Ha sido una semana convulsa en el seno de la oposición democrática de Venezuela. Y de mucho trabajo en el Ministerio de Exteriores. El Gobierno de España, que es el más cercano histórica, emocional y socialmente al país caribeño, quiere diseñar con el equipo de Joe Biden "un plan que reunifique a la oposición". El departamento de Arantxa González Laya y Moncloa quieren aprovechar el cambio de guardia en Washington para retomar su liderazgo en la comunidad internacional en el acompañamiento a la resistencia venezolana.
"Nuestra actitud será trabajar de la mano con ellos", explican fuentes de Exteriores "pero ser nosotros los propositivos". Es decir, que el plan que se ha seguido hasta ahora, de palo y zanahoria, siga siendo la guía. Y se asuma también al otro lado del Atlántico.
Desde que gobierna Pedro Sánchez, España ha sido firme con Nicolás Maduro pero proclive a darle incentivos para que negocie una salida: sin cargos para él y sin violencia en las calles. "Seremos activos en cuanto al rumbo que debe de tener la acción internacional respecto a Venezuela", anuncia esta portavoz, "pero siempre dentro del marco de la Unión Europea".
España cree que ir de la mano de sus socios en la UE le da fuerza. Y lo cierto es que los Veintisiete atienden a la guía del Ejecutivo español en el abordaje del asunto venezolano. "Por eso, nuestra idea de que no había que reconocer las elecciones legislativas fraudulentas del pasado diciembre sirvió de algo", explican las citadas fuentes, "porque era toda la Unión la que la defendió".
División opositora
El empeño de la resistencia venezolana por que sigan reconociendo a Juan Guaidó como el único interlocutor legítimo del país caribeño los más de 60 países que ya lo hacían es común a todas las facciones... al menos de puertas afuera.
Pero la estrategia que siguen unos y otros es distinta. Con matices en la terminología que parecen nimiedades, pero que en el lenguaje diplomático significan mucho. Por ejemplo, unos buscan "mantener el reconocimiento inequívoco" como "presidente encargado por mandato constitucional" para Guaidó. Y los otros, que la deslegitimación de las "elecciones fraudulentas" convocadas por Nicolás Maduro el pasado diciembre sea el motivo para "no reconocer la Asamblea constituida" y continuar, entretanto, las relaciones con la otra.
Es decir, unos quieren que la legalidad internacional estire el chicle de una operación que no pudo triunfar cuando EEUU, España y Rusia pusieron todo a punto, en la llamada Operación Libertad de abril de 2019. Esto significaría que la legitimidad jurídica para operar en los mercados internacionales sería de Guaidó y la vieja (¿vigente?) Asamblea Nacional, de mayoría opositora.
A Moscú, por citar a un operador clave, no le gusta esto. Tampoco al Gobierno chino, porque prefieren renegociar la deuda impagada con quien efectivamente ejerce el poder. A Maduro le pueden seguir cambiando obligaciones incumplidas por contratos y concesiones petroleras.
Y los otros apuestan por hacer de la necesidad virtud. Es decir, asumir que Guaidó es el líder, sí. Pero que se ha agotado la legitimidad constitucional que tuvo desde enero de 2019, por el evidente fraude de las presidenciales del año anterior, que impidió su reconocimiento por la inmensa mayoría de los países del planeta. Y que es hora de negociar.
Como ésa es la posición que se trasluce de los movimientos de la Unión Europea y como en Estados Unidos ya no manda Donald Trump, esta aproximación se reivindica como la más "pragmática".
División española
La diplomacia europea está liderada por el Alto Representante Josep Borrell, un español que ocupaba el Ministerio de Exteriores antes que Arantxa González Laya. La actual titular de la cartera sigue su enfoque, que se inauguró ya en el verano de 2018 con un encuentro mano a mano con Jorge Arreaza, su homólogo en el gabinete chavista.
Aquel día anunció, por ejemplo, que España no seguiría "por la vía de las sanciones". El canciller caraqueño sonrió a su lado y declaró "el triunfo de la diplomacia bolivariana".
Pero la otra ala opositora se escama con el actual Ejecutivo español. Aquel primer contacto tras la llegada de Sánchez al poder, la presencia de Pablo Iglesias en el Ejecutivo, la reticencia de Sánchez primero a reconocer a Guaidó cuando juramentó, su posterior renuncia a recibirlo cuando visitó Madrid hace ahora un año y el protagonismo de José Luis Rodríguez Zapatero -el anterior presidente del Gobierno socialista- en la gestión del "asunto venezolano" provocan reticencias. Y escenas como la de esta semana en el pleno del Parlamento Europeo.
Leopoldo López Gil, padre del héroe opositor y eurodiputado por el PP, arremetió contra la bancada socialista por apostar por lo que él cree un "diálogo tramposo" y lo que España considera que es elegir la vía "pragmática".
Pero lo curioso es que una semana antes, su hijo y líder de Voluntad Popular se había visto "cordialmente" en Madrid con Iratxe García, líder no sólo del PSOE en la Eurocámara, sino de todo el grupo socialista europeo. Fuentes presentes en la cita explican a este periódico que la conversación de Leopoldo López con la líder socialista se condujo en plena sintonía y que ambas partes se emplazaron para seguir trabajando unidas.
Fuentes populares en Europa, sin embargo, insisten en que "el PSOE se negó este jueves a reconocer a Juan Guaidó como presidente legítimo de Venezuela". Y acusan a los socialistas, de hecho, de haber "votado en contra del punto 1 de la resolución, en el que se establece que el Parlamento Europeo continuará considerando a la Asamblea Nacional elegida en diciembre de 2015 y a su presidente Juan Guaidó como únicos representantes políticos de Venezuela".
Cómo abordarlo
Con todo este ruido, fuentes autorizadas del partido de Pedro Sánchez señalan que "lo que hizo no sólo el PSOE sino todo el Grupo Socialista" fue apoyar la resolución del Grupo de Lima... ¿La vía "pragmática", pues? "Lo que es evidente es que nuestra división no ayuda a solventar la división de la oposición democrática venezolana", responden.
Y por eso fuentes de Exteriores creen que hay prisa por "diseñar un plan" con el que convencer a la Administración Biden tras el cambio en Washington. Si ha habido un aspecto en el que Trump ha sido un presidente positivo ha sido en el acorralamiento del régimen tiránico de Maduro. Y de hecho, parte de la campaña del presidente derrotado fue dirigida al votante hispano en esos términos.
Eso sí, con los exabruptos habituales del personaje: "Biden es el amigo de Maduro y de las tiranías como la suya", repitió Trump hasta la saciedad.
Pero es cierto que además del Parlamento Europeo -que entonces presidía el popular Antonio Tajani-, fue el Gobierno del presidente republicano de EEUU el primero que se puso del lado del Guaidó presidente encargado hace ahora dos años. Y que Biden era el vicepresidente de Barack Obama, aquél que impulsó el "descongelamiento" con la Cuba de los Castro, con nulo éxito en cuanto a los avances democráticos en la isla.
El Gobierno español, con todo lo que le separaba de Trump, colaboró mano a mano con sus subsecretarios para Latinoamérica y ahora se prepara para contactar con Antony Blinken, próximo secretario de Estado, que ya ha anunciado que su país seguirá reconociendo a Guaidó... pero que era el 'número dos' de Hillary Clinton cuando ésta cerró el acuerdo con la dictadura castrista.
El plan español
"Nosotros vamos a intentar que en la formulación y la ejecución de la política de EEUU hacia Iberoamérica, España sea tenida en cuenta, como hasta ahora", explican fuentes de Exteriores". Una alta funcionaria del departamento de González Laya explica a este diario que las razones que les llevan a tener esa confianza son de todo tipo, "históricas y también por la experiencia de todo lo que llevamos trabajando en ello y lo que nos han dicho los líderes demócratas antes de la sucesión".
España pretende "intensificar" el trabajo con Estados Unidos. Y confía en que la menor belicosidad de Biden ayude a que el camino que se elija sea el de "contribuir a que la solución política de la gravísima crisis la hallen los propios venezolanos y nosotros estemos ahí para coadyuvar".
Exteriores seguirá, pues, dejándole claro a Maduro que "ése no es el camino, que sus soluciones no son las acertadas". Y a la oposición, "con quienes trabajamos de la mano, que avancen hacia posiciones más unidas".
Otro punto que se quiere trabajar con la nueva Administración estadounidense es el de las sanciones. España quiere que Washington adopte el modelo europeo, "más quirúrgico", para proteger a la población del país, también, de las consecuencias de los males de sus dirigentes.
"Y en el campo humanitario", apuntan en el Ministerio, seguir atendiendo al exilio venezolano en España, con el que la interlocución es constante. Pero ahora, con la pandemia, aprovechar el segundo apellido del departamento (cooperación) para poner soluciones sobre la mesa. "Estamos muy contentos de que la UE haya asumido como propio el enfoque de Pedro Sánchez para contribuir al fondo solidario de vacunas contra la Covid", explica esta portavoz.