Este miércoles es un día histórico en Myanmar, la antigua Birmania. Después de 54 años de gobierno militar, un civil vuelve a ser presidente. El país lo celebra, Myanmar está de enhorabuena, pero no todo es tan democrático como parece... U Htin Kyaw desde mañana 1 de abril se enfrenta a grandes desafíos como nuevo presidente de la Unión de Myanmar y no con toda la autoridad. Aung San Suu Kyi, líder del partido, quien le ofrece el puesto le hace sombra como superministra.
U Htin Kyaw es una de las pocas personas en las que confía plenamente la Nobel de la Paz y fue elegido por su partido a falta de que Suu Kyi tenga permitido gobernar. Jura el cargo de presidente de Myanmar este miércoles, junto a los demás miembros del nuevo gobierno tras la reciente victoria electoral del partido liderado por la Dama. Una jornada histórica para dejar atrás 60 años de gobierno militar. Pero es un cargo al que llega de rebote, por el que nunca ha estado interesado y para el que su máximo mérito parece ser su lealtad a Aung San Suu Kyi. La Nobel de la Paz se reserva el papel de superministra del gabinete para -como anunció antes de las elecciones– estar por encima del presidente.
Cuando en 1992 Aung San Suu Kyi fue liberada de su arresto domiciliario, los fotógrafos que se concentraron a las puertas de su casa para capturar el momento, se lamentaban de que durante toda aquella primera aparición pública no se despegara de aquel señor que vestía una tradicional camisa birmana inmaculadamente blanca. Nadie se preguntó quién era aquel señor. O al menos no se resolvió públicamente la incógnita.
Sin embargo el pasado día 10 de marzo tras saberse el nombramiento del candidato a nuevo presidente por parte del recientemente constituido nuevo Parlamento birmano, los periodistas buscando en la hemeroteca recuperaron las fotos de aquel día para cambiarle el enfoque. Desde entonces el objetivo de los fotógrafos se centra en él.
Htin Kyaw, 24 años después de aquella liberación de Suu Kyi, sigue vistiendo el mismo tipo de camisa birmana y del mismo color. Durante todo este tiempo ha seguido igual de cerca y de fiel a la persona más querida y admirada en Myanmar. La ahora también líder política llevó a su partido, la Liga Nacional para la Democracia, a ganar las primeras elecciones democráticas de la historia del país. Pero ella no puede ser presidente y para ello cuenta con U Htin Kyaw.
La Dama fue compañera del nuevo presidente en el Instituto Metodista Inglés de Rangún. Aunque sus destinos ya estaban ligados desde mucho antes. Htin Kyaw es hijo del aquí famoso escritor Min Thu Wun, un conocido del General Aung San, artífice de la independencia birmana y padre de Suu Kyi. El señor Min Thu Wun, de hecho, participó activamente junto a Suu Kyi en la fundación del partido con el que su hijo se va a convertir en el primer presidente democrático del país.
¿Quien lo iba a decir?
U Htin Kyaw nunca estuvo interesado por el poder, o eso aseguran los que bien le conocen, entre ellos Thein Swe, su compañero de celda en la prisión de Insein. Allí pasó 4 meses por ayudar a Suu Kyi a viajar fuera de Rangún cuando la Junta Militar se lo tenía terminantemente prohibido.
Thein Swe también asegura “que nunca pronunció un discurso político”. Pero eso cambió el pasado día 21 de marzo, diez días después de su nombramiento, cuando se dirigió por primera vez al Parlamento y a la nación para presentar su plan ministerial.
Como novedades, destaca la reducción del gobierno que de 36 pasa a tener 21 ministerios. La medida pretende ahorrar 5 millones de dólares al año. Para ello no van a reducir el número de funcionarios de la Administración, como había prometido Aung San Suu Kyi durante la campaña electoral, algo que citó textualmente el nuevo presidente. La mención de su nombre no pudo faltar en el discurso.
A pesar de todo U Htin Kyaw tiene muy buen pedigree en un país donde la casta es muy importante, y ha recibido una muy buena educación, algo que le distingue y le ha hecho moverse siempre en las altas esferas. Tras su nombramiento numerosas fueron las muestras de apoyo por parte de la élite intelectual del país.
El famoso historiador y escritor Thant Myint U diría que su nombramiento se debía a “su inquebrantable integridad”. Aung Zaw, el redactor jefe del semanario Irrawady, bastante crítico con el Aung San Suu Kyi, escribiría en Twitter “al igual que sus camisas blancas preferidas, Htin Kyaw está limpio y no tiene marcas de corrupción que tiñan su respetado, aunque poco conocido, nombre”.
