Los vuelos comerciales entre Irán y Afganistán se han reanudado, después de haber sido cancelados tras la toma de Kabul por los talibanes hace un mes y debido a las condiciones no aptas del aeropuerto de la capital afgana.
Un avión de la aerolínea iraní Mahan Air aterrizó este miércoles en Kabul con 19 diplomáticos iraníes y suministros humanitarios, según la agencia local Fars, próxima a la Guardia Revolucionaria.
Este primer vuelo, operado por un Airbus 310, salió de la ciudad de Mashad, en el noreste de Irán, adonde regresará con 26 pasajeros a bordo.
La ruta entre Mashad y Kabul tenía con anterioridad una frecuencia de dos vuelos semanales.
Se une a Pakistán y Qatar
Mahan Air no es la primera aerolínea que reanuda sus conexiones con Kabul. La paquistaní Pakistan International Airlines (PIA) realizó el pasado 13 de septiembre su primer vuelo comercial a Afganistán desde que los talibanes tomaron el poder.
La catarí Qatar Airways también ha efectuado varios vuelos, ya que el pequeño país del Golfo se ha convertido en un mediador clave entre los talibanes y la comunidad internacional y ha ayudado a preparar el aeropuerto de Kabul para la reanudación de las operaciones.
Irán, que en el pasado tuvo una relación conflictiva con los talibanes, que perpetraron ataques contra los chiíes, ha adoptado en los últimos años una política pragmática, acogiendo conversaciones entre el movimiento islamista y el entonces gobierno de Kabul.
Tras la toma del poder de los talibanes, las autoridades persas han llamado al diálogo y a la formación de "un gobierno inclusivo", apuntando que de esto depende un futuro reconocimiento político.
Además, es uno de los pocos países junto con Rusia, China y Pakistán que ha mantenido abierta su embajada en Kabul y que ha reanudado el comercio con el país vecino.
La República Islámica, que comparte frontera con Afganistán, acoge a unos tres millones y medio de ciudadanos afganos, incluidos refugiados e indocumentados.
Un mes de nuevo régimen
Un mes después de la conquista talibán de Kabul, Afganistán se enfrenta ahora a una crisis humanitaria y a la incertidumbre sobre qué rumbo adoptará finalmente el nuevo gobierno, mientras el aspecto del país vive una profunda transformación.
Muchas cosas han cambiado, especialmente en la capital afgana, desde que los combatientes fundamentalistas se hicieron con el poder al término de una fulgurante campaña militar y con la retirada final de las tropas de Estados Unidos y de la OTAN desde el aeropuerto de Kabul como telón de fondo.
Desde entonces, varios países, entre ellos España, han iniciado una campaña de rescate de colaboradores afganos y sus familias a través de dicho aeródromo.
Kabul en blanco y negro
Eslóganes en blanco y negro ensalzando la victoria de los talibanes ocupan ahora el lugar de los coloridos murales que salpicaban las aparatosas barreras de cemento en Kabul, instaladas a lo largo de los años para limitar el daño de los atentados.
Las grandes fotografías del depuesto presidente Ashraf Ghani, ahora exiliado en Emiratos Árabes Unidos, o de iconos como el difunto guerrillero Ahmad Shah Massoud, conocido como el león del Panjshir, también han sido retiradas, al igual que la bandera republicana.
Sin embargo, el tráfico de la ciudad, propenso a los atascos masivos, circula ahora con más fluidez debido al éxodo de un buen número de afganos a otros países y a la salida final de las tropas extranjeras.
Pero uno de los mayores cambios se encuentra en la ropa de los habitantes de Kabul, que ante la llegada de los fundamentalistas islámicos han abandonado en buena parte los pantalones vaqueros y las camisetas en favor de ropas más tradicionales. O, en el caso de las mujeres, vestimentas que cubran más.
"Para ser honesto, tengo miedo de los talibanes así que ya no llevo pantalones ni camiseta, y me he dejado crecer la barba. Tenemos que ajustarnos", dijo a Efe Sher Khan, que trabaja como guardia de seguridad para una compañía de telecomunicaciones.
La música desaparece de Kabul
Las bodas afganas, que pueden llegar a acoger a cientos de personas en grandes salas, se han visto silenciadas por temor a los islamistas.
Los talibanes llegaron a prohibir la música cuando gobernaron el país entre 1996 y 2001, además de relegar al hogar a las mujeres en base a su estricta interpretación del islam y prohibirles trabajar o ir a la escuela, algo que por ahora no ha sucedido abiertamente.
"Ya no hay música en directo en los salones de bodas, solo hay un pequeño reproductor en la parte de las mujeres. No hay ni bailes ni felicidad para los jóvenes", dijo a Efe Qari Malik, gerente de una de estas salas en Kabul.
Los medios de comunicación afganos han dejado también de emitir programas musicales.