“Hace casi quince años que el consejo de líderes talibán le considera un poderoso estudioso espiritual y religioso y le respetan”, ha señalado el escritor y analista político afgano Nazar Mohamed Mutmain en la breve biografía que ha podido publicar sobre el nuevo líder talibán a través de Facebook. Asegura que sus fuentes son amigos del propio líder, Mawlawi Haibatulah Akhunzada, y próximos a los talibanes.
“Lo más importante sobre el nuevo líder talibán es que es una autoridad religiosa conocida para los talibán”, confirma Malaiz Daud, investigador afgano del think tank barcelonés CIDOB a EL ESPAÑOL. De hecho, le llaman “mulá”, como a sus antecesores, lo que significa que es una persona educada en la ley y doctrina religiosa que habitualmente tiene un puesto oficial. Pero para más detalles Daud prefiere remitir a otras fuentes como Mutmain.
Y es que sólo unos pocos han podido acceder a información de primera mano sobre Haibatulah, a pesar de ser un referente para los talibanes a lo largo de más de una década y llevar al menos un año como mano derecha de su predecesor, el mulá Mansur. Cuatro días después de que el ataque de un drone de Estados Unidos lo matara el pasado 21 de mayo, los talibanes confirmaron su muerte y anunciaron el nombramiento de Haibatulah.
Un talibán senior ha asegurado al periodista Sami Yousafzai para una completísima información que publicó en The Daily Beast sobre su nuevo líder que su figura no era muy relevante mientras el fundador de los talibanes y presidente del régimen talibán, el mulá Omar, dirigía el grupo. Su ascenso vino teóricamente el año pasado, cuando en julio Mansur sustituyó al fundador del grupo oficialmente. Fue entonces cuando se confirmó que el mulá Omar había perdido la vida, aunque fuentes de Gobierno afgano indicaron a la BBC que en realidad podía llevar muerto un par de años.
Hijo de un imán local, Haibatulah nació hace algo más de 50 años en una población cerca de Kandahar, al sur del país. Luchó contra los rusos en su campaña por extender la Unión Soviética a Afganistán en los años 80 y emigró a la colindante Pakistán. Inició lo que él consideraba una “guerra santa” contra los soviéticos y los afganos comunistas, escribe Mutmain.
Se unió al movimiento talibán a mediados de los años 90 para luchar con ellos por implantar su versión rigorista del islam en todo Afganistán. Al conquistar Kandahar, Haibatulah comenzó a trabajar como juez en los tribunales que allí establecieron y fue subiendo escalafones. Durante el régimen talibán llegó a ser jefe adjunto de Justicia, según la agencia de noticias afgana Pajhwok. Tras la invasión de Estados Unidos en 2001, ascendió a jefe de la Justicia talibán, de acuerdo con Mutmain.
Fue asistente personal del mulá Omar después de que cayera el régimen talibán y el grupo se reorganizara. Cuando murió el fundador, Haibatulah se convirtió en el jefe del comité político y judicial de los talibanes. “Tiene más experiencia en lo judicial que en la guerra”, concluye Pajhwok.
FRIALDAD EXTREMA
“Tiene una personalidad autónoma y nunca le impresionan los sentimientos o emociones, ya que uno de los principales rasgos para trabajar en los tribunales es que un juez no debe impresionarse por ello y se debería controlar bien a sí mismo”, han explicado fuentes cercanas al nuevo líder al investigador Mutmain.
Actualmente vive en Ghausabad (Quetta), capital provincial de la provincia paquistaní de Baluchistán, un área donde el Gobierno paquistaní permite campar a sus anchas a los talibanes, según Yousafzai. Es corresponsal de la publicación estadounidense The Daily Beast en Pakistán y Afganistán desde el 11-S. El nuevo líder tiene fama de “duro, incluso cruel”, ha escrito en su periódico.
Con fama de ser muy conservador, incluso para los talibanes, varias fuentes entre los talibanes han asegurado a Yousafzai que ordenó castigos severos durante su época como jefe de los tribunales en Kandahar hasta el punto de mandar ejecutar a cualquiera que pusiera en duda el liderazgo de Mansur. Varios comandantes tribales murieron.
Entre los talibanes también corren rumores de que está en contra de la publicación de fotos y vídeos de los talibanes en los propios medios de comunicación talibanes.
Sus secuaces han reconocido a Mutmain que ejercía la justicia talibán “con decisión”, alaban sus dotes de “buen orador” y lo consideran “humilde e ingenioso” . Es un hombre discreto, de “costumbres reservadas”, añade la descripción de Yousafzai.
NI HABLAR DE PAZ
El viceportavoz presidencial afgano, Syed Zafar Hashimi, declaró tras conocerse su nombramiento que los talibanes debían plantearse unirse al proceso de reconciliación. Advirtió que si los talibanes no emprendían el proceso de paz, el grupo se enfrentaría al mismo destino que Mansur. Pero Haibatulah está más cerrado a retomar el proceso de paz con Kabul que su predecesor.
