"Jesús es mi vacuna"; "Mostradnos los datos"; o un expeditivo "Dejadnos libres". Pancartas, mensajes escritos sobre grandes camiones o expresados a voz en grito, con la melodía de las bocinas de decenas de vehículos: con las consecuencias de la pandemia aún por definir en el horizonte, ni siquiera los datos más actuales sobre víctimas mortales apacigua los ánimos en algunas regiones de Estados Unidos, donde no solo se pide una reactivación de la vida económica y social, sino que se pone en duda la gravedad de la situación.
La imagen de sanitarios apostados frente a marchas de vehículos tiene mucho de simbólico. Ocurría en Denver (Colorado), aunque la escena se ha repetido en varias ciudades del país, aquellas donde hay más tirón conservador. Instigados por la locuacidad del presidente Trump, que día sí y día también siembra de dudas la incidencia real del coronavirus y adorna sus palabras con una grandilocuencia que espolea las teorías conspiranoicas o, cuanto menos, las que opinan que las restricciones a los movimientos resultan desproporcionadas.
Hasta el momento, Estados Unidos es el país más afectado por la enfermedad. Hasta este lunes, se contaban más de 770.000 infectados, con más de 41.000 muertos por Covid-19. Y si bien es cierto que, en el contexto de una población de 330 millones de personas, hay bastante diferencia entre zonas en cuanto a incidencia, la errática política de Washington al respecto amenaza con no atajar el problema.
De ahí que sean los gobernadores de los estados más afectados los que hayan optado por poner en marcha medidas de cuarentena que, como en el resto del planeta, sirven para reducir la propagación a costa de un frenazo económico. Y este punto es precisamente el eje del discurso 'negacionista' de Donald Trump, que asegura que, a la hora de tomar estas decisiones, "algunos gobernadores han ido demasiado lejos y algunas de las cosas que han sucedido tal vez no sean tan apropiadas", según dijo en la sesión informativa del sábado.
El problema es que el escaso apoyo a estos líderes de Michigan, Minnesotta o Virginia, incluso con tuits en contra, les coloca en una delicada situación -algunos hasta habrían recibido amenazas- ante las protestas que se viven en las calles, de personas de las que el presidente aseguró que "tienen derecho", que son "una gran gente" y que con estas restricciones "les quitaron la vida y quieren volver a trabajar cuanto antes porque aman nuestro país", según recoge New York Post.
En Denver, la capital del estado de Colorado, fue donde se vivieron escenas de mayor tensión. Desafiando las directrices de distanciamiento social establecidas por las autoridades locales, no solo colapsaron las principales avenidas próximas al Capitolio del estado, sino que se reunieron en un parque con banderas, pancartas y cánticos: "Libertad sobre el miedo", "Prefiero arriesgarme al coronavirus que al socialismo" son algunos ejemplos. Y es que una de las cosas que censuran al gobernador es que el el costo económico derivado de las medidas no compensaba las vidas que podría salvar; un número que, según entendían y así lo recogía la prensa local, no sería muy elevado.
Precisamente en uno de los estados tradicionalmente con mayor querencia hacia el bando republicano, Texas, su gobernador Greg Abbott ya ha anunciado que será uno de los primeros en comenzar el proceso de vuelta a la normalidad.
Controlar el virus ayudará a la economía
Los expertos, no obstante, piden al presidente que busque más colaboración de la ciudadanía. Según el doctor Anthony Fauci, citado por Daily Mail, "las medidas de contención no pueden funcionar si no existe cooperación por parte de la gente y de las autoridades", asegura. "A menos que controlemos el virus, la verdadera recuperación económica no se producirá", concluye.
Pese a este furor en algunas zonas, parece que la opinión mayoritaria sigue siendo la de apostar por la cautela. Una encuesta difundida el pasado domingo por NBC News y The Wall Street Journal reveló que el 58% de los encuestados admiten estar preocupados ante la posibilidad de que se relajen las medidas antes de tiempo. Un 32% al revés, temen que el confinamiento dure demasiado. Son menos, pero a la luz de estas protestas, hacen más ruido.