A las 5:40 de la mañana del 24 de febrero, una llamada despertó a Anna Lavryk. Una amiga le anunciaba lo peor: su país estaba siendo invadido por Rusia y las primeras explosiones ya amedrentaban a Kiev. Seis días después del comienzo de la guerra, la capital ucraniana ha sufrido este martes un bombardeo contra la torre de televisión de la ciudad. Cinco personas han muerto y otras cinco han resultado heridas.
"Estaba en shock. Creía que era imposible. Yo era la que calmaba a mis amigos los días previos diciéndoles que no iba a ocurrir", cuenta Anna a EL ESPAÑOL por teléfono desde su apartamento, situado en las afueras de la capital ucraniana. En medio de la conversación, de fondo, durante unos segundos, se escuchan ráfagas de tiros.
Esta joven ucraniana de 28 años ha decidido quedarse en Kiev pese al asedio de las tropas rusas. "No sé cuál es la mejor opción, si irme o quedarme. Al final, mis padres, mi tía, mi abuela y yo decidimos quedarnos. Aquí sabemos dónde refugiarnos y dónde comprar comida", explica Anna.
Desde el inicio de la invasión duerme en el baño porque es la parte más aislada de su casa, ya que no da a ninguna ventana. Conciliar el sueño es todo un reto. Cada hora se despierta para leer las noticias y cualquier novedad de la invasión. "Estoy en un estado de nerviosismo constante", lamenta.
Oleksii Bush, un kievita de 49 años, también permanece en la capital con su mujer y sus hijos. Viven a unos 20 kilómetros del centro de la ciudad, cerca del aeropuerto militar Antonov. Oleksii tenía claro desde el principio que no quería dejar atrás a su ciudad: "No quiero irme de mi casa", cuenta a este diario.
Entre el jueves y el sábado, tan solo logró dormir una hora. Escucha explosiones y tiros cada 30 minutos. Cada vez que suenan las alarmas antiaéreas, su familia y todos los vecinos de su bloque bajan al subterráneo para protegerse.
Desde el inicio de la ofensiva rusa, Oleksii prepara comida junto a otros vecinos de su barrio para repartirla entre otros kievitas y los soldados ucranianos. Así es como, por ahora, "lucha" y ayuda a su país. Pero está dispuesto a coger las armas para defender a su patria. "Estoy preparado para pelear contra los rusos", afirma con rotundidad.
Él tampoco contemplaba la idea de una invasión rusa. "Lo primero que pensé es que no era real. ¡Estamos en el siglo XXI!", dice todavía con cierto tono de incredulidad en su voz.
Yevhen Tryshyn, un empresario ucraniano de 48 años que reside en las afueras de Kiev, cerca del río Dniéper, se despertó a las cinco de la mañana al escuchar explosiones. Su barrio fue unos de los primeros en ser bombardeados nada más estallar la contienda.
A las ocho de la mañana puso rumbo al oeste del país con su mujer, Corinna, su hijo Bohdan, de 17 años, y su hija Anastasia, de 8 años. La noche del miércoles se fueron a dormir. Era una noche más. Horas después, Yevhen y su familia dejaban atrás su ciudad y su casa. No saben si volverán a verla.
"Sentíamos que lo mejor era irnos. Ya nada funciona en Kiev", afirma Yevhen a EL ESPAÑOL vía llamada telefónica. "La situación era terrorífica el primer día porque la invasión empezó en todo el país, no solo en un sitio".
Salir de Kiev no fue fácil. Las carreteras de la capital, una ciudad de más de cuatro millones de habitantes, estaban colapsadas. Yevhen y su familia tardaron siete horas para salir de la región de la capital y "más de 24 horas" para llegar a la casa de unos familiares en Chernivtsi, a en torno 500 kilómetros de Kiev, cerca de la frontera con Moldavia.
Como Anna y Oleksii, Yevhen no creía que Putin iba a dar la orden de invadir Ucrania pese a los múltiples avisos de la OTAN y Estados Unidos. "Días antes de la invasión nos dijeron de preparar maletas, pero no hicimos caso", explica.
Donde están ahora se vive una "relativa tranquilidad" en comparación con otros lugares, cuenta Yevhen. Al ser preguntando si su idea es salir del país, explica que él no puede abandonar Ucrania. Los hombres de entre 18 y 60 años lo tienen prohibido por si las autoridades les llaman a filas. "Mi familia sí podría irse, pero hemos decidido no separarnos y quedarnos en Ucrania juntos", cuenta.
"Más unidos que nunca"
Kiev se ha convertido en el epicentro de la guerra que sacude a Ucrania y conmociona al mundo. Es el objetivo principal de Vladimir Putin en su intento de "descabezar" al Gobierno ucraniano y a su líder, Volodimir Zelenski, quien se ha negado a marcharse de Kiev pese a ser el "objetivo número uno" del Kremlin.
"Zelenski ha unido a todo el pueblo ucraniano. Muchas personas pensaron que fue un error elegirle como presidente. 'Un cómico no puede dirigir un país', decían. Pero ahora todo el mundo le apoya. Es increíble cómo la invasión ha unido a Ucrania más que nunca", cuenta Anna.
Yevhen cree que tienen "mucha suerte de tener a Zelenski" como presidente. "Yo no le voté en las últimas elecciones, pero ahora me he dado cuenta de que fue un error", admite.
"Quiero llorar de lo orgulloso que estoy de nuestro país, esto nos está uniendo y nos ha hecho más fuertes", afirma Oleksii visiblemente emocionado.
Los tres kievitas entrevistados coinciden en la necesidad de más apoyo por parte de la OTAN y la Unión Europea. "Agradezco mucho el apoyo del pueblo europeo. Muchos amigos que tengo por el continente me han ofrecido ayuda. Pero, como ha dicho nuestro Gobierno, no es suficiente", opina Anna, algo con lo que Yevhen coincide. Ella cree que, quizás, se necesiten tropas europeas para ayudar a su Ejército, aunque confía "mucho" en las fuerzas ucranianas.
Anna y Yevhen hablaron con EL ESPAÑOL antes de que la Unión Europea anunciara este pasado domingo que financiará la entrega de armamento letal a Ucrania. Es la primera vez en la historia que la UE financia con su presupuesto la entrega de armas a un país extracomunitario. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, aseguró que esta "guerra de Putin no solo es contra Ucrania" y que con esta ayuda responde a la petición de ayuda militar de Zelenski.
Además de la financiación y entrega de armas a Ucrania, la UE, Estados Unidos y Reino Unido acordaron desconectar del sistema internacional de pagos SWIFT a los bancos rusos que sostienen el ataque militar. Esta medida es conocida como el "arma nuclear financiera" contra Moscú.
Oleksii cree que la UE ha actuado muy tarde. "Si hubiesen bloqueado a Rusia del sistema SWIFT y cerrado el espacio aéreo a Rusia antes de la invasión, quizás hubiese cambiado algo —afirma—. Espero que hagan algo más no solo por nosotros, sino por ellos".
Temor al control ruso
La vida de los ucranianos ha cambiado para siempre. Ya no volverá a ser como antes, pase lo que pase. Y ahora está en juego que Ucrania pase a ser un territorio controlado por Rusia con un gobierno títere. Anna no quiere "una Kiev rusa" porque le gusta su ciudad natal "tal y como es".
De lo que más miedo tiene Yevhen es que su "familia tenga que vivir bajo el control de Rusia y su cultura". "Temo que vivamos aislados con un nuevo telón de acero y campos de concentración". Lo tiene claro: "Con Rusia controlando Ucrania no tenemos futuro".
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