El antiguo viceministro de Exteriores talibán, Abdul Rahman Zahid, ha asegurado a The Daily Beast que Mansur era más flexible, experimentado y estaba más abierto a retomar proceso de paz. “El mulá Haibatulah tiene una mente muy cerrada y las típicas actitudes tribales. Llevará años antes de conseguir que entre en el proceso político”, opina.
Un talibán senior ha asegurado a la publicación que Haibatulah “no es un líder carismático como mulá Omar ni es moderno como mulá Mansur (…). Es más intransigente, complicado. Avanzar hacia conversaciones de paz sería una sorpresa muy grande con Haibatulah”.
El liderazago de Haibatulah “no es una buena señal para la reconciliación de Afganistán y la paz en un futuro cercano”, ha tuiteado el exembajador de Estados Unidos en Afganistán, Zalmay Khalilzad.
Entonces, ¿por qué le interesaba a Estados Unidos matar a un líder que era al parecer menos extremista que su plausible sucesor? “Han decidido esto para romper la situación. Pasa el tiempo, no hay ningún progreso en las negociaciones [de paz], vienen las elecciones [de EEUU]”, señala Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano a EL ESPAÑOL.
“A la hora de descabezar lo que se quiere es provocar divisiones internas. Todavía es pronto para verlo”, añade. Y recuerda que cuando Mansur se aupó al poder no fue necesario que alguien matara al fundador de los talibanes, el mulá Omar, al menos que se sepa.
“Siempre que se descabeza uno no se sabe si el que le va a reemplazar es más radical. En este caso la opción era o probar suerte o que todo siguiera igual”, incide Arteaga.
ELEMENTO DE FRICCIÓN O UNIDAD
Las autoridades afganas creen que la muerte de Mansur ya ha dividido a los talibanes, mientras que los radicales insurgentes cercanos al mulá por supuesto defienden todo lo contrario y subrayan que todos lo respetan.
Yousafzai ha podido constatar que el Gobierno de Kabul tiene razón al menos parcialmente. Un comandante de un grupo disidente talibán se ha quejado de que no se sabe muy bien cómo acabó elegido su nuevo líder, al que se siguen oponiendo.
Se convirtió en la mano derecha de Mansur de forma casual, según un líder afgano en declaraciones a The Daily Beast. Fue por un enfrentamiento tribal. El mulá Rasul de una tribu llamada Noorzai no quería apoyar el nombramiento de Mansur, pero resultó que Haibatulah era de esa tribu, por lo que Mansur lo nombró “para desafiar a Rasul y tener a los Noorzai contentos”.
Rasul lidera el grupo disidente Alto Consejo del Emirato Islámico, que emitió un comunicado rechazando el liderazgo de Haibatulah nada más conocerse el nombramiento. "Desafortunadamente los errores previos se han repetido una vez más y las sugerencias y consultas no fueron hechas con todos los movimientos y solo unas pocas personas fueron invitadas a la reunión convocada", informó EFE. Aún así, Rasul ha afirmado que no quiere enfrentamientos entre las diferentes facciones.
Al principio pensaban que era “un simple mulá del campo, que no sería muy activo y que su posición sería simbólica”. Pero resultó ser más activo de lo que previeron. “Durante un tiempo en el que Mansur estaba muy escondido, Akhondzada [el otro nombre por el que se refieren a Haibatulah] prácticamente llevaba el espectáculo talibán”, ha asegurado esa fuente.
El expresidente afgano Hamid Karzai ha dicho que la muerte de Mansur demuestra que la actual guerra con los talibanes no es la de los afganos, sino un conflicto impuesto por otros. “Ningún ser humano debería alegrarse por la muerte de otro ser humano y especialmente los afganos no deberían alegrarse por la muerte de otro afgano”, declaró el viernes según recogió la agencia Pajhwok.
Al igual que el actual Gobierno afgano, ha pedido a los talibanes que se unan a conversaciones de pacificación y vuelvan a su país. A la vez ha pedido al actual Gobierno afgano que deje de aplicar la pena de muerte, porque de lo contrario no se podrá alcanzar la paz y estabilidad en el país.
Arteaga advierte: “Da igual quién haya salido de sucesor, porque ahora hay talibanes muy duros, pero no tanto como el Estado Islámico. Los [talibán] más radicales se han estado pasando al otro bando”. De momento el EI no tiene capacidad militar en ese lado del mundo, indica. Pero sus terroristas sí plantan bombas y -sumados al inestable gobierno de Kabul-han complicado la salida definitiva EEUU que Obama prometió al inicio de su mandato. Haibatulah es más cruel que Mansur, pero el EI es más cruel que Haibatulah.