Tom Uzhunnalil: “Sigo rezando por mis secuestradores, espero que cambien”
- El misionero salesiano de origen indio fue secuestrado durante 557 días por un grupo yihadista en Yemen.
- "Me llamo Lamiya. Fui esclava sexual y me vendieron cinco veces"
"No he cambiado. Sigo siendo el mismo de siempre". Escuchando y viendo al padre Tom Uzhunnalil casi nada hace sospechar que ha sido víctima en primera línea de un cruel ataque terrorista en el que fueron asesinadas 20 personas. El misionero salesiano de origen indio fue el único superviviente del atentado de un grupo yihadista en Aden, Yemen. El padre Tom tuvo que asistir, obligado por los atacantes, a la ejecución a bocajarro de varias de sus compañeras monjas de la congregación de Teresa de Calcuta. Después, la oscuridad y la incertidumbre de un secuestro que se prolongó durante 557 días. Un año después de recuperar la libertad, Uzhunnalil charla con EL ESPAÑOL sobre su cautiverio.
¿Qué recuerda del día en el que fue secuestrado?
Era el 4 de marzo de 2016. Recuerdo que no teníamos misa y yo me alojaba en la zona de invitados de las monjas porque no era seguro viajar hasta la iglesia cada día. Cuando estaba rezando en la capilla después de desayunar, escuché varios disparos cerca de la puerta principal del recinto. Al principio no me asustaron porque estábamos acostumbrados a oír tiroteos a menudo. Los primeros en caer fueron precisamente los guardias de seguridad que vigilaban el recinto.
Tras los tiros salí a caminar hasta que noté que alguien me tocaba la cabeza. Me di la vuelta y era uno de los atacantes. Sólo acerté a decir ‘soy indio’ en árabe. Es lo único que sé decir en ese idioma. El terrorista sólo me pidió que me sentara en uno de los bancos que había enfrente de la garita de seguridad. Mientras me escoltaban hacia allí, dispararon en la cabeza a uno de los jardineros que teníamos. También mataron a otro de los trabajadores de mantenimiento. Vi a tres terroristas pero podían ser más, como cuatro o cinco.
Poco después vi cómo sacaban a dos hermanas con las manos atadas con una cinta de plástico plástica y las metieron en un coche que los terroristas habían aparcado dentro del recinto. Al rato, otras dos fueron llevadas al mismo vehículo. Allí mismo las dispararon a bocajarro desde atrás. Todo lo que pude hacer fue rezar por ellas. También recé por los terroristas para que Dios les perdonara.
¿Tuvo tiempo para pensar que lo iban a secuestrar, temió por su vida?
Cuando terminaron se acercaron a mí y me preguntaron si era musulmán. Les dije que no, que era cristiano. No me hicieron nada pero me metieron en otro coche. Ahí es cuando pensé que era mi turno, que me iban a matar. Pero cerraron la puerta y empezaron a conducir. Al poco tiempo de empezar el trayecto me cambiaron de coche y me encapucharon para que no pudiera ver dónde estábamos. Comprendí entonces que era un secuestro pero también pensaba que me podían disparar en cualquier momento.
Poco después me dejaron encerrado en una casa durante tres o cuatro días hasta que me cambiaron de ubicación. Me movieron de “casa” unas cinco o seis veces durante los 18 meses que estuve secuestrado. Siempre me sacaban con los ojos vendados para que no pudiera ver. Nunca estuve en ningún zulo o cárcel eran habitaciones de una vivienda, oscuras por lo general, algunas con ventanas aunque no me dejaban mirar a través de ellas. Podía escuchar a niños y mujeres cerca.
¿Se ha sentido culpable por ser el único superviviente de un ataque así?
No. De hecho nunca he tenido pesadillas, ni ataques de nervios, tampoco he sufrido depresión. Creo que fueron los rezos y la buena energía que me estaba llegando desde fuera lo que me dio la fortaleza para aguantar.
Intenté ponerme una rutina para hacer todo más llevadero. Me levantaba y daba las gracias a Dios por un día más. Rezaba el Ángelus y hacía oraciones por las hermanas muertas y por todas las víctimas. Hacía todas las oraciones de memoria y en voz alta para no olvidarlas.
