Oleksii Réznikov, hombre fuerte de Zelensky: "No sé por qué me hizo ministro de Defensa, ¡soy abogado!"
Bernard-Henri Lévy se entrevistó con Réznikov entre fuertes medidas de seguridad en el centro de Kiev, aunque el ministro ha visitado casi todos los frentes de la guerra.
14 octubre, 2022 03:48El ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Réznikov, no está tan amenazado como el presidente Zelenski, pero los servicios del país han frustrado hace poco un intento de asesinato contra él en pleno centro de Kiev. Por eso, esta mañana recibe a sus visitantes en un lugar secreto.
Un ordenanza nos espera al final de un largo callejón, muy verde, todo lleno de árboles. Tiene el tiempo justo para conducirnos a un estanque, como salido de un paisaje de Tarás Shevchenko, donde el último hombre que uno esperaría encontrarse es al jefe de un ejército en guerra.
Pero ahí está, casi puntual. Cabeza rapada y redonda, con una perilla toda blanca, bien recortada, ojos risueños, delgado, se ladea para la foto de grupo que nos hacemos con el ordenanza y con Irina Zolotar, su asesora.
Inmediatamente, me hace una broma: "Entonces, ¿has vuelto por la victoria?".
Y, sin más dilación, pasamos a una sala de reuniones con ventanas tapiadas con sacos de arena, una comida improvisada... y comienza la conversación.
¿Su historia? ¿Su pasado?
Se echa a reír.
"¿Qué ha pasado? Yo me dedicaba a la abogacía. Era especialista en mediación. Y nunca en mi vida me hubiera imaginado que un día me encontraría en esta situación, al frente de uno de los mejores ejércitos del mundo".
[Borrell avisa a Putin de que si usa armas nucleares contra Ucrania su ejército será "aniquilado"]
¿No se unió a las filas de Vitali Klichko, alcalde de Kiev?
Sí, eso fue el día después del Maidán. La revolución de la dignidad. Pero ¿sabe de qué me encargaba yo? De Eurovisión. De la Liga de Campeones. Y del voto electrónico. Poco castrense, ya lo ve. Después de dos años, dejé el cargo. Volví a lo que realmente me interesaba. El buceo. Los libros de Julio Verne y Jack London. Películas estadounidenses para aprender inglés. Mis raíces judías por vía paterna. Y a mi bufete de abogados.
¿Y lo de Zelenski? ¿Cuándo lo conoció?
El expresidente Kuchma me había asociado a la delegación ucraniana en Minsk. Fue él quien nos presentó. Nos caímos bien. El nuevo presidente me confió la cartera del Donbás ocupado. Luego, poco después, fui con él a Lugansk y me ofreció el Ministerio de Defensa.
¿Qué sucedió?
Yo me quedé atónito. Se lo conté a mi mujer y se echó a llorar. Entonces le explico al presidente que, aparte de mi servicio en el Ejército soviético, donde acabé con el rango de sargento, no tengo experiencia como militar. Pasan unos meses. El presidente me reitera su oferta. Y, como nadie le dice que no dos veces a Volodímir Zelenski, al final la acepto. El 4 de noviembre de 2021, el Parlamento valida mi nombramiento. Y ahí estaba yo, en los albores de esta guerra, a cargo de la defensa de mi país.
Pienso en la reputación de Zelenski como líder de un clan que sabe rodearse de hombres de su misma generación a los que conoce bien. El ministro parece que me lee la mente.
"Me dirá que, como mi padre y mi madre eran acróbatas, el presidente y yo tenemos esa faceta artística en común".
Se ríe.
"Nada, es una broma, pero lo cierto es que, un año después, todavía no tengo ni idea de por qué me dieron este puesto".
Parece que se queda reflexionando.
"Tal vez porque la ley exige que sea un civil. Tal vez porque el presidente quería aprovechar mi experiencia como abogado para reformar el Ministerio, poner fin a los abusos, equipar a nuestras tropas para el ataque que sentíamos que estaba a la vuelta de la esquina y, cuando llegara el momento, como ahora, negociar la rendición de los soldados rusos. No tengo ni idea".
Lo cierto es que esa falsa modestia es la del hombre cuya respuesta a la oferta de su homólogo bielorruso, que llegó dos días después del inicio de la guerra con una propuesta de rendición del ministro de Defensa de Putin, fue así de ingeniosa: "Claro, estoy dispuesto a aceptar la capitulación de Rusia".
La realidad es que, desde el jefe del Estado Mayor Valerii Zaluzhnyi hasta el jefe de la Armada, el almirante Oleiksi Neizhpapa, pasando por los generales Syrskyi (héroes de las batallas de Kiev y Járkov), Mirhorodskyi (Fuerzas Aéreas) o Deineka (unidades de élite de la Guardia Fronteriza), este hombre que hace la guerra sin amarla y sin haberla amado habla sin descanso sobre el papel, el estilo y los hitos de cada uno.
Y cuando le hablo del trabajo que tengo en marcha, de las zonas que he venido a rodar y de las unidades que mis compañeros Marc Roussel, Gilles Hertzog, Olivier Jacquin y yo queremos seguir, me doy cuenta de que las conoce al dedillo. Por aquí, acaba de regresar de una incursión en el frente. Por allá, ha ayudado en la evacuación de un herido. Y en la de más allá, ha ido a condecorar a un valiente.
La comida termina con él hablando de ese tesoro francés que, a su juicio, es el obús CAESAR.
"¿Sabe usted", me dice, "que es la mejor arma de artillería del mundo?".
Luego, como si estuviera confiándome un secreto: "¡Un CAESAR más equivale a mil muertes ucranianas menos!".
Y de forma inexpresiva: "Los daneses acaban de comprar 19 unidades que Francia está a punto de entregarles. ¿No podemos explicarles que a ellos les hacen menos falta que a nosotros, los ucranianos?".
Los CAESAR, mientras escribo, parece que van de camino al Donbás.
Y a pesar de los bombardeos que en estos momentos sufren Kiev y todas las ciudades de Ucrania, el ministro Coraje no duda de la victoria. No cabe duda de que la guerra es demasiado seria para dejarla sólo en manos de los militares.