Yasmina Khadra reprocha a los países occidentales su “incompetencia” para entender la cultura musulmana y su intervención militar “interesada” en otros países. Asegura que él ya predijo hace dos años que el Estado Islámico se acabaría haciendo un hueco en la caótica Libia tras la caída de Gadafi.
Khadra está harto de que se recuerde que es un novelista argelino (francés de adopción) que fue coronel del Ejército en su país. “Me reduce a una anécdota”, lamenta el autor de La última noche del Rais (Ed. Alianza Literaria) en esta entrevista con EL ESPAÑOL.
La novela recientemente publicada en España relata en primera persona los últimos momentos del dictador libio, que murió a manos de opositores tras 42 años en el poder y la intervención internacional liderada por Estados Unidos y Francia en 2011. Reconoce que no ha querido documentarse especialmente para este libro, porque lo que busca es tratar de entender los sentimientos del dictador en aquellos momentos.
Lo cierto es que la experiencia personal de Khadra, cuyo nombre real es Mohamed Moussehoul, ha hecho que los medios recurran a él como ávido analista de la actualidad internacional. No sólo por su experiencia militar en Argelia, sino también por su intento fallido en 2014 para presentarse a las elecciones de su país, donde Buteflika “reina” desde 1999.
¿Qué le impulsó a escribir un libro sobre los últimos momentos de Muamar al Gadafi?
Porque son momentos intensos y quería poner a prueba mi capacidad de traducir las emociones: el miedo, la duda… en palabras. Necesitaba saber si era capaz de encarnar al hombre por quien es, sea un tirano, un ciudadano o un terrorista. Es mi trabajo de novelista.
Ningún sujeto me da miedo. Al contrario, cada vez que me enfrento a algo complejo, intento mejorarme como escritor.
Pero podría haber elegido a otra persona para escribir sobre ella.
No, no. Los otros tiranos no me interesaban: Pol Pot, Stalin, Saddam Hussein… Para mí ellos son criminales. Gadafi es otra cosa. Gadafi es un accidente. No había venido para ser un tirano; había venido para ser un verdadero ciudadano. Un gran ciudadano capaz de ayudar a una nación a desarrollarse, a progresar y a engrandecerse.
Después las circunstancias que rodearon su vida, el mensaje de esta hoja de ruta que era muy bella se transformó en el juego de un personaje detestable y que se convirtió prácticamente en un cliché para muchos.
¿Cómo se documentó para el libro?
No me gusta mucho documentarme. Escribo porque hay cosas que se me escapan, preguntas (…) y es a través de la escritura como intento comprenderlas. Había algunas anécdotas que me habían contado a principios de los años 80 cuando estuve con oficiales libios en Moscú. Hablábamos de nuestros sueños, nuestros ideales. Y es ahí donde aprendí ciertas cosas que no son necesariamente como están contadas en la novela, pero son informaciones que he intentado desarrollar a través de la mentalidad de Gadafi para darle quizá una interpretación muy cercana a la realidad.
La novela es casi un diario personal de Gadafi. ¿Por qué la escribió en primera persona?
Porque para mí era la única forma de entenderle, de no juzgarle. No quería guardar una distancia con él. De esa forma el personaje no me podía interesar. ¿Qué recordamos de Gadafi a parte de [que era] un tirano? Pero no era sólo eso y para descubrir su complejidad desde un ángulo ventajoso, me apropié del personaje.
La única cosa de la que Obama debería arrepentirse es haber aceptado el premio Nobel de la Paz
Obama ha reconocido que su mayor error fue no pensar en el día después del fin de Gadafi.
La única cosa de la que Obama debería arrepentirse es haber aceptado el premio Nobel de la Paz.
¿Y cree que ahora la Unión Europea y Estados Unidos están llevando a cabo una buena política con la situación actual en Libia?
¿Qué situación? ¿Acaso se puede hablar de “situación” en Libia? Nos deberían dar al menos algunas informaciones para que pudiéramos comprenderla. En Libia hay tal caos destruyendo todas las referencias de ese pueblo y amenazando también a los países limítrofes [como Argelia] en África y Europa... ¿Qué van a hacer ahora los políticos europeos que han agredido a este país?
Los políticos europeos que agredieron a Libia no tenían nobleza alguna en el alma
No han sido competentes. Fueron ignorantes, seres que sólo buscaban un beneficio, que no tenían nobleza alguna en el alma, ninguna sensatez, ninguna lucidez, ningún discernimiento y ahí está el resultado.
Afganistán fue el principio de esta campaña devastadora y aún hoy continúa allí, en Irak... ¿Por qué fueron a Libia? Hay una sensación de tragedia humana y de ver a un pueblo maravilloso guiado por personajes de una abyección atroz.
