París

Tras nueve días de huelga en contra de la reforma de las pensiones en Francia, ciudadanos y comerciantes comienzan a estar cansados de la parálisis parcial en la que vive el país y temen que el movimiento se prolongue y afecte a las fiestas navideñas.

El fantasma de 1995, cuando los sindicatos lograron paralizar el país durante tres semanas -lo que obligó al gobierno conservador dirigido entonces por Alain Juppé a recular en su proyecto de reforma de la seguridad social- vuelve a planear sobre el país.

Esta vez es un discípulo de Juppé, el primer ministro, Edouard Philippe, quien pilota la de las pensiones, con la táctica clara de no repetir los errores de su admirado antecesor.

Los sindicatos no están dispuestos a relajar la presión que ejercen esencialmente con la parálisis de los transportes públicos y el próximo martes han convocado una gran jornada de huelga y manifestaciones en todo el país.

En ese contexto, los ciudadanos temen de que las posiciones sindicales y las del Gobierno se polaricen y que eso se traduzca en un alargamiento del conflicto social y de los paros.

Desde Bruselas, donde participó en la cumbre europea, el presidente, Emmanuel Macron, mostró su solidaridad con los afectados por los paros y pidió al Gobierno que siga avanzando en la adopción de una reforma que consideró "histórica".

Aunque el porcentaje de huelguistas no ha dejado de bajar en la compañía de ferrocarriles SNCF -de más del 55 % el 5 de diciembre al 13,3 % registrado este viernes-, sigue siendo muy alto entre los maquinistas, superior a los dos tercios, lo que obliga a suspender numerosos trenes.

Colapso en el transporte

Una situación que se prolongará como mínimo hasta el martes próximo, aunque la dirección de la SNCF reconoció que ya está preparándose para afrontar unas navidades complicadas.

En previsión de que eso ocurra, ha limitado las ventas de billetes para esos días y dará prioridad al transporte de los usuarios que ya los hayan adquirido, pese a que tenga que concentrar los horarios, explicó una portavoz de la empresa.

El próximo martes, anunciará los trenes que se mantienen hasta el domingo 22 y el jueves dirán los que circularán en Nochebuena y Navidad.

"Es una situación insostenible. Es necesario que se sienten a negociar cuanto antes y que se vuelva la normalidad", afirmó a Efe el vicepresidente de la Asociación de Usuarios de Transportes Públicos de la región de París, Michel Babut.

"El recuerdo de 1995 está presente, pero los sindicatos y el Gobierno deben saber que los franceses no soportarían unas navidades sin poder pasarlas con la familia", agregó.

Las imágenes de aglomeraciones en las paradas de tren, metro y autobús, las quejas constantes de los usuarios, que ven multiplicado el tiempo para llegar a sus puestos laborales, están comenzando a provocar agotamiento, aunque las encuestas indican que una mayoría de los franceses apoya aún a los huelguistas.

Alarma comercial

Otra señal de alarma llega desde los comerciantes, que alertan de las consecuencias que para sus ingresos puede tener la sucesión de días de huelga.

Entre el 30 y el 50 % de caída de la facturación en determinados sectores, según la Cámara de Comercio de la región de París, que recuerda que las tiendas de juguetes venden el 20 % de su año en diciembre.

A los cierres forzosos por empleados que no pueden llegar a las tiendas y la caída de clientes se suma el "efecto dominó" que provoca la sucesión de conflictos sociales, que a su juicio está degradando el atractivo de la capital tanto para los turistas como para la organización de ferias y congresos.

La actividad comercial estaba volviendo a la normalidad tras las dificultades de principios de año causadas por las manifestaciones de los "chalecos amarillos".

Otro punto sensible son las refinerías de combustible, un sector controlado por el sindicato CGT, el más radical de todos y que está demostrando un gran poder de movilización en los transportes públicos.

Según la central, cuatro de las ocho refinerías que hay en Francia están en huelga. La patronal del sector, por su parte, asegura que, por el momento, no hay problemas de escasez de combustible.

Las reservas que tiene el país para casos de emergencia no han comenzado a ser utilizadas y solo un 1,6 % de las gasolineras se ha visto afectada por falta de aprovisionamiento, que la patronal achaca al exceso de celo de los consumidores frente al temor por la escasez.

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