El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, han pisado fuerte el acelerador este fin de semana tras la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg y han prometido una nominación al banco del Tribunal Supremo antes de que los estadounidenses acudan a las urnas el próximo 3 de noviembre. Una maniobra que no ha dejado indiferente a nadie.
Los demócratas han manifestado su indignación y ya hablan de tomar medidas drásticas en caso de que obtengan el control del Senado y vuelvan a la Casa Blanca en noviembre; algunos incluso reflexionan abiertamente sobre un trastorno histórico en la composición de la Corte y de agregar escaños al banco de nueve miembros para diluir la mayoría conservadora. Esto último es algo que no se ha contemplado desde la época del presidente Franklin Roosevelt, quien presentó ante el Congreso -sin éxito- un plan de reforma del Supremo en 1937.
Por su parte, la senadora republicana por Maine, Susan Collins, fue de las primeras en compartir sus reticencias sobre el plan de Trump de cerrar la renovación del Tribunal Supremo antes de la cita con las urnas. En un comunicado emitido el sábado, Collins dijo que el Senado podría comenzar a considerar una nominación, pero no debería votar antes de las elecciones. "Para ser justos con el pueblo estadounidense, que reelegirá al presidente o seleccionará uno nuevo, la decisión sobre un nombramiento vitalicio para la Corte Suprema debe ser tomada por el presidente que sea elegido el 3 de noviembre".
La senadora republicana por Alaska, Lisa Murkowski, se mostró de la misma opinión en una entrevista concedida el viernes poco antes de la noticia de la muerte de la jueza Ginsburg. En el extremo opuesto, otros republicanos han respaldado una votación anticipada: incluido el senador de Carolina del Sur Lindsey Graham, presidente del Comité Judicial del Senado, que previamente había prometido no apoyar la confirmación de un candidato de Trump en un año de elecciones presidenciales pero que cambió de opinión el sábado.
¿Por qué tanta prisa?
La muerte el pasado viernes de Ruth Bader Ginsburg, segunda mujer en la historia en ser nombrada Jueza del Tribunal Supremo y reconocido icono liberal, le brinda a Trump la oportunidad de nombrar a su tercer juez en el máximo órgano judicial de EEUU. Hasta ahora, la Corte estaba formada por cinco jueces conservadores y cuatro liberales.
Trump se juega mucho con esta nominación. Consciente de que se enfrenta a un potencial déficit histórico de votantes femeninas, en parte debido a su desaprobación por su manejo de la pandemia, el presidente estadounidense se refirió a la muerte de Ginsburg momentos después de subir al escenario en su mitin de campaña en Fayetteville, Carolina del Norte, el sábado por la noche, llamándola "gigante legal" cuyas "sentencias históricas, feroz devoción a la justicia y su valiente batalla contra el cáncer inspiran a todos los estadounidenses".
Al grito de la multitud de "¡Ocupa ese asiento!", Trump dijo que no había tomado una decisión final, pero que estaba inclinado a elegir a una mujer y confirmó que daría a conocer el nombre de su candidata a finales de la semana en curso. "Será una mujer, una mujer muy talentosa y muy brillante", dijo Trump, después de que la multitud aplaudiera abrumadoramente ante la idea de tener una mujer como nominada. "No he elegido todavía, pero tenemos muchas mujeres en la lista".
El pasado 9 de septiembre, el Ejecutivo actualizó su lista de candidatos (después de haber circulado más de 20 nominaciones potenciales en los últimos meses) al Tribunal Supremo, incluyendo dos de las que se perfilan como favoritas:
Barbara Lagoa, elegida por el gobernador Ron DeSantis para la Corte Suprema de Florida y nombrada por Trump a la Corte de Apelaciones del 11° Circuito de EEUU en 2019. Anteriormente, Lagoa fue la primera mujer hispana y la primera mujer cubanoamericana en la Corte Suprema de Florida, estado que se ha convertido en un campo de batalla en la campaña presidencial.
De ser nombrada para el Supremo, sería la segunda jueza de ascendencia latina en el alto tribunal, uniéndose a la jueza Sonia Sotomayor, quien se convirtió en la primera representante latina en el banco del Supremo en 2009. Además, Lagoa cuenta con el respaldo de muchos evangélicos, algo sumamente valioso en estas elecciones.
Amy Coney Barrett, ex secretaria del difunto juez Antonin Scalia, fue elegida por Trump para ocupar un puesto en la Corte de Apelaciones del Séptimo Circuito de EEUU. Previamente, Barrett se fogueó en el ámbito académico dando clases de Derecho en la Universidad de Notre Dame.
Durante su audiencia de confirmación para ocupar el puesto en la Corte de Apelaciones tuvo un intercambio contencioso con la senadora de California Dianne Feinstein, la principal demócrata en el Comité Judicial del Senado, quien le preguntó sobre escritos anteriores sobre la fe y la ley. Es importante recordar que Barrett aparece citada en una publicación de 2013 afiliada a Notre Dame diciendo que creía "muy poco probable en este momento" que la Corte Suprema anulase el fallo Roe v. Wade, la histórica decisión de 1973 que legalizó el aborto en Estados Unidos.
El líder de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, ha hablado con Trump más de una vez este fin de semana y le ha indicado que él y los senadores republicanos conocen bien a Barrett, lo que sugiere que su nominación podría avanzar más rápido porque conocen su historial, según una fuente familiarizada con el asunto citada por CNN. La posible nominación de Barrett fue recibida con una fuerte oposición por parte del líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, quien dijo en una conferencia de prensa el domingo por la noche que ella "representa todas las cosas en contra de Ruth Bader Ginsburg y tantas cosas en contra de las que está la gran mayoría de los estadounidenses."
¿Quién elige a los jueces?
Los jueces del Tribunal Supremo, al igual que los jueces del Tribunal de Apelaciones y los del Juzgado del Distrito son nominados por el presidente de Estados Unidos y confirmados por el Senado, según establece la Constitución. Los senadores o, a veces, miembros de la Cámara que pertenecen al partido político del presidente, recomiendan candidatos potenciales.
El Comité Judicial del Senado generalmente realiza audiencias de confirmación para cada candidato. Cabe destacar que el artículo III de la Constitución establece que estos funcionarios judiciales son nombrados de forma vitalicia. Aunque la Constitución no establece requisitos específicos para los jueces, los miembros del Congreso, que suelen recomendar candidatos potenciales, y el Departamento de Justicia, que revisa las calificaciones de los candidatos, han desarrollado sus propios criterios informales en los últimos años.
El calendario legislativo actual tiene programados 13 días laborables en el Senado desde ahora hasta el 3 de noviembre, lo que complica la realización material del plan de Trump de nombrar al nuevo miembro del Tribunal Supremo antes de las elecciones.
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