Cuando la comunidad internacional participó en la lucha contra Gadafi (con el liderazgo de Francia y EEUU), ya se sabía que Libia es un país tribal y que ese caos al que usted alude era la consecuencia plausible tras el fin del dictador.
No, no lo sabían. Y nunca comprendieron lo que es un país tribal. No han entendido jamás lo que es una mentalidad musulmana. Nunca han comprendido la cultura árabo-bereber.
Ellos lo que veían era a un tirano al que hacía falta destruir, poner en su lugar a una marioneta al servicio de las necesidades de Occidente con los recursos de Libia [, país rico en petróleo y gas]. ¿Cree que atacaron a un tirano? Para nada. Estaban cegados. Querían tener este espacio vital maravilloso y ahora están descubriendo una realidad que no sabemos a dónde nos va a llevar.
Todas esas guerras: Afganistán, Irak, Siria, Yemen, Libia… No sé a dónde va eso, pero en un momento dado habrá que interrogar a los responsables y exigirles responsabilidades ante un tribunal y meterlos en prisión.
¿A quién?
Pues todos los gobernantes que han participado en la desestabilización del mundo.
Los gobernantes occidentales jamás tendrán la cultura necesaria para comprender a los musulmanes
¿Cree que aquellos en Occidente que dice que no entendían la cultura musulmana están entendiéndola ahora?
No tienen la cultura necesaria para comprenderla. Están metidos en la incompetencia y una aberración intelectual que nos les permitirá acceder jamás a una realidad que se les escapa.
¿Qué piensa que deberían hacer para mejorar?
Creo que deberían dimitir.
Y por ejemplo en las negociaciones de Ginebra para la pacificación en Siria, ¿cree que Estados Unidos y Rusia deben estar presentes?
No creo nada en absoluto. Todo lo que sea política, no creo en ello.
Hace dos años dije que el Daesh se desplegaría en Libia y no me creyeron
Una de las consecuencias del caos en Libia ha sido la expansión del grupo terrorista Estado Islámico allí, que se ha aprovechado de esta situación. Y tienen su bastión precisamente en Sirte, la ciudad natal de Gadafi.
Eso yo ya lo sabía. Hace dos años estaba escribiendo una seria para un canal internacional sobre lo que pasa en África. Entonces dije que el Daesh [acrónimo en árabe de Estado Islámico] se desplegaría en Libia y los productores no me quisieron creer. Decían que exageraba, que no era posible con Al Qaeda por ahí… Y yo dije que Daesh se instalaría en África y Boko Haram [grupo terrorista que opera en Nigeria y países vecinos] se aliará con Daesh.
Eso ha sido exactamente lo que ha pasado. No es una cuestión de fantasía, es una cuestión de conocimiento. O se conoce al sujeto o no, y los políticos occidentales no lo conocen.
¿Qué cree que diría Gadafi si estuviera aquí hoy?
No soy Dios. No sé qué diría. En cualquier caso, dijo lo que está pasando hoy. Dijo: “Ojo, no es mi pueblo el que me caza; es la rebelión administrada por milicias islamistas y rebeldes accionados desde el exterior”. Es exactamente lo que pasa hoy, sea en Siria o Irak.
Gadafi dijo lo que pasa hoy en Siria: una rebelión de milicias islamistas y rebeldes accionados desde el exterior
¿De dónde viene el Daesh? Se habla de él pero no se sabe de dónde sale. ¿Qué es? Un día un ejército bien organizado comenzó a agredir a Irak y Siria. ¿Cómo pasó? Hay algo que se nos escapa. Yo creo que es el nuevo orden mundial.
¿Cree entonces que su libro puede ayudar a los líderes mundiales a entender cómo deben actuar?
No lo creo. En primer lugar, porque jamás me leerán. Y en segundo lugar, porque comprender no les interesa. Lo que les interesa es tomar, no entender.
¿Considera usted que Asad o algún otro mandatario actual es comparable a Gadafi?
No se parece en absoluto, cada uno gobierna a su manera. Cada uno ha llegado al poder por su propio camino: Gadafi vino por sí mismo, Asad llegó porque el terreno ya estaba preparado por su padre [Hafez al Asad]. Meter a todo el mundo en el mismo saco sólo complica las cosas.
Quiso presentarse a las elecciones... (interrumpe la pregunta antes de que dé tiempo a mencionar que se trataba de los comicios de Argelia en 2014 y no obtuvo los apoyos previos suficientes para poder ser candidato).
No, no vamos a hablar de eso.
¿Y sobre Argelia y Buteflika tampoco quiere hablar?
Puedo hablar, pero no voy a hablar sobre mí.
¿Qué piensa sobre Buteflika? Argelia aparenta calma, sin ningún protagonismo en la actualidad internacional. ¿Es verdad que la situación está en calma allí?
