetivo de todo ente saharaui es poder acelerar una solución definitiva al conflicto del Sáhara que permita a los saharauis decidir y autodeterminarse a través de ese referéndum tantas veces prometido.
Segundo, trabajar en la temática saharaui en todos los ámbitos conjuntamente con el movimiento solidario (...). Poder visualizar la realidad de los derechos humanos. El 1 de marzo 25 jóvenes comenzaron una huelga de hambre. [Están] condenados por tribunales militares a entre 20 años y cadena perpetua [en Marruecos] por el mero hecho de solicitar unas demandas sociales como la cercanía a los hogares de su familia y reivindicar su opción saharauis.
Hay también un activista al que por quinto año consecutivo después de matricularse en la universidad, se le impide continuar sus estudios por ser un activista saharaui (...). Es una lucha pacífica. No han utilizado ningún tipo de violencia. Sin embargo, la respuesta siempre ha sido intransigente, contundente, persecución, torturas…
¿Cree que las huelgas de hambre de los 25 van a servir de algo?
Yo creo que si cuentan con el apoyo de los amantes de la paz y defensores de los derechos humanos, yo creo que sí. En la medida en que ayudamos por lo menos a acercar la solución definitiva pero también a visualizar la realidad que está siendo silenciada durante estos cuarenta años.
Recientemente estuvo el secretario general de la ONU Ban Ki Moon en los campamentos de Tinduf. En Rabat no sentó nada bien esta visita. ¿Cree que va a evolucionar la situación gracias al apoyo a su autodeterminación de Ban?
Debería marcar un antes y un después. Él mismo ha declarado que viene para reactivar este proceso, reanudar las negociaciones directas para llegar a una solución justa, duradera y mutuamente aceptable. De hecho, viene después de una serie de obstáculos de meses de impedir su visita.
Para los saharauis no es una sorpresa la intransigencia del Reino de Marruecos. Se ha apoderado del Sáhara por la violencia, difícilmente entrará en razón. Es la comunidad internacional a la que le corresponde jugar ese papel [y] presionar. La Minurso [Misión de las Naciones Unidas para el referéndum en el Sáhara Occidental] es testigo de las violaciones de derechos humanos (...). Quien constata que no tiene voluntad de cooperar es Marruecos (...). La solución del Sáhara es un factor de estabilidad en la región.
¿Para retomar esas conversaciones de paz con Marruecos hay alguna condición previa del Frente Polisario?
La condición previa ya está estipulada. Hay un plan de paz que comenzó con el cese del fuego el 6 de septiembre del 91. Debía haber culminado en la realización del referéndum. Hay un programa de acercamiento y entendimiento que siempre ha tenido, cada vez que arribamos a un punto acordado dentro de la agenda, los mismos obstáculos y excusas por parte de Marruecos. Son ya 25 años de no voluntad política [por su parte]. Hay enésimas opciones que pasan a través de las urnas y las deciden los saharauis.
Lo que pasa es que en 25 años no se ha avanzado en ninguna dirección. En toda negociación al final tienen que ceder las dos partes. ¿Hay algo nuevo en lo que el Frente Polisario esté dispuesto a ceder?
Yo creo que las líneas rojas ya están. Se ha cedido a que se hace referéndum, cuando para muchos saharauis es un insulto. Sobran evidencias que visualizan qué quieren los saharauis como opción. De antemano se ha concedido aceptar cualquier resultado. Yo creo que más no se les puede pedir a los saharauis.
Aún conservo el Libro de Familia, pero no tengo pasaporte español. Prefiero que reconozcan el mío, el saharaui
Yo creo que las concesiones en este sentido es colaborar [con la Minurso], esperar, no responder con la misma moneda cuando se viola el cese el fuego.
¿En ese referéndum quiénes votarían?
Deberían ser los saharauis partiendo del último censo realizado por la Administración de España en el 75 con las pertinentes rectificaciones que se han realizado ya en el proceso de identificación auspiciado por las Naciones Unidas. [Las cifras son difíciles de concretar, pues aquel censo registró a 74.000 personas, pero la población ha crecido. A los 180.000 que viven actualmente en Tinduf habría que sumarle un número indeterminado -miles- de quienes viven en Marruecos, Mauritania y España, principalmente].
40 años de conflicto y de vida de refugiados. ¿Con qué pasaporte viaja usted?
Los saharauis tienen un pasaporte argelino específico concedido en apoyo a la causa saharaui por parte de la Administración argelina, pero porto también el pasaporte diplomático saharaui no reconocido en el Estado español pero sí en varios países africanos. Aunque soy española de nacionalidad y aún conservo el Libro de Familia, no tengo pasaporte español. Prefiero que reconozcan el mío, el saharaui.