El papa Francisco -de ideas peronistas en su juventud- ha agrandado la brecha política que lo distancia del presidente Mauricio Macri -liberal agnóstico- al rechazar el donativo de un millón de euros que el Gobierno argentino hizo a la red Scholas Occurrentes.
Pese a que la donación había sido pedida por el director de la organización educativa promovida por el jefe del Vaticano, José María del Corral, el monto fue considerado "desproporcionado" e "insultante" en un país como Argentina con 13 millones de pobres, casi el 30% de la población.
Macri había ordenado hace dos semanas la transferencia por decreto presidencial a Scholas Occurrentes de 16.666.000 de pesos (equivalente a un millón de euros) destinados a la sede de la red mundial educativa en Buenos Aires, que montará un partido de fútbol el 10 de julio.
Enseguida en las redes sociales estalló la observación irónica de que el jefe de Estado había puesto una cifra provocativa: el número '666' que representa la "marca de la bestia", asociada al Anticristo y Satanás en el libro del Apocalipsis del Nuevo Testamento.
Juan Grabois, consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz, calificó de "acto escandaloso" y "espantoso" el obsequio de Macri porque Argentina atraviesa "un momento muy jorobado para los humildes". Y para peor, ha protestado, "se pretende venderlo como un gesto a Francisco o la Iglesia".
"El papa plantea que cuando se utiliza plata del Estado o de una empresa privada para quedar bien con un obispo, con una autoridad eclesial o con el que sea, estamos ante un caso de lo que se llama jurídicamente prevaricación", ha disparado el hombre de confianza del sumo pontífice.
Scholas Occurrentes, que asegura promover la inclusión educativa y la paz, ha enviado una carta al Gobierno de Macri desistiendo del donativo. Ha asegurado que intentará "obtener este necesario aporte a través de organismos multilaterales de crédito y la ayuda de privados".
Ya en la década anterior Jorge Bergolio, entonces arzobispo de Buenos Aires, y Macri, alcalde bonaerense, no se llevaban. El religioso nunca le perdonó que haya convertido a la capital argentina en la primera de Latinoamérica que aprobó el matrimonio gay ni que reglamentara el aborto no punible (terapéutico).
Desde que el jesuita argentino ascendió en 2013 al supremo de la Iglesia católica la relación ha ido a peor. Varios meses después de que el mandatario llegara a la Casa Rosada, en diciembre de 2015, lo recibió en el Vaticano. La audiencia duró soló 22 minutos y el papa mostró un rostro súper serio en un clima frío y distante.
La cara larga del sumo pontífice contrastó con las risas que echaba con la ex presidenta peronista Cristina Fernández de Kirchner cuando la recibía -cinco veces- en la Casa de Santa Marta. Macri mandó el lunes a su Ministra de Exteriores al Vaticano. A la salida de la reunión Susana Malcorra aseguró: "No hay ninguna animosidad (del papa) hacia el presidente".