El coronavirus le está pasando factura a la isla de Lampedusa. Hasta el punto que el Gobierno italiano ha enviado un crucero para que ejerza de buque-cuarentena y así aislar a los refugiados que pudieran ser focos de contagio. El territorio siciliano, conocido por ser el cruce del Mediterráneo central entre África y Europa, estos días se está viendo desbordado en términos de números de migrantes presentes en la isla transalpina. En los últimos días, el centro de acogida ha llegado a hospedar incluso más de 1.000 migrantes y refugiados, cuando sólo puede acoger, oficialmente, a 95. Así pues, diez veces más su capacidad real. A menudo, de forma más o menos controlada, los migrantes y refugiados del centro de acogida de Lampedusa salen por el lado norte del recinto para luego pasear por el homónimo pueblo, de 5.000 habitantes. El alcalde de la isla, Salvatore Martello, hace varios días que lamenta en los medios de comunicación el estado de la isla.
En Lampedusa, este verano, se unen dos realidades distintas. Por un lado, la convivencia con el coronavirus, como está ocurriendo en el resto del territorio con forma de bota. Por el otro, la habitual gestión del fenómeno migratorio; que involucra estructuralmente a Lampedusa todos los días del año, pero más concretamente durante los meses más caluroso del año. Con la llegada del buen tiempo, los barcos que zarpan desde Sfax (Túnez) o Zuara (Libia), por ejemplo, son cada vez más frecuentes. A menudo, las embarcaciones procedentes de las costas tunecinas son incluso imperceptibles, ya que se trata de pequeños barcos sin ni siquiera comunicaciones telemáticas. En la madrugada del pasado 2 al 3 de agosto, por ejemplo, llegaron a la isla siciliana un total de ocho barquitos, con unas 25 personas cada uno. Es así como, incluso en un mismo día, el centro de acogida de Lampedusa alcanza rápidamente la sobreocupación.
Casi todo lo que ocurre en Lampedusa, en Italia suele tener una lectura nacional. Como de costumbre y alimentando la polémica política a través de su propaganda nacionalista, el soberanista líder de la Liga y jefe de la oposición italiana, Matteo Salvini, no pierde la ocasión para culpar al primer ministro, Giuseppe Conte, de la situación: “Un Gobierno que renueva el estado de emergencia y permite el desembarque de miles de personas que luego contagian a media Italia es un Gobierno surrealista, cómplice del tráfico de seres humanos”.
Líder de la oposición
No es casual que Salvini aproveche la coyuntura lampedusana contra el Ejecutivo, porque el año pasado, por estas mismas fechas, el líder leguista era ministro del Interior en el anterior Gobierno de Conte. El pasado agosto, Salvini fue quien encabezó el pulso contra el barco Open Arms, de la homónima ONG española, dejándolo a la deriva 21 días a un kilómetro de la costa de Lampedusa. La gestión del caso, ebrio de poder al pensar que podía tumbar su propio Ejecutivo como socio minoritario del mismo, le pasó factura y le llevó directamente a ser líder de la oposición. Actualmente, sigue siéndolo, pero en los últimos meses su popularidad ha caído en picado. A lo largo de la emergencia sanitaria del coronavirus, la soberanista Liga ha pasado del 34% al 24% en los sondeos.
“No podemos permitir que se entre en Italia de forma irregular”, asegura el primer ministro italiano, Giuseppe Conte, el líder más apreciado entre los transalpinos atendiendo a las últimas encuestas de opinión realizadas en el país. Y añade: “Tenemos que ser duros e inflexibles, la comunidad internacional ha hecho muchísimos sacrificios. No podemos permitir que haya migrantes que intenten escaparse de los controles sanitarios”. Mientras tanto, Italia ha acelerado los acuerdos con Túnez para que a partir de este lunes empiecen las primeras devoluciones hacia el país norteafricano. Los guardacostas tunecinos, en los últimos días, ya han reforzado los controles en sus aguas territoriales obligando a las pequeñas embarcaciones que se dirigen hacia Italia que den marcha atrás.
Ferry 'Azzurra'
Las autoridades italianas, finalmente, han procedido con el envío de un crucero vacío para acoger a los migrantes y refugiados que deben respetar los 14 días de cuarentena para descartar la positividad por coronavirus. El ferry Azzurra, de la compañía transalpina Grandi Navi Veloci (GNV), tiene una capacidad de hasta 700 personas y a partir de ahora será el lugar de alojamiento de todos aquellos que lleguen a Lampedusa; bien tras ser rescatados por la Guardia Costera, por las ONG humanitarias o bien cruzando autónomamente el Mediterráneo Central. El buque de transporte de pasajeros Azzurra ya está operativo tras haber pasado unas inspecciones técnicas destinadas a cumplir con los objetivos de protección sanitaria propios de la actual fase de contención de la Covid-19. El Azzura ya ha procedido con el embarque de los primeros 350 migrantes y en estos días hará lo propio también con el resto de personas alojadas en el centro de acogida. Mientras tanto, el Gobierno italiano, a través de la ministra del Interior, Luciana Lamorgese, asegura que ya está listo el alquiler de un segundo crucero.
Lampedusa, la isla más alejada del territorio italiano, se encuentra en el centro del Mediterráneo central, entre Libia, Sicilia, Malta y Túnez. Los migrantes que zarpan desde Libia, tras pagar a los traficantes de seres humanos que los transportan, suelen apostar por llegar, al menos, a las aguas internacionales. El objetivo es que la Guardia Costera italiana o las ONG humanitarias procedan a su rescate justo después del mar territorial libio, bajo la coordinación de la central operativa de rescate de la Capitanía Marítima en Roma. En los trayectos entre Túnez y Lampedusa, a veces las pequeñas embarcaciones logran alcanzar directamente las aguas de la isla siciliana, donde sucesivamente la Guardia Costera italiana actúa para que los migrantes desembarquen en condiciones de seguridad, antes de ser trasladados directamente al centro de acogida.