Con Evo Morales en México, Bolivia se adentra en un bosque que no tiene un escenario claro. La renuncia de Evo Morales después de lo que él ha considerado un golpe de Estado tras la presión opositora y de las Fuerzas Armadas deja al país andino en medio de un vacío de poder. El domingo no sólo renunció el presidente sino que con él lo hizo el vicepresidente, quien debía asumir el mando presidencial en caso de falta del jefe del Estado. Los otros dos poderes que están señalados en la sucesión directa, el presidente del Congreso de los Diputados y la presidenta del Senado, también dimitieron dejando un escenario lleno de incógnitas.
Los órganos ejecutivos y legislativos acaban su mandato el próximo 22 de enero donde deberán asumir los elegidos en las pasadas elecciones del 20 de octubre. Mientras tanto, las dos cámaras cuentan con una mayoría de dos tercios del MAS (Movimiento al Socialismo, partido de Evo Morales) que deberá votar en primer lugar la renuncia del que ha sido durante 13 años presidente y su vicepresidente. Existen dudas de si finalmente esa Asamblea Legislativa se podrá celebrar en las próximas horas. Los diputados y senadores 'masistas' no estaban muy convencidos de que se pudiera garantizar su seguridad después de ver los ataques a casas de gobernadores y hasta del propio ex presidente Morales.
La senadora de oposición Jeanine Áñez, la que ha sido siempre favorita para hacerse con el mando gubernamental al ser la vicepresidencia segunda del Senado, asumió este martes la presidencia interina de Bolivia dos días, en una sesión parlamentaria con la ausencia de la mayoritaria bancada del gobernante Movimiento Al Socialismo (MAS).
"Asumo de inmediato la Presidencia del Estado", proclamó la senadora de Unión Demócrata, que activó la línea sucesoria tras haber quedado rota al dejar Morales el poder y con él todos los cargos oficialistas que hubieran podido sucederle. Antes de asumir de forma interina la jefatura del Estado, fue designada presidenta del Senado, formando parte así del escalafón previsto por la Constitución boliviana para sustituir al jefe de Estado.
La Constitución boliviana establece que en ausencia del jefe de Estado asume la Presidencia, en este orden, el vicepresidente del país, el presidente del Senado y el del Congreso.
Todos estos cargos habían renunciado tras haber anunciado el pasado domingo su salida del poder Evo Morales.
“De manera constitucional voy a asumir primeramente la presidencia del Senado”, dijo al llegar a la Asamblea Legislativa, lo que le daría posteriormente el poder presidencial.
Protestas en las calles
En las barricadas de La Paz repiten que alguien del MAS “ya no más”. “Si gobierna alguien del MAS no nos moveremos de las calles” dice una señora con un casco rojo detrás de unas vallas que utilizan para cortar uno de los accesos a Plaza Murillo. Su marcha tampoco sería inmediata, dicen, “estaremos en las calles unas 48 horas más como mínimo desde que se haya formado un gobierno de transición”. Este gobierno de transición es la primera de las incertidumbres.
Los comités cívicos, que han dirigido las manifestaciones, piden que renuncien todos los diputados y senadores y que se elija “un gobierno de notables del país”, sin resolver muy bien quiénes serían esos “notables”. Sea quien sea, su labor será, en primer lugar pacificar el país, y en segundo llevarlo hacia unas nuevas elecciones que decidan el futuro de Bolivia. “Vamos a llamar a elecciones que reflejen el sentimiento de los bolivianos”, indicó Áñez dando ya por hecha su presidencia transitoria. Sobre estos comicios, todavía sin fecha, existen también numerosas cuestiones desde si habrá candidato del MAS hasta si la oposición se presentará unida.
Para esas elecciones, que ya convocó el todavía jefe de Estado el domingo, habrá una renovación total de los órganos electorales. De hecho, tras conocer el informe de la Organización de Estados Americanos que denunciaba “contundentes” irregularidades en el proceso electoral del 20 de octubre, la policía detuvo a la presidenta del Tribunal Supremo Electoral durante dichas elecciones y a uno de sus vocales. También aparecieron rumores, infundados por el líder cívico Luis Fernando Camacho a partir de Twitter, de una posible orden de arresto a Evo Morales.
El presidente anunció durante su comparecencia del domingo que se iba al Chapare, una zona del trópico boliviano donde empezó como sindicalista cocalero. Horas después México le concedió asilo político y viajó al país azteca. A su llegada al DF agradeció al presidente López Obrador su mediación. "Me ha salvado la vida, han puesto precio a mi cabeza", denunció al poco de aterrizar. También hacia México hasta 20 funcionarios a los que el gobierno de López Obrador (de izquierdas y cercano a Evo) dio asilo político.
El futuro político del país dependerá en buena parte de lo que ocurra en las calles. La policía levantó ayer el motín que desde el viernes por la noche tenía en todos los departamentos del país. Lo hizo sin conseguir las mejoras laborales que reclamaban, pero siendo una parte fundamental para obligar a Morales a la renuncia. El domingo por la noche, horas después de que los opositores celebrasen en las calles la marcha del ex sindicalista cocalero se produjeron saqueos, incendios de autobuses e incidentes en localidades como El Alto por parte de los seguidores de Evo Morales que consideran esta situación un golpe de Estado. También se registraron ataques a casas de representantes opositores y representantes gubernamentales como el destrozo de la casa del ya ex presidente.
Los incidentes no acabaron el domingo y continuaron el lunes con el intento de asalto por parte de los militantes masistas a la Universidad Pública de El Alto al grito de “Camacho, racista” (uno de los líderes de los comités cívicos), la quema de un retén policial, el destrozo de otro o el cierre de la carretera que une La Paz con El Alto, entre otros hechos. La normalidad en el centro de la capital política del país tampoco es tal ya que continúan las barricadas y las calles cortadas custodiadas por opositores. “Por si vienen los del MAS”, avisan. Así, en el país se mezclan para los próximos días la tensión en las calles, la incertidumbre política y la necesidad de un gran acuerdo entre las principales organizaciones para poder establecer unas elecciones que marquen el futuro del país.