La capacidad de defensa de la resistencia ucraniana para aguantar las embestidas del Kremlin puede enfrentarse próximamente a un gran desafío. Después de tres meses de conflicto, en los que Rusia solo tiene bajo su control Mariúpol y una parte del Donbás a pesar de su mayor fuerza militar, el Kremlin estudia un golpe de efecto. Para ello, ha reclutado a cerca de 50 expertos en lanzamiento de bombas de barril que ya participaron en la guerra civil de Siria. Un tipo de arma que tiene un efecto devastador en cuanto impacta en sus objetivos. Y que implicaría que Moscú abre el camino a utilizar las temidas armas químicas para intentar doblegar a Kiev.
La advertencia ha llegado de varios servicios de Inteligencia europeos, que apuntan a que estos expertos en fabricar y lanzar este tipo de bombas llevan varias semanas en Rusia junto a los oficiales militares de Vladimir Putin. Los distintos avisos que han lanzado varios países de la UE sobre las armas biológicas rusas estarían relacionadas con esta información, según cuenta The Guardian. Un dato que se conoce cuando la guerra va a entrar en su cuarto mes.
Estos técnicos tienen formación para preparar unos artefactos que pueden ir llenos de de sustancias como cloro u otras sustencias. También pueden ir repletos de esquirlas, petróleo o fragmentos metálicos como clavos, que actuarían como metralla. Estos se lanzan desde aviones o helicópteros, por lo que su área de devastación sería mucho mayor por tener la capacidad de abarcar más terreno de los objetivos.
El mayor ejemplo de lo que pueden provocar las bombas de barril es la ciudad siria de Alepo. Allí, el Ejército sirio lanzó varias descargas en zonas residenciales y en otras controladas por los opositores al régimen de Bachar al Asad. Esta fue la mayor diferencia de poder militar entre las dos facciones, ya que los rebeldes sirios no disponían de defensas frente a los ataques aéreos. Algo que permitió a Al Asad imponerse en la gran mayoría de combates.
Ucrania tiene una posición privilegiada frente a las bombas de barril si se le compara con los rebeldes sirios. Las fuerzas de Volodimir Zelenski cuentan con defensas antiaéreas suficientes que pueden derribar los aviones o helicópteros rusos que se destinen para esta labor. Sus recursos también les permiten exponer las posiciones de esos posibles contingentes rusos.
Las fuentes europeas de Inteligencia apuntan a que las robustas defensas ucranianas son las que permitirían a Kiev evitar estos ataques por el momento. Por el momento, el Kremlin no ha dado la orden de que los recursos aéreos transportes bombas de racimo. De hecho, los distintos servicios de Inteligencia apuntan a que Rusia perderían esa fuerza de ataque si se adentraran en territorio ucraniano.
Este respaldo que recibe Rusia no es el primero que le llega desde Siria. Entre 800 y 1.000 soldados del país árabe se han alistado para trasladarse a la zona de guerra y así tomar partido por el Ejército del Kremlin. Entre los motivos están los sueldos que percibirían, que oscilan entre los 1.500 y los 4.000 dólares. Unas cantidades que son 20 veces superiores a las que perciben en su país.
Los temores a las bombas de barril están fundados en la presencia de esos técnicos expertos en las mismas en suelo ruso. Pero los oficiales de Inteligencia que han desvelado su situación consideran que Moscú se arriesgaría mucho si optara por esta vía. A esto hay que sumar la reacción de la comunidad internacional y de la OTAN ante un uso de armas químicas. Lo cierto es que Rusia ya ha usado armamento de este tipo. Ocurrió en la acería de Azovstal, y el material utilizado fue el fósforo blanco.
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