Los ataúdes en medio de la calle, mientras familiares y amigos de los difuntos corren escapando de los gases lacrimógenos de los policías, quedarán como una de las imágenes más tristes de la larga crisis que sufre Bolivia.
Miles de personas corrían despavoridas en pleno centro de La Paz tras haber llegado pacíficamente este jueves a una marcha de protesta, con los féretros que contenían los restos mortales de varios de los fallecidos por disparos en un operativo policial y militar.
Alguno de los ataúdes acabó sobre un blindado del Ejército cerca del palacio de Gobierno de la presidenta interina Jeanine Áñez.
Una marcha en paz
La marcha había salido por la mañana desde Senkata, el lugar de la ciudad de El Alto donde hace dos días un operativo de fuerzas de seguridad frente a una refinería dejó ocho muertos por disparos, cuya autoría se investiga mientras el Gobierno de Áñez niega que fueran los militares.
La bajada de una interminable columna de gente desde El Alto a la vecina ciudad de La Paz transcurría tranquila, sin que nada hiciera augurar su triste final.
Frente a la iglesia de San Francisco, icono del centro paceño, la muchedumbre se comenzaba a agolpar ante un cordón policial sin saber qué pasaba, hasta que alguna chispa hizo estallar el ambiente y comenzaron los gases, las carreras y las escenas patéticas.
Familiares, amigos y compañeros que llevaban los féretros no tuvieron más remedio que dejarlos en medio de la calle para refugiarse donde podían, muchos pidiendo ayuda a las puertas de la iglesia por los efectos de los gases.
"Nos tratan como perros", gritaba una mujer, quejándose de que "primero nos matan, ahora nos gasifican", mientras otros a su alrededor culpaban de tanta violencia a la presidenta interina.
Áñez lamenta las muertes
Jeanine Añez enviaba por la noche un mensaje al pueblo boliviano lamentando las muertes, dos días después de que los ocho fallecidos por disparos elevaran a 32 los muertos en más de un mes de conflicto.
"Lamentamos desde el corazón las muertes de nuestros hermanos en El Alto", exclamaba desde el palacio de Gobierno en La Paz.
"Nos duelen, porque somos un Gobierno de paz", aseveraba la jefa de Estado interina, para ofrecer a su "gabinete en pleno" con tal de "comenzar a dialogar inmediatamente" con los sectores que no le reconocen y anhelan la vuelta de Evo Morales.
La figura del que fuera presidente del país por casi catorce años sigue bien viva en Bolivia, presente en la política boliviana ahora desde su asilo en México.
Para "profunda molestia" del Gobierno provisional de Áñez, que a través de su Cancillería entregó a la embajadora de México en La Paz, María Teresa Mercado, una "protesta formal".
La ministra interina de Relaciones Exteriores de Bolivia, Karen Longaric, llevaba días transmitiendo quejas hacia el Ejecutivo del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrado,r por permitir que Morales siga haciendo política desde México, contraviniendo a su juicio normas de asilo.
Pero el detonante de la protesta formal es un video en el que supuestamente Evo Morales "conspira" animando a un líder cocalero a mantener las protestas contra el Gobierno interino de Áñez.
"Morales incita a la violencia desde México", advierte la Cancillería.
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