¿Cómo fue todo ese tiempo encerrado? ¿Cómo era la relación con los secuestradores?
No había prácticamente ninguna comunicación con ellos porque no sé árabe. Sólo me preguntaban en inglés que si estaba bien. El primer día uno que hablaba más inglés sí me preguntó más sobre mí, cuánto tiempo llevaba en Yemen y otras preguntas del estilo. Pero más allá de eso no me pidieron que dejara mi religión y me convirtiera al islam, ni nada parecido. Físicamente no me torturaron. Tengo todos los dientes en su sitio. No hubo violencia física. Aunque evidentemente estaba secuestrado, sin libertad de movimientos, sin poder moverme de esas cuatro paredes.
Gracias a Dios no enfermé, sólo un par de veces tuve un poco de fiebre y pedí un paracetamol. Además, yo soy diabético y durante estos 18 meses no me pudieron dar insulina. A pesar de esto no estuve mal. Sí que perdí bastante peso, unos 20 kilos.
¿Qué le mantuvo tranquilo y cómo intentó sobrellevar tanto tiempo entre esas cuatro paredes?
Yo creo que las oraciones y los buenos pensamientos de gente de todo el mundo me salvaron. Mi propia confianza en Dios también me ayudó a sobrellevarlo. Sabía que nada malo me pasaría sin el conocimiento o la aprobación de Dios. Todo está escrito. Si me hubieran tenido que matar lo hubieran hecho, si me hubieran tenido que torturar, lo habrían hecho…
¿Pero nunca tuvo miedo?
No. Solía pensar que Dios tenía una especial de misión especial mí. De otra manera habría corrido la misma suerte que las hermanas asesinadas. Todo eso me dio la fuerza para seguir. Solía rezar pidiendo que me liberaran lo antes posible, que me dieran las fuerzas necesarias para completar esa misión.
¿A quién echaba de menos, en quién pensaba más durante su secuestro?
Pensaba mucho en mi familia, en mis hemanos y hermanas. Rezaba por todos ellos. Pero nunca supe lo que estaba pasando en el mundo real, estaba totalmente incomunicado y no tenía acceso a ningún tipo de información del exterior. Sólo sabía que la guerra en Yemen seguía por los ruidos de los aviones bombardeando que se escuchaban desde donde estaba.
¿Nunca perdió la esperanza de que le estaban buscando?
Solo lo imaginaba. Los secuestradores me obligaban a grabar vídeos pidiendo mi rescate. Pero sí que pensaba que esto llegaba a alguien y que estarían intentando buscarme y sacadme de ahí. Pero el tiempo pasaba y pasaba…
Otras personas que han pasado por situaciones de largos reconocen que la desesperación les llevó a tener pensamientos suicidas. ¿Fue también su caso?
No, yo nunca tuve esos pensamientos. Nunca quise matarme.
¿Supo en algún momento que le iban a liberar sus secuestradores?
Nunca lo supe hasta que ocurrió. Cuando un día me dijeron: tenemos buenas noticias, vamos a soltarte.
¿Les ha perdonado?
Desde el primer momento, cuando los vi matar a las hermanas, yo recé por ellos y pedí a Dios que tuviera misericordia con ellos. Aún hoy sigo rezando por ellos, espero que cambien algún día. Si no los hubiera perdonado, no estaría en paz conmigo mismo
¿Cómo ha cambiado su vida desde el secuestro?
Sigo siendo la misma persona, con el mismo carácter. Sí estoy aún más convencido de mi vida como sacerdote, ahora todo tiene aún más sentido. Soy más consciente que nunca que Dios está ahí.
¿Se ha planteado volver a Yemen o algún otro país en conflicto? ¿Valió la pena?
No me arrepiento de haber ido a Yemen a pesar de que sabía que era peligroso. Si sintiera la llamada de volver, lo haría sin ningún problema, sin miedo. Al fin y al cabo todos tenemos que morir algún día, y es mejor que sea por una buena causa. Y la gente de Yemen necesita ayuda.