Con el 63% del voto escrutado, el derechista Likud de Benjamín Netanyahu y la coalición centrista Azul y Blanco de Beny Gantz, mantienen el empate y sin lograr formar por sí mismos mayorías, lo que hace cada vez más probable un gobierno de unidad.
Aunque todavía queda mucho voto por contar, los resultados oficiales que ofrece el Comité Electoral Central dan una escasísima mayoría a Gantz, con un 25,66% de los votos frente al 25,03% que obtendría Netanyahu.
La tercera fuerza política sería la Lista Unida, que representa a la población árabe y obtiene en estos momentos un 10,71% del voto.
Ligeramente por detrás estarían el ultraortodoxo sefardí Shas (7,56%), Israel Nuestro Hogar, de Avigdor Lieberman (7,11%) y el también ultrarreligioso ashkenazí Judaísmo Unido de la Torá (UJT, con un 6,25%).
A la cola se encontrarían la coalición derechista Yamina (5,73%), la coalición de Laborismo-Guesher (4,81%) y Unión Democrática (4,3%), y el ultraderechista y racista Poder Judío, no lograría superar el umbral del 3,25% requerido para entrar en la Knéset (Parlamento).
Los medios israelíes dan datos extraoficiales pero filtrados desde el comité electoral con el 90% de voto escrutado, que mantienen esta tendencia.
Con estos, Azul y Blanco se situaría en 32 escaños (de 120), superando por uno al Likud, la Lista Árabe sería la tercera fuerza política, con 13 asientos, y Lieberman obtendría 9, igual que Shas y uno más que UJT.
Los últimos estarían Yamina, con 7 escaños, el Laborismo-Guesher con 6, y Unión Democrática que sacaría 5.
De este modo, ni el bloque de partidos de derecha, extrema derecha y religiosos ni el de partidos de centro e izquierda con los árabes podrían crear gobiernos de coalición.
El poder de dar el Ejecutivo a uno u a otro bloque reside en el derechista laico Avigdor Lieberman, que se niega a pactar con los ultraortodoxos y reclama la formación de un ejecutivo de unidad nacional con Likud y Azul y Blanco. Un pacto posible, pero que requeriría complicadas negociaciones, incluida la posible salida de Netanyahu, con quien Gantz aseguró en campaña que no gobernará.
De salir adelante ese ejecutivo de unidad (la "única opción", según Lieberman) los árabes quedarían como cabeza de la oposición, en una situación sin precedentes que les otorgaría gran visibilidad y acceso institucional a unos representantes históricamente boicoteados por el resto de formaciones.