La izquierda brasileña salió este domingo a las calles para pedir la renuncia del presidente Michel Temer, quien continúa en busca de apoyos para mantenerse en el poder después del escándalo de corrupción que le salpica directamente.
Los movimientos Brasil Popular y Povo Sem Medo (Pueblo Sin Miedo), así como diversos sindicatos, convocaron a los brasileños para presionar al presidente brasileño, acorralado por las acusaciones de uno de los dueños de la empresa cárnica JBS.
Las manifestaciones tuvieron lugar en ciudades de al menos 15 de los 27 estados brasileños, aunque la asistencia de participantes fue menor que en otras marchas, incluido en Sao Paulo, donde la intensa lluvia redujo la afluencia de personas y llenó la protesta de paraguas y chubasqueros.
Marchas en varias ciudades
En Río de Janeiro un grupo marchó hasta la casa de Rodrigo Maia, presidente de la Cámara de los Diputados, y quien en función de su cargo tiene la potestad de aceptar o rechazar las peticiones de juicio político contra Temer.
La Cámara baja ya ha recibido alrededor de una decena de solicitudes para abrir un juicio político ("impeachment") contra el mandatario, quien llegó al poder de manera efectiva el pasado 31 de agosto precisamente tras la destitución en un juicio político de Dilma Rousseff.
La última de las peticiones ha sido promovida por la Orden (colegio) de Abogados de Brasil (OAB), que aprobó el informe que recomienda el proceso contra Temer al considerar que cometió un "delito de responsabilidades". "En términos políticos el presidente perdió por completo la condición de permanencia en el cargo", afirmó el máximo titular de la OAB, Claudio Lamachia, en declaraciones a medios.
Evita fragmentar a la base
Tras esa decisión de la OAB, Temer reforzó las negociaciones para evitar la fragmentación de su base aliada, mantener los apoyos en el Congreso y garantizar su permanencia en el cargo, que se encuentra en la cuerda floja después de la demoledora confesión de los hermanos Batista, dueños de JBS.
El Partido Socialista Brasileño (PSB) decidió la víspera pasarse a las filas de la oposición y otros importantes socios de gobierno, como el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) y Democratas (DEM), aún evalúan su postura.
El jefe del Estado tuvo un fin de semana de intenso cabildeo al convocar varias reuniones en su casa para intentar reconstruir el apoyo de sus aliados y, en una demostración de fuerza, llevar adelante las reformas económicas propuestas por su Ejecutivo.
No obstante, los partidos han emitido una orden de cautela a la espera de saber cuáles serán los nuevos episodios del culebrón político y judicial dirigido por Joesley Batista.
Hipotéticos sobornos
Batista confesó ante las autoridades que desde 2010 pagó sobornos a Temer y entregó como prueba una grabación en la que, según la Fiscalía, el presidente le da luz verde para comprar el silencio de Eduardo Cunha, expresidente de la Cámara de los Diputados que se encuentra preso por corrupción.
En base a esas acusaciones, el Supremo decidió abrir una investigación contra Temer por los delitos de corrupción y obstrucción a la justicia, pero la defensa del mandatario pidió la suspensión al considerar que la grabación es "fraudulenta" y fue "manipulada".
Temer se basó en el informe realizado por peritos contratados por medios locales, que afirmaron que la grabación fue editada antes de ser entregada a la Fiscalía. Precisaron, no obstante, que la parte más polémica, en la que supuestamente da aval para silenciar a Cunha, no habría sido modificada.
El Supremo ha ordenado a peritos oficiales analizar la grabación y el pleno de la máxima corte decidirá el miércoles si suspende o no la investigación contra Temer, que ha reiterado que no va a renunciar.