Estudió económicas en la por entonces Rangún, cuando era capital del país, e Ingeniería Informática en Londres. De vuelta al país trabajó como funcionario casi 20 años entre el Ministerio de Industria y de Asuntos Exteriores, puesto del que renunció para ocuparse de la Fundación Daw Khin Kyi.
Durante los últimos años ha sido el director de dicha fundación que lleva el nombre de la madre de Aung San Suu Kyi y con la que realizan obras de caridad desde la circunscripción que encabeza la hoy líder política. Esto les ha hecho incluso más cómplices durante los últimos años y esa complicidad le ha valido para convertirse en su presidente de confianza.
Su mujer, Su Su Lwin, se convierte también en diputada del nuevo Parlamento. Es igualmente próxima a Aung San Suu Kyi. Hija de U Lwin, un ex alto cargo del Ejército que llegó a ser ministro de Finanzas en la década de los 70, éste abandonó el Ejército en los 80 y colaboró también en la fundación del partido de la Liga Nacional para la Democracia.
"Democracia dirigida"
Todo esto le confiere al nuevo presidente de Myanmar un estatus peculiar. Muchos le ven como una simple marioneta en la obra orquestada por la premio Nobel para el nuevo gobierno. Ese nuevo gobierno de hecho nace con una peculiar naturaleza. Todo es diferente en este país. Incluida la democracia, que los militares gustan de llamar “dirigida”.
Sin embargo, “es un momento muy positivo y es sólo el comienzo de la transición. Se han dado importantes pasos y el Ejército parece estar cumpliendo lo prometido. Celebraron las elecciones y están respetando los resultados”. Así lo considera Alberto Cerezo, el representante de negocios de España en Myanmar.
El Ejército de Myanmar, según la Constitución que los propios militares redactaron, se reservan el 25% de los escaños del Parlamento y tres ministerios que consideran claves: Interior, Defensa y Fronteras. A esa peculiaridad, se suma ahora el papel que la directora de orquesta se ha reservado en el nuevo gobierno con 4 carteras. Para los 21 ministerios sólo habrá 18 ministros.
Aung San Suu Kyi, la superministra
Aung San Suu Kyi pasa a ser la superministra de Presidencia, de Asuntos Exteriores, de Energía y Educación en una medida que la mayoría de los birmanos aceptan positivamente. La oposición no lo considera muy democrático y los países extranjeros reaccionan con respeto y con sorpresa.
Valga recordar es su forma de sortear la Carta Magna que los militares adaptaron para impedir la llegada a la presidencia de Suu Kyi con la ayuda de una norma que impide a aquellos nacionales casados con extranjeros o hijos de otra nacionalidad -como es el caso de la Dama- llegar a gobernar.
Cerezo, el representante diplomático español que existe en el país en dependencia de la embajada en Tailandia, comenta que le sorprende la medida pero la ve lógica. “Se sabe que ella va a dirigir el país, así lo anunció públicamente, y ahora se ha reservado los ministerios que considera claves”.
En Educación, con las masivas protestas de estudiantes universitarios que hubo el año pasado se intuye que quiere dirigir la reforma que necesita. En energía tendrá que lidiar con China y la presión que ésta les está imponiendo sobre los recursos naturales. En Asuntos Exteriores podrá representar al país a nivel internacional y además sentarse con el presidente en el Consejo de Defensa y Seguridad Nacional – el máximo órgano de gobierno del país del que participan también los militares. Con el Ministerio de Presidencia la superministra se reserva coordinar el resto de ministerios.
Otra fuente del entorno diplomático que prefiere no ser mencionada sugiere que “acaparar tanto poder arriesga ser antidemocrático y -aunque sabe que Aung San Suu Kyi es una persona muy válida– su capacidad de trabajo tendrá un límite y se teme que la dinámica del nuevo Gobierno conduzca a una cierta inmovilidad con ministros incapaces de tomar decisiones por tener que consultarlo todo con ella”.
Algo similar podría suceder con el presidente. Htin Kyaw ha sido esa persona que siempre ha estado pero nunca se le ha visto. A partir de ahora se le tiene que ver. Él mismo se considera escritor y académico y sus escritos no los firma con su nombre sino bajo el pseudónimo de Dala Ban, un antiguo guerrero Mon, una etnia con la que comparte la mitad de sus orígenes. Esto mismo podría ser la metáfora de su presidencia. Tendrá que firmar expedientes y leyes, aunque tras esa firma inevitablemente se intuye a la Dama.