En Bogotá, la Plaza de Bolívar, en el centro histórico de la ciudad, amaneció con coronas de flores y una diversidad de pancartas con un mismo mensaje: "Que descanse en paz la guerra". Se trata del deseo de millones de colombianos que desde el martes, a través de redes sociales, han manifestado el entusiasmo por poder dejar un país en paz a sus hijos, a sus nietos.
Mientras esto sucedía, en La Habana se ultimaban los detalles para el que puede ser el evento histórico más importante para Colombia en su historia reciente: el fin de la guerra entre el gobierno y la guerrilla más antigua del mundo.
Bordeando el medio día, cuando el presidente colombiano Juan Manuel Santos y el jefe máximo de las Farc, Rodrigo Londoño, alias Timochenko, entraron al recinto donde los esperaba una amplia comitiva conformada por los equipos negociadores, periodistas, representantes de Naciones Unidas –liderados por el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon–, presidentes de países garantes del proceso, e invitados especiales, un ensordecedor aplauso colmó el salón del Palacio de Deportes.
El representante del gobierno cubano, Rodolfo Benítez, leyó el acuerdo alcanzado por las partes, antes de la intervención de Raúl Castro, Ban Ki Moon, Timochenko y Santos.
Según el documento, una vez entre en vigencia el acuerdo, la Fuerza Pública colombiana reorganizará sus esquemas para que las Farc se reorganicen en 23 zonas, en donde dejarán las armas y se reincorporarán a la vida civil.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia designarán a 60 integrantes que podrán moverse por diferentes zonas del país para dar cumplimiento a lo acordado.
En el acuerdo, las delegaciones pidieron al secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, agilizar la misión técnica que se encargará de verificar la entrega de armas.
Sobre este punto, el acuerdo anunciado fija que existirá solo un “punto de almacenamiento donde estarán los contenedores de armas. Siempre resguardadas por el mecanismo de monitoreo de la ONU”.
Según las partes, 180 días después de la firma final, deberá estar por terminada la dejación de las armas.
Por otro lado, tal como lo señaló Timochenko en su intervención, las Farc decidieron aceptar el mecanismo de verificación que defina la Corte Constitucional. Posiblemente, la Corte se manifieste en los próximos días sobre la posibilidad de realizar un plebiscito en el que la ciudadanía vote aceptando o no los acuerdos. “Ahora, las Farc haremos política por medios legales”, dijo Timochenko, quien prontamente dejará de usar su alias.
El presidente de la República señaló que si bien ésta no es la firma final, es el último paso de la negociación. “La firma de la paz la haremos en Colombia y espero sea muy pronto”, señaló, agregando que faltaban algunos detalles menores por acordar.
Dentro de lo firmado ayer en La Habana, se ratificó que el cese bilateral estaría dándose paralelo a la firma del acuerdo final, o antes, dependiendo que Naciones Unidas garantice el proceso de verificación.
Finalmente, el Estado se comprometió a brindar un esquema de seguridad para los guerrilleros desmovilizados. Será un esquema orgánico, un sistema de protección mixto que incluiría incluso personal de la misma guerrilla.
“Lo que va a pasar en Colombia será la mejor noticia en América, Europa y el mundo en el año 2016”, reiteró al finalizar Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz, quien ha repetido esta frase como un mantra, esperando su cumplimiento. Su deseo y el de muchos colombianos, está a punto de convertirse en realidad.