Si vota quedarse en la UE en el referéndum del 23 de junio, Reino Unido tendrá “lo mejor de los dos mundos”, defiende el primer ministro británico, David Cameron. Gracias al traje a medida que negoció en febrero con sus socios comunitarios, Londres disfrutará los beneficios económicos y en materia de seguridad de estar en Europa y quedará fuera de lo que no le gusta: las fronteras abiertas, los rescates o el euro. Los partidarios de irse alegan en cambio que Bruselas es en realidad una camisa de fuerza que impide a los británicos asumir el control sobre sus propias decisiones.
La concatenación de crisis que vive la Unión Europea en las últimas semanas está proporcionando abundante munición a los partidarios del ‘Leave’ (irse) y acorrala a los que apuestan por el ‘Remain’ (quedarse). El caos de los refugiados o la descoordinación que han puesto de relieve los atentados del 22 de marzo en Bruselas figuran ahora entre los argumentos centrales de la campaña de los euroescépticos. Incluso las supuestas ventajas económicas de quedarse en la Unión, uno de los principales eslóganes electorales de Cameron, están en duda por los problemas del sector del acero.
¿Impulsarán todas estas crisis la victoria del Brexit el 23 de junio? “Refuerzan el mensaje de los partidarios del ‘Leave’ de que no vale la pena quedarse en un club que está en caída libre”, explica a EL ESPAÑOL Pol Morillas, investigador especializado en Europa del Centro de Relaciones Internacionales de Barcelona (CIDOB). “Su mensaje es que cuanto más agudas son las crisis, más motivos hay para salirse de la Unión y continuar por sí solos. A ellos les beneficia debilitar a la UE para transmitir que hay que irse”, apunta.
La crisis del acero es una de las que mejor refleja las contradicciones de la posición de Reino Unido en la UE. El gigante metalúrgico indio Tata Steel anunció el 29 de marzo su intención de vender por falta de rentabilidad todas sus plantas británicas, lo que pone en riesgo 15.000 puestos de trabajo. Cameron ha dicho que hará todo lo posible para rescatar al sector, aunque descarta la nacionalización y admite que no puede dar garantías de éxito. Cualquier ayuda pública será vigilada por la comisaria de Competencia, Margrethe Vestager, que ya investiga subvenciones similares en Italia o Bélgica.
Los partidarios del Brexit culpan a Bruselas por encarecer la energía con su normativa medioambiental y no proteger a la industria de las importaciones chinas. “Si votamos quedarnos el 23 de junio, será el final de la industria del acero en este país. Debemos dejar la UE”, ha escrito en su cuenta de Twitter el líder del Partido por la Independencia de Reino Unido, Nigel Farage.
La realidad es que Reino Unido siempre ha sido el país que más se opone a que la UE imponga recargos arancelarios antidumping a las importaciones de acero y de otros productos que China vende a un precio inferior al coste. Londres ha defendido tradicionalmente la liberalización plena del sector industrial, la restricción de las ayudas públicas y los objetivos de reducción de emisiones.
Terrorismo y refugiados
“Dejar Europa pondría en riesgo nuestra seguridad nacional”, proclamó el primer ministro británico tras el acuerdo con sus socios en febrero. La seguridad iba a ser uno de los argumentos centrales de su campaña. Pero tras los atentados de Bruselas, los euroescépticos le han dado la vuelta. Sobre todo por los fallos de seguridad de Bélgica y la falta de coordinación entre los países de la UE a la hora de luchar contra el terrorismo.
El líder del UKIP no ha dudado a la hora de usar la masacre en la capital de la UE en favor de sus tesis. “Teniendo en cuenta la clara amenaza del Estado Islámico, la idea de que las fronteras abiertas de la UE nos hacen más seguros es una locura. Reino Unido estaría mucho más seguro fuera de la UE”, ha escrito.
Pero incluso el ministro de Justicia británico, el tory Dominic Raab, sostiene tras los atentados de Bruselas que “son las reglas de la UE sobre libre movimiento de personas las que nos obligan a importar riesgos a Reino Unido”. El primer ministro ha dado libertad a los miembros de su gabinete para defender el Brexit. “El reto para Cameron y la campaña del Remain será contrarrestar estos argumentos y demostrar que están más seguros dentro”, afirma el investigador del CIDOB.
Los euroescépticos británicos mezclan el debate sobre el terrorismo con los refugiados y la inmigración, una de las cuestiones que más preocupa a los votantes. Una de las principales concesiones de la UE a Cameron fue un “freno de seguridad” que le permitirá denegar durante cinco años prestaciones sociales a los ciudadanos comunitarios. Los partidarios del Brexit alegan que es insuficiente, que la llegada de migrantes a Reino Unido sigue siendo demasiado alta y que ello supone más riesgos para la seguridad.
Resultado ajustado
De momento, las encuestas dan una victoria muy ajustada de los que defienden seguir en la Unión (51%) frente a los que apuestan por el Brexit (49%), según el promedio de sondeos que elabora la organización What UK thinks. El pronóstico de Morillas es que “como pasa en muchos referéndums ganará el statu quo, que es quedarse”. “Lo problemático es el margen. Las encuestas muestran que es pequeño, y eso significará que no se cierra el debate”, señala.
La campaña para el referéndum en Reino Unido ha pasado a segundo plano en el resto de socios europeos, precisamente debido al protagonismo del resto de crisis que sacuden a la UE. Pero una victoria de los partidarios de irse aceleraría el actual proceso de desintegración comunitaria, que ya ha comenzado con el resquebrajamiento del espacio sin fronteras Schengen.
“Sería la primera vez que un país pide salir. Lo aprovecharían todos aquellos que defienden que es mejor salirse de la Unión, que el refuerzo del estado nación es la solución. Todas las voces que apuestan por una vuelta al nacionalismo como Marine Le Pen en Francia, el partido Ley y Justicia en Polonia o Viktor Orban en Hungría”, apunta el investigador del CIDOB.