En Bolivia este martes es fiesta nacional por la celebración del Año Nuevo de la cultura precolombina: 5524, un número que surge de la suma de los 5000 años estimados de historia de los pueblos originarios y los 524 años que pasaron desde el arribo a América de Cristóbal Colón, en 1492.
Muchos se agolpan en vigilia para recibir los primeros rayos del "Tata Inti" (padre sol) que, según la cosmología de la cultura andina, marcan el comienzo del "Willka Kuti" (nuevo ciclo de vida, en lengua aymara). Con los brazos en alto y vítores saludan la aparición del astro rey.
Los ayuntamientos montan fiestas populares en sitios arqueológicos, por ejemplo Tiwuanaku y Fuerte de Samaipata. En medio de las fogatas, todos bailan y beben en ofrenda a la "Pachamama" (madre tierra) en este Año Nuevo, que coincide con el solsticio del invierno en el hemisferio sur.
Entre cerros y montañas que, según la tradición, albergan a los espíritus, los "amautas" (sacerdotes) satisfacen la curiosidad de quién quiera consultarlos leyendo el futuro en hojas de la planta de coca, plomo derretido, ceniza de tabaco o espuma de cerveza.
Evo Morales, el primer presidente de Bolivia de origen aymara, convirtió la celebración ancestral de los Andes en una fiesta nacional de todo el país desde 2006. Y ha redoblado la apuesta al proponer este martes a los bolivianos quitar de una vez el calendario gregoriano, usado en casi todo el planeta.
El almanaque introducido por el Papa Gregorio XIII en 1582, que sustituyó al calendario juliano, instaurado por Julio César en el año 46 antes de Cristo, resulta para el mandatario "muy desordenado" dado que contabiliza meses de 31 días, 30, 29 (en años bisiestos) y 28 jornadas.
En su lugar, Morales ha planteado "la recuperación de los calendarios ancestrales como parte del proceso de reconstitución de nuestra identidad y la recuperación de nuestra fuerza". Y ha asegurado que ellos tenían 13 meses de 28 días -364 en total- más un día "cero", el 21 de junio del solsticio invernal.
No es la primera idea exótica que ha sido propuesta por Morales, considerado el "Apu Mallku" (líder supremo, en aymara) y que marcha por su tercer mandato presidencial consecutivo, aunque perdió un referéndum para optar a una cuarta gestión a partir de 2020.
Ya cambió la bandera tradicional de Bolivia -de colores rojo, amarillo y verde- por la bandera indigenista "whipala" -multicolor-. También ha invertido las manecillas y números del reloj en sitios públicos, en vez de girar a la derecha van a la izquierda, como símbolo del cambio político en el país.