Los espías no siempre se mueven entre sombras. De hecho, los ha habido –y seguro los sigue habiendo– que actúan en edificios con abundantes transparencias y fachadas de cristal. Así suelen ser los inmuebles en los que los bancos ubican sus oficinas. Y así son, de hecho, las instalaciones que ocupa el Vnesheconombank (VEB) en el edificio del número 777 de la Tercera Avenida de Nueva York. Su oficina más importante de Europa está en Fráncfort, cerca del corazón financiero del 'Viejo Continente', en un edificio de abundantes ventanas situado en el número 41 de la Taunustraße.
En la oficina de Nueva York trabajaba, según ha contado recientemente el diario estadounidense The New York Times, Evgeny Buryakov, un empleado del VEB que se declaró culpable el año pasado tras ser acusado en 2015 de trabajar como agente del Servicio de Inteligencia Exterior (cuyo acrónimo transliterado es SVR). Al SVR se le llamaba KGB en tiempos de la Unión Soviética.
A Buryakov, segundo de a bordo en la oficina del VEB en Estados Unidos, se le relacionó con la operación rusa montada para convertir en un espía al servicio del Kremlin al hombre de negocios Carter Page, quien fuera asesor para política exterior Donald Trump en sus días de aspirante republicano a la Casa Blanca.
El pasado mes de abril, el diario The Washington Post informaba de que el FBI había estado investigando a Page por sus sospechosas actividades relacionadas con Rusia. Recientemente, la prensa estadounidense ha dado cuenta de que Gorkov Sergey Nikolaevich, el actual presidente del VEB, se reunió con Jared Kushner, el yerno de Donald Trump.
La cita ocurrió cuando el familiar del ahora presidente de Estados Unidos era miembro del equipo de transición entre la Administración Obama y el equipo del presidente electo. Esa reunión está siendo ahora investigada por las autoridades en Estados Unidos. Se sospecha que esa cita tuviera como objetivo la creación de una “línea directa” con el presidente ruso, Vladímir Putin, según el The New York Times.
El VEB puede tener nombre de banco. Pero no lo es. “Más que un banco, es una agencia financiera estatal, no tiene depósitos ni líneas de crédito, lo de banco lo tiene sólo en el nombre”, dice a EL ESPAÑOL desde Moscú Andrey Movchan, investigador en temas económicos del prestigioso Fondo Carnegie para la Paz Internacional.
Banco o no, el VEB está muy vinculado al Estado ruso. En calidad de presidente del Consejo de Vigilancia de la institución figura el mismísimo Dimitri Medvedev, el primer ministro de Rusia. Según los expertos consultados por este periódico, cada año, el VEB dispone de unos 2.000 millones de euros salidos de las arcas del Estado que dirige Vladímir Putin.
Espías con las riendas del poder
Gorkov Sergey Nikolaevich se graduó con la especialidad de Derecho en la Academia Federal de los Servicios Secretos de Rusia, institución que también prepara a los agentes del SVR. En el pasado, bajo el nombre de Escuela Superior de la KGB, esa academia formaba a los espías soviéticos.
Movchan relativiza este dato. Para él, no es tan significativo que el presidente del VEB tenga una formación digna de espía. “Que el presidente del VEB venga de la KGB no significa que el VEB forme parte de la red de la KGB de ahora. Que alguien de la KGB esté al frente de una relevante institución en Rusia no quiere decir nada”, estima Movchan.
Gorkov Sergey Nikolaevich “fue puesto ahí [al frente del VEB] porque Putin conoce su perfil, sabe cómo trabajan este tipo de hombres y piensa que puede creer en ellos más que en otros. Putin cree en ellos más que en políticos o militares”, agrega.
En días de la Unión Soviética, el propio Putin fue agente de la KGB. Entre 1985 y 1990 estuvo destinado en Dresde (este germano). “En Rusia, las raíces más profundas de la élite y de la gente que ocupa las posiciones más relevantes suelen alcanzar la KGB. El presidente y el primer ministro y los jefes del Ejército son gente de la KGB”, apunta Movchan.
Para Putin, Gorkov Sergey Nikolaevich constituye una apuesta para solucionar los problemas del VEB. Éste atraviesa serias dificultades desde hace tiempo. “Sus anteriores gestores fracasaron”, dice Movchan, evocando unas cuentas del VEB en las que figura una deuda acumulada de casi 15.000 millones de euros.
