Les extirpan hasta los ojos por ser albinos: vidas de terror en Malaui
Le pasó a Jenifer en la creciente caza de personas con albinismo para comerciar con sus huesos que denuncia Amnistía Internacional.
7 junio, 2016 20:35Whitney apenas tenía dos años cuando la secuestraron mientras dormía en casa con su madre. Días después se encontraron fragmentos de su cráneo, junto con dientes y prendas de ropa, en una colina cercana. Cinco hombres, entre ellos su padre, fueron detenidos como sospechosos de haber participado en el homicidio.
A Jenifer, de 30 años, le extirparon los ojos y el pecho; además le asestaron puñaladas en la espalda, el abdomen y el codo. Davis tenía 17 años cuando lo tomaron como rehén para matarle, cortarle los brazos y las piernas.
Son escenas de terror del pasado mes de abril que describe el informe de Amnistía Internacional “No somos animales para cazar o vender”: Violencia y discriminación contra las personas con albinismo en Malawi. Los homicidas querían los huesos de sus víctimas para comerciar con ellos. Probablemente para venderlos a curanderos de Malaui y el contiguo Mozambique, que los utilizan para hacer amuletos y pociones que atraen la fortuna y la buena suerte, según sus creencias. Otros cometen estos crímenes creyendo que los huesos de las personas albinas contienen oro.
Enelesi tenía 21 años cuando la encontraron muerta en una fosa poco profunda. Asegura el informe que un familiar le había hecho creer que había encontrado un trabajo para ella en otro distrito. Tenía una puñalada en el pecho y también le habían amputado las extremidades. Entre los diez hombres detenidos como sospechosos se encontraba también un familiar.
“Esta oleada sin precedentes de brutales agresiones contra personas con albinismo ha creado un clima de terror para este grupo vulnerable y para sus familiares, que viven en un estado de temor constante por sus vidas”, ha alertado el director de Amnistía Internacional para África austral, Deprose Muchena. Ha denunciado que el Gobierno de Malaui esté fallando “completamente” a las personas albinas, a quienes ha dejado “a merced de bandas de criminales que las cazan para hacerse con partes de sus cuerpos”.
Desde noviembre de 2014, al menos 18 personas con albinismo han sido víctimas de homicidio y al menos 5 han sido secuestradas y continúan en paradero desconocido, según los datos de la ONG. Pero han saltado las alarmas porque sólo en abril de 2016 murieron asesinadas cuatro personas por ser albinas en este país centroafricano, “el mes más sangriento” de este espacio de tiempo.
Amnistía Internacional considera “muy probable” que el número real estas víctimas sea mucho mayor, ya que muchos “rituales” de brujería se realizan en secreto en zonas rurales y no llegan a denunciarse. Además, los delitos contra personas con albinismo no se documentan de forma sistemática en Malaui y la ONG advierte de que entre los policías algunos pueden compartir los prejuicios de los criminales.
Amnistía denuncia la pasividad de las autoridades, incluida la fiscalía, para hacer justicia una semana después de que el Tribunal Supremo de Malaui prohibiera las prácticas de brujería en un intento de poner fin a los ataques.
La gente me dice a la cara que me va a vender
Se estima que en Malaui viven entre 7.000 y 10.000 personas albinas. El estudio refleja que, además de sufrir ataques de una “violencia extrema”, estas personas sufren una “discriminación social generalizada en forma de insultos y exclusión de servicios públicos básicos, entre otras”. Además, muchas mueren de cáncer de piel debido a la dificultad de acceder a recursos preventivos tan sencillos como la protección solar o información sobre el albinismo.
“La gente me dice a la cara que me va a vender. Una vez, una persona me dijo que valgo seis millones de kwachas (unos 8.800 euros). Me duele que me digan que pueden ponerme precio”, cuenta un hombre de 37 años en el informe.
Al menos cinco personas han sido secuestradas desde noviembre de 2014 y continúan en paradero desconocido. Entre ellos se encuentra un pequeño de dos años. A Iblah le secuestraron una noche de enero de 2015. Su madre se despertó al oírle llorar, pero no pudo salvarlo. “Nos preocupa no saber dónde está Iblah, ni dónde encontrar su tumba. Queremos que se sepa la verdad. Que sea el último niño que desaparece”, ha comentado su tía abuela a la ONG.
“Ni siquiera los muertos descansan en paz”, apunta el informe. El Servicio de Policía de Malaui ha registrado al menos 39 casos de exhumación ilegal de cuerpos de personas con albinismo y de posesión de huesos u otras partes del cuerpo obtenidas de cadáveres.