Es 10 de junio de 1944. Camille Senon tiene 19 años, y como cada sábado se ha subido al tren que le lleva de Limoges a una aldea cercana, Oradour-sur-Glane, en el interior de Francia, donde todavía reside toda su familia. Minutos antes de su llegada a la estación de tren, la división SS del Reich ha perpetrado la peor masacre de civiles registrada en suelo galo por el Ejército alemán.

Días antes, la resistencia había logrado frenar la llegada de los alemanes a Normandía, donde el ejército aliado acababa de instalarse. En signo de represalia por haberles hecho recular en su conquista, el general Lammerding (al mando de este batallón) ordenó a su división la destrucción de esta pequeña aldea, Oradour-sur-Glane. Poco después de mediodía, fingiendo un simple control de identidad, los 120 hombres que conformaban esta división alemana cercaron la población y exterminaron uno a uno a todos los habitantes allí presentes.

Son las cuatro de la tarde del 10 de junio de 1944, y las ráfagas alemanas han ejecutado a 642 civiles. También han prendido fuego a la iglesia del pueblo, donde mujeres y niños esperaban conocer el motivo de su encierro.

Minutos después de llegar a la estación de tren, cuando Camille Senon presencia la transformación de su pueblo en meras cenizas, comienza su lucha.

Desde entonces, esta francesa ha sido miembro dirigente de la Confederación General del Trabajo (CGT), secretaria del sindicato ‘Chèques Postaux’, implicada en la lucha feminista y participando en todas y cada una de las batallas sociales recogidas en Francia desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

De la lucha por la mejora de las condiciones laborales al activismo contra la guerra de Argelia, pasando por su participación en la cadena de protestas de Mayo del 68. Esto, sin olvidar su particular batalla por la memoria histórica en torno a las familias de los “mártires” de Oradour y de otras ejecuciones llevadas a cabo en el seno de la Resistencia francesa.

Una vida marcada por la igualdad y la dignificación de la lucha social que el primer ministro francés Manuel Valls ha querido condecorar elevando a la anciana al rango de Comendadora del Orden Nacional del Mérito. En el pasado, Camille ya fue galardonada con la Legión de Honor. Sin embargo, en su extensa biografía de combatiente y en un delicado contexto social, Camille Senon todavía no había dicho su última palabra.

“ME ES IMPOSIBLE ACEPTAR ESTA DISTINCIÓN”

En solidaridad con el movimiento social que vive Francia desde que el Gobierno propusiera el primer borrador de la controvertida reforma laboral (conocida como Ley El Khomri), Camille ha rechazado tal galardón, sin privar al primer ministro de las explicaciones que argumentan tal decisión.

“En el contexto actual, me es imposible aceptar de su parte esta distinción”, reza la carta que la militante ha enviado a Manuel Valls, "cuando soy totalmente solidaria con las luchas llevadas a cabo desde hace dos meses por los empleados, los jóvenes, una mayoría de diputados y de franceses contra la ley laboral que acaba usted de imponer a través del [artículo] 49.3”.

“Cuando recibí esta propuesta el 17 de mayo”, continúa, “me pareció evidente que en este contexto en el que la gente lucha para hacer respetar sus derechos, en el que mis camaradas sindicalistas de Air France se enfrentan a los tribunales, era simplemente inaceptable recibir esta distinción propuesta por el señor Manuel Valls”.

La misiva continúa explicando al primer ministro francés que aceptar esta condecoración sería sinónimo de “negar toda mi vida de militante a favor de la justicia y de la solidaridad, de la libertad, la fraternidad y la paz”. No pasa por alto el oportunismo de la distinción, que de haber sido aceptada llegaría, exactamente, 72 años después de la masacre de Oradour, algo que Camille Senon define como “una casualidad del calendario que cae en un momento particularmente malo”.

UN MANIFESTANTE EN COMA

La tensión que atraviesa Francia desde el mes de marzo dio el pasado jueves un paso más hacia el caos social, con motivo de la hospitalización de un periodista de 28 años. El joven, presente en esta última manifestación contra la reforma laboral, recibió el impacto de una granada por parte de las fuerzas de seguridad. El reportero continúa en coma.

El vídeo que ha circulado por las redes sociales desde el momento de los hechos, y que muestra que el lanzamiento de este artefacto no respondía a ningún desbordamiento por parte de los manifestantes, no ha hecho sino avivar el debate sobre la represión de las libertades. El estado de emergencia, instaurado tras los atentados del mes de noviembre en París, aporta a las fuerzas de seguridad el poder de prohibir y disolver concentraciones como las convocadas desde el pasado mes de marzo en las calles francesas.

Manuel Valls optaba por la aprobación en el Parlamento de la controvertida reforma laboral francesa por decreto el pasado 12 de mayo aludiendo a un “desbloqueo” de la situación, ante las continuas revueltas y las ligeras modificaciones del texto original. En cambio, pronto  las 19 centrales nucleares se sumaron a la oleada de protestas, junto a los ferroviarios, camioneros y los empleados del sector de la energía.

El agrupamiento de los siete sindicatos (CGT, Solidaires, FO, FSU, Unef, Fidl y UNL) ha hecho un llamamiento a una nueva jornadas de acción interprofesional. Será la novena concentración desde que dieron comienzo las movilizaciones, y está prevista para el próximo 14 de junio, con una movilización nacional en París. Un día después de los primeros debates sobre la ley El Khomri en el Senado.

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