¿Qué quiere oír sobre Argelia? ¿La guerra? ¿La violencia, la muerte? ¿Atentados? Ya vivimos eso durante más de quince años. Ahora por supuesto el pueblo necesita aspirar a la tranquilidad, pero no es una paz verdadera, porque no ha sido construida por un programa social o político. Si la situación está calmada en Argelia, es simplemente porque todo el mundo está agotado, convaleciente, enfermo.
No se ha propuesto nada concreto a los argelinos, no hay proyectos de sociedad, no hay una visión clara del mañana. Los colegios siguen siniestrados, las universidades también. La juventud está corrompida, porque les dan dinero para construir una empresa y todo, pero no es así como se construye una nación.
¿Irá a más?
No deseo que mi país recaiga en la violencia, pero sé que con este régimen no accederemos al progreso.
¿Podría preguntarle por qué emplea “Yasmina Khadra” (interrumpe de nuevo)?
No [silencio]. ¿Y sabe por qué?
Pero no he terminado mi pregunta. Quería preguntarle por qué continúa empleando el pseudónimo después de haber reconocido públicamente hace ya quince años que es usted y adoptó el nombre de su mujer.
Imagine un escritor, Yasmina Khadra, adoptado por millones de lectores en el mundo. ¿Por qué no continuar? Además, no tengo ningún complejo por llevar un pseudónimo femenino, porque yo mismo soy feminista. Eso es todo.
Un coronel transformado en escritor. Seguro que le han preguntado por ello muchas veces, pero sería interesante saber cómo es esa transición en un régimen como el de Buteflika.
Para mí no hay una transición. Nací para escribir. Comencé a escribir con cinco años. Escribí mi primera novela con once. Mi primera novela publicada, a los 17 años [va golpeando puntualmente la mesa para enfatizar las frases]. Y estaba en el ejército.
Hice una carrera militar, pero en paralelo a ella siempre hubo una vocación de escritor. Así que no dejé el ejército para comenzar a escribir. Toda mi vida ha sido la escritura. Y un militar es un ser humano. Eso no le impide tener vocaciones artísticas, intelectuales. La mayor novela del siglo XX la escribió un militar japonés: [“Madame Sade”, de Yukio] Mishima.
Hay muchos militares que escriben, pero como éste [por sí mismo] viene de Argelia, se sorprenden. Y eso que ese militar que viene del Ejército argelino está considerado uno de los escritores más importantes del mundo vivo en la actualidad. Eso es lo que hace falta recordar. Lo otro me penaliza y me reduce a una curiosidad.
Premios Nobeles como García Márquez, [JM] Coetzee, Ohran Pamuk, son personas que han quedado fascinadas por lo que he escrito. Pero como él [por sí mismo] es un militar no puede ser un buen intelectual. Les propongo [a esas personas] leer a este militar argelino para comprobar que es literatura.
Estoy muy enfadado. Tengo más de diez millones de lectores en el mundo pero siguen recordando que era militar, como si no pudiera ser un buen intelectual
Parece enfadado.
Sí, estoy muy enfadado. Tengo diez millones de lectores en el mundo, 4 millones en Francia. De los 45 países donde he sido traducido, hay 29 donde nunca nos han dicho cuántos libros han vendido. ¿Se da cuenta? Así que [en realidad] no sé cuántas personas me leen en el mundo.
Pero lo que me entristece es que a pesar del extraordinario trabajo literario [enfatiza “extraordinario”] que he hecho, siempre se me habla de cosas que me alejan de lo que me ha permitido ser leído en el mundo entero. Pero esto no es contra usted.
Cuando veo un libro como éste, de un escritor que se mete en la piel de un dictador y escribe este fan-tás-ti-co libro se dice: “sí, Gadafi”… No es Gadafi, es esto [golpea la mesa] de lo que se habla, de esta obra maestra.
¿Cómo se sintió al escribir esta “obra maestra”?
Me sentí un novelista pleno. Dije “bravo”. Bravo, bravo, bravo y mil veces bravo. Y estoy esperando que otro escritor intente ponerse en la piel de Stalin o de Pol Pot para escribir una maravilla así. No podrá hacerlo jamás.
¿Hace falta valor para hacerlo?
No, hace falta talento. El coraje no es un criterio para un escritor. A un escritor se le pide proponernos un universo que nos absorba, que nos permite viajar, descubrir, sentir emociones, tener miedo, reír…
¿Cómo comenzaría un libro sobre la crisis de refugiados?
No comenzaría jamás un libro sobre la crisis de refugiados.
¿Por qué?
Simplemente, porque no quiero ser una especie de escritor-periodista. Cuando escribo es porque el sujeto me interesa a mí en primer lugar, antes de interesar al mundo entero. Me fascina mucho más.