El Papa Francisco no es tibio en la cuestión del cambio climático. Se le puede considerar un activista verde, con la diferencia que aporta su estatus y su altavoz. Su defensa de las principales políticas sobre la mesa para derrotar los peores augurios sobre el planeta choca en esta ocasión con otro gran actor internacional, el polémico y resonante presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. El motivo, la celebración de un sínodo para abordar los problemas del Amazonas, que se celebrará del 5 al 27 de octubre.
Ya en 2017, Francisco conminó a "encontrar nuevos caminos para la evangelización de este Pueblo de Dios, especialmente de los indígenas, a menudo olvidados y sin perspectivas de futuro sereno, también debido a la crisis de la foresta Amazónica, pulmón de capital importancia".
El Sumo Pontífice, en un viaje a Perú en 2018, se dirigió a estos hombres y mujeres asegurándose comprometido con sus territorios, "nunca tan amenazados como lo están ahora", apuntando al "neoextractivismo y la fuerte presión por grandes intereses económicos que apuntan su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro o monocultivos agroindustriales".
Cuando Francisco pronunció estas palabras, era enero, faltaban aún nueve meses para que Bolsonaro ganara las elecciones y cerca de un año para que jurara el cargo. Hoy, parecen dedicadas al mandatario: "Hemos de romper con el paradigma histórico que considera la Amazonia como una despensa inagotable de los Estados sin tener en cuenta a sus habitantes".
"Enemigos de la patria"
La semana pasada, en Nueva York, en la Cumbre del Clima de la ONU, Bolsonaro subió al atril y se desahogó después de varias semanas siendo señalado por inacción o indiferencia ante los graves incendios forestales en su país: "Es una falacia decir que la Amazonia es patrimonio de la humanidad y es un error, como atestiguan los científicos, decir que nuestros bosques son el pulmón del mundo". Acto seguido, acusó de "colonialistas" a todas las naciones que han ofrecido ayuda para sofocar el fuego o recuperar el patrimonio natural perdido.
Las críticas parten del propio Vaticano, donde los sectores más conservadores cuestionan que la Iglesia tenga que ocuparse de un asunto que podría considerarse ajeno a sus 'competencias' y que "dañaría la soberanía de algunos gobiernos". Sostienen además que el documento de trabajo contiene "herejías".
Los obispos brasileños reunidos en el encuentro preparatorio del sínodo, protagonistas involuntarios, han difundido un documento final en el que se dicen "criminalizados" y tratados como "enemigos de la patria" por Bolsonaro.
En la asamblea, a la que han sido convocadas más de 270 personas entre los obispos del área y expertos, también se hablará de la "rápida pérdida de biodiversidad" y "las consecuencias para el planeta, porque la selva amazónica constituye los pulmones vitales -Bolsonaro no lo cree así- para la atmósfera de la Tierra".