El plan para aliviar la situación de los que permanecen en Mariúpol sufre su primer contratiempo. Las evacuaciones que comenzaron este fin de semana se han detenido de manera abrupta. Por el momento, no hay explicaciones de qué ha motivado esta situación. Pero sí ha devuelto al miedo a los que permanecen en la acería de Azovstal y que esperaban salir pronto de allí. Sobre todo, porque ya se están quedando sin comida suficiente para todos.
Los supervivientes de la planta siderúrgica se enfrentan de nuevo a la posibilidad de no poder abandonar el lugar debido a los ataques rusos. El Kremlin ha retomado los bombardeos contra la acería después de que varios convoyes de autobuses sacaran a decenas de ucranianos de la zona de conflicto. Por ahora, el gobierno de Volodimir Zelenski no ha reaccionado a lo ocurrido ni ha culpado a Moscú de ello.
La oficina del alcalde de la ciudad portuaria ha confirmado ese retraso en los planes previstos para este lunes. De hecho, durante la mañana de este lunes sí se han producido salidas de población civil en distintos autobuses. Aunque no está claro si estos se dirigían a Zaporiyia o a Bezimenne, ya que a esta última están llegando varios autobuses que son recibidos por soldados prorrusos.
El problema es que el acuerdo entre Kiev y Moscú para que la ONU y Cruz Roja coordinaran las evacuaciones llegó en un buen momento. Cuando se confirmó que el fin de semana empezarían a salir civiles de Azovstal, la poca comida que quedaba para los centenares que seguían allí se estaba terminando. Por lo que si el plan se detiene ahora, aquellos que se queden estarán afrontando un encierro 'sine die' sin apenas suministros para salir adelante los días que les queden.
Evacuados de una crisis humanitaria
Varios de los que ya han conseguido abandonar la ciudad y han llegado a Zaporiyia y Bezimenne han relatado las condiciones extremas en las que han vivido las últimas semanas. Como recoge Reuters, una mujer de 44 años que está en la zona prorrusa asegura que en Azovstal estuvieron racionando la comida todo lo posible. Dos ollas de sopa tenían que ser suficientes para 40 personas en un solo día. Otra de las evacuadas ha señalado que "nuestra casa está completamente destruida". Lo que obligó a ella y a su familia a resguardarse en una base cercana durante semanas.
Desde que Mariúpol se convirtió en la zona más castigada por la guerra por las acometidas de los rusos, desde la ONU y otras organizaciones advirtieron de que allí se estaba viviendo una catástrofe humanitaria. Como recordó el ayuntamiento de la ciudad, de las 450.000 personas que vivían allí antes de la invasión, ahora quedan cerca de 100.000. Los suministros escasean en todos los puntos de conflicto.