El Papa Francisco en una imagen de archivo

El Papa Francisco en una imagen de archivo Reuters

Mundo Vaticano

"Hitler fue un gran sacerdote populista": el Papa Francisco arremete contra los dictadores

El nuevo libro del Papa reflexiona sobre los populismos y sus líderes: "Son hombres y mujeres que piensan sólo en si mismos". 

8 marzo, 2020 02:21
Roma

En su nuevo libro, Yo creo, nosotros creemos, el Papa Francisco avisa del peligro que suponen los populismos. En la obra, cuyo subtítulo reza: "Una reflexión inédita acerca de las raíces de nuestra fe", trata sobre todo de religión, pero no sólo. Además de hablar del juicio universal, de la resurrección, del infierno y de satanás; el Santo Padre analiza el mundo seglar mencionando la "opresión" que ejercen los populismos sobre los más desfavorecidos, una comunidad que el actual Obispo de Roma tiene como prioridad dentro de su pontificado. Para ello, pone como ejemplo a dictadores del pasado, como Hitler o Napoleón.

Bien es conocido, siguiendo sobre todo la prensa italiana, que el Papa Francisco no tiene una buena consideración acerca de los populismos, tanto del pasado como los actuales. Pero esta vez, también lo ha dejado patente por escrito, en su nuevo libro: "El populismo oprime el pobre e instrumentaliza la fe", explica el Pontífice, quien añade: "Otra característica del populismo es que construye un culto alrededor de su portavoz", entendido como el "gran sacerdote".

El primer papa sudamericano pone ejemplos concretos: "Hemos conocido muchos de ellos, como Hitler. Con pensar en él, es suficiente. Él fue un gran sacerdote populista y se creía un elegido, un dios". Y asegura: "Los populistas son hombres y mujeres que piensan sólo a sí mismos y no a los demás, que dejan abandonan a la miseria o a la muerte".

Hitler no es él único ejemplo que pone para describir el peligro de los líderes populistas: "Los populistas alimentan el culto acerca de ellos mismos y, en este sentido, la historia de Napoleón es emblemática", explica el Papa Francisco. "Es la historia del hombre seguro de sí mismo que se coronó en solitario y que experimentó un placer perverso a la hora de encarcelar a un papa".

Lenguaje de odio

En otro orden de cosas –y salvando las distancias–, Jorge Mario Bergoglio tiene muy presente en Italia, en los últimos años, al líder soberanista de la Liga, Matteo Salvini, como quintaesencia de una política populista que apunta sólo a acrecer el "lenguaje del odio". A menudo, y más o menos veladamente, el jefe leguista ha querido apropiarse de determinados símbolos cristianos, como el Evangelio o el crucifijo, para ganar votos entre los católicos italianos.

El Santo Padre de origen argentino, en su nuevo libro, aprovecha para recordar el verdadero sentido de la tradición: "A veces pensamos que la tradición implique construir un museo de las cosas, de modo que la Iglesia termina siendo un museo. Pues no, la tradición es algo vivo, no una colección de objetos y ritos. Y tiene que crecer, como las raíces que permiten que un árbol crezca para que dé flores y frutos", asegura el Papa Francisco en su nuevo libro mencionando la importancia del "amor" como hilo conductor.

"La reflexión del pontífice argentino es muy fuerte", aseguró esta semana, por ejemplo, el periódico italiano Il Giornale en un artículo titulado El Papa truena en su nuevo libro: "Ha querido escoger palabras muy precisas. La rigidez, al fin y al cabo, no es sinónimo de una fe vivida plenamente, todo lo contrario. Y añade: "La visión del jesuita sigue siendo muy compleja. Desde la política hasta la teología, nada ha sido dejado al azar".

En los últimos días, el estado de salud del Papa Francisco ha sido motivo de preocupación, no obstante se tratara de un simple resfriado. Hace una semana, en el Ángelus, el propio Santo Padre anunció, mientras tosía desde el célebre balcón del Palacio Apostólico que se asoma a la Plaza de San Pedro; que no iba a poder asistir a sus citas previstas en relación a la Quaresma.

La "leve indisposición" del papa, tal como la definió la propria Santa Sede, fue motivo de cierta proecupación en los medios italianos, simplemente por el momento de atención que el país con forma de bota está viviendo en relación al coronavirus. El hecho de remarcar de que se tratara de un mero "resfriado" por parte de la prensa, ha limitado la preocupación de la Opinión Pública acerca de un posible contagio del pontífice por Covid-19. Así pues, el Papa Francisco está fuera de peligro.

Sin embargo, este viernes se ha anunciado, desde la Santa Sede, el primer caso de coronavirus en el Vaticano. A partir de ahora todos los ambulatorios del sistema sanitario del país más pequeño del mundo quedarán cerrados hasta nueva orden. La noticia saltó a los medios después de que las autoridades médicas vaticanas detectaran el primer caso de coronavirus registrado dentro del Estado del Papa.

Tal como ha afirmado el portavoz Matteo Bruni, sólo quedará operativo el sistema de "urgencias". Las autoridades médicas vaticanas, por su parte, ya están coordinándose junto a sus homólogas italianas, sobre todo tras las contundentes medidas sanitarias aprobadas por el Gobierno transalpino de Giuseppe Conte, en los últimos días, a golpe de decreto ley. Así pues, en cuestión de pocos días, el Vaticano está empezando a tomar medidas preventivas parecidas a las que está tomando Italia para contrastar el Covid-19.

En el nuevo libro del Papa Francisco, cuyo título en italiano es Io credo, noi crediamo, publicado esta semana en Italia; recoge las reflexiones y las conversaciones del Santo Padre emitidas por la conocida cadena televisiva católica TV 2000, propiedad de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI).

El Obispo de Roma, tal como explica por ejemplo el conocido diario transalpino Corriere della Sera, explica en esta obra el sentido de una fe que no es una "ideología" vinculada a la realidad: "Nuestro comandamiento principal es el amor". En uno de los párrafos más significativos, el Papa Francisco, explica: "Cuando veo a unos cristianos demasiado limpios, que poseen todas las verdades, la ortodoxia, la doctrina verdadera y son incapaces de ensuciarse las manos para ayudar a alguien a levantarse; a esos cristianos yo les digo que no son cristianos, sino teístas con agua bendita cristiana. Todavía no habéis llegado al cristianismo".