Los daños de las sanciones
La sede central del VEB se encuentra en Moscú. Dispone también de oficinas de representación en otros ocho países. A saber, Estados Unidos, China, India, Suiza, Francia, Italia, Reino Unido y Alemania. Desde las oficinas del banco en Alemania, fuentes de esta institución confirman a EL ESPAÑOL que el VEB no es un banco como los otros.
“Nuestro banco es un banco especial. Es un banco dedicado al fomento del desarrollo económico en Rusia”, señalan en Fráncfort. El responsable del VEB en Alemania es Alexander Romanov, quien trabaja con un reducido equipo. “No necesitamos muchos colaboradores para hacer nuestro trabajo y para estar presentes en Alemania”, apuntan desde las oficinas alemanas del VEB.
En Alemania, pese al severo régimen de sanciones occidentales impuesto a Rusia por su implicación en el conflicto del este ucraniano, el VEB ha desarrollado varios proyectos industriales cuya financiación se estima en varios millones de euros. Eso sí, “las sanciones afectan negativamente a nuestro banco. De eso no hay duda”, dicen desde el VEB en Fráncfort.
En 2014, el VEB entró en la lista negra de instituciones financieras con acceso restringido a los mercados de capitales de la UE. En ella también se encuentran Gazprombank, Rosseljozbank, Sberbank y VTB Bank.
Hasta 2014 el banco se vio en Europa como un socio potencial con el que contribuir a la modernización de Rusia. Sin embargo, ese año el Banco Europeo de Inversiones (BEI) dejó de desarrollar proyectos con el VEB. Desde entonces, las iniciativas están “paradas y no se han desembolsado fondos al VEB”, según los términos de Dusan Ondrejicka, responsable de comunicación del BEI. “El BEI no tiene ninguna línea activa con el VEB, y no hay discusiones en marcha sobre ninguna forma de cooperación futura”, dice Ondrejicka a EL ESPAÑOL.
En Fráncfort, la mayor casa europea del VEB
En las oficinas del VEB en Fráncfort restan credibilidad a las informaciones procedentes de Estados Unidos sobre el espionaje y el banco. Tampoco dan importancia a las que vinculan al banco con figuras clave de la Administración Trump. “A veces pueden aparecer artículos como el de The New York Times [del pasado 4 de junio], pero sería mejor leer publicaciones económicas que publicaciones políticas” para informarse sobre el VEB, comentan las fuentes de la institución bancaria rusa en Alemania.
Pese al caso de Buryakov, quien aún figura como responsable adjunto de la oficina en Estados Unidos en la página web del VEB, las fuentes del banco consultadas por este diario no creen que haya una vinculación, en Estados Unidos o en suelo Europeo, entre los espías del SVR y su institución financiera.
Janis Kluge, experto en cuestiones económicas y el mundo ruso en el Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP por sus siglas alemanas), descarta que el VEB esté dedicando parte de su actividad al espionaje. “Tampoco hemos visto señales de que las inversiones que estén haciendo se hayan realizado en base a razones políticas”, plantea Kluge a EL ESPAÑOL.
“No hay nada que podamos atribuir a una actividad de inteligencia si uno observa lo que está haciendo el banco en la escena internacional, a saber, la compraventa de valores y canalizar las pocas inversiones que hacen empresas”, abunda Movchan.
No haber tenido constancia de actividad sospechosa no quiere decir que el VEB no pueda ser una herramienta al servicio de la influencia rusa en el mundo. Aunque no sea la institución mejor situada para serlo, pues se ocupa de captar inversores extranjeros que contribuyan a proyectos en suelo ruso, lo cierto es que “Vladímir Putin siempre lleva mucho cuidado con dónde pone su dinero, o sea, el dinero del Estado ruso”, dice a EL ESPAÑOL Andrew Wilson, investigador especializado en temas rusos del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, un think tank paneuropeo.
“El VEB puede ser otra herramienta del soft-power ruso”, abunda Wilson. Alude este profesor de la London University College, en la capital británica, a instrumentos con los que Moscú trata de dejar su impronta en la escena global. Son ejemplos la televisión por satélite Russia Today o la agencia multimedia Sputnik.
En este sentido, Movchan asegura que si bien ahora resulta “exagerado discutir si el VEB es un arma de la KGB o una herramienta del soft-power ruso”, está claro que “si la inteligencia rusa quiere utilizar el VEB para el espionaje, lo hará”. “Si quieren, lo harán. La cuestión es si lo necesitan. Y eso no lo sabemos”, concluye.
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