Sydorenko, jefe militar en Járkov: "¿Qué se siente al matar?: O yo le mato a él, o él me mata a mí"
Anatolii Sydorenko, comandante en jefe de SOF Azov Járkov, se alistó en el Ejército antes de saber que su país entraría en un conflicto armado
12 diciembre, 2022 01:11Su nombre es Anatolii Sydorenko. Tiene una estatura considerable y parece muy joven para ser el comandante en jefe de la unidad de inteligencia del Regimiento Azov, que está destinada en la ciudad de Járkov. Pero el respeto con el todos se dirigen a él no deja dudas. Lleva a Ucrania en piel. Literalmente. Tatuada en el brazo derecho. Y no viste ropa militar porque “nosotros trabajamos de incógnito en muchas ocasiones”. Pero, aún sin el uniforme puesto, tiene ese porte militar que aprendes a reconocer después de pasar varios meses en una guerra.
La cita con EL ESPAÑOL se produce en una cafetería del centro de Járkov, su ciudad natal. Y aunque adopta una expresión terriblemente seria cada vez que saco la cámara de la bolsa, responde a todas mis preguntas sin ambages. Lo suyo no son las entrevistas, lo suyo es estudiar la guerra, pero no se desenvuelve mal con las palabras.
Se alistó en el Ejército con 18 años, antes de saber que su país iba a atravesar una serie de crisis sociales y políticas que desembocarían en un conflicto armado en el Dombás y en una invasión a gran escala por parte de Rusia. Fue uno de los primeros integrantes de Azov, cuando esta unidad paramilitar se creó en 2014. Hoy, con tan sólo 29 años, es el comandante en jefe de Azov.
Azov se crea en 2014 y es el cuerpo paramilitar que más popularidad adquiere en ese momento, pasando de batallón a regimiento en unos pocos meses. ¿Por qué creció tan rápido?
Los primeros soldados de Azov venían de las hinchadas de los equipos de fútbol. Aquí el fútbol es un deporte que tiene gran seguimiento y aficiones muy activas. Por eso tuvo gran poder de convocatoria. Además, alistarse en un cuerpo paramilitar como voluntario es más sencillo que alistare en el Ejército, y eso también facilitaba que la gente que animara a servir en aquel momento.
¿Qué queda de aquello?
Poco. Este año, al principio de la guerra, se redactó un manifiesto que han firmado todos los miembros de Azov , donde se comprometen a que las distintas aficiones no van a arremeter unas contra otras. Y a que Azov está por encima de todo. Todos los que querían luchar se tenían que comprometer y firman ese acuerdo de "no agresión" entre los seguidores de los diferentes clubes. Y dejar el fútbol al margen. Ahora nos une un objetivo que está por encima de todo. Además, hay mucha gente nueva que no viene del mundo del fútbol.
¿Cuándo tuvo la certeza de que iba a haber una guerra a gran escala? ¿Le sorprendió aquel 24 de febrero, como a tanta gente, o ya lo esperaba?
Lo esperaba desde un año antes. Con certeza. De hecho nuestra unidad empezó a entrenar intensamente un año antes. En aquel momento empezamos también a preparar a la población civil, aquí en Járkov. Organizando formaciones semanales para instruirles en el manejo de las armas. En esta ciudad hay mucha tradición de cazadores, todos ellos tienen permiso de armas, y eran los que venían mayoritariamente a estos entrenamientos.
Luchó en Donetsk hace ocho años, y ahora lucha contra las tropas rusas que están invadiendo Ucrania. ¿Cuál es la diferencia entre esta guerra y la guerra del Dombás?
Ufff… [Hace un gesto de exclamación con los brazos]... ¡Es que son guerras totalmente diferentes! La guerra que comenzó en 2014 se libraba con armamento ligero, no había bombas. Lo más grande que habíamos enfrentado eran ataques con “Grad”. Imagina el contraste cuando, el 24 de febrero, voy a Saltivka para llevar armamento a la Brigada 92, que estaba defendiendo esa posición, y al llegar comienza un bombardeo interminable con cohetes que nos obligó a estar seis horas a cubierto. Ninguno de nosotros, ni de Azov ni del Ejército, habíamos experimentado algo así antes. En la 92 estaba un antiguo compañero del Dombás, y los dos nos miramos cómo diciendo '¿qué es esto?'. Llovían cohetes con una capacidad de destrucción enorme.
¿Qué hicisteis al ver que esto era completamente diferente a lo que conocíais?
Estudiar. Nuestra zona de acción se limitaba a Járkov, nuestro trabajo era defender esta ciudad junto con el Ejército. Y trazamos un plan lo más rápido que pudimos para proteger el perímetro. Pero no era suficiente, había que adaptar el plan a lo que iba sucediendo cada día sucesivo. Y los primeros dos meses fueron muy complicados: de día luchábamos y de noche estudiábamos junto a los oficiales del Ejército más mayores y con más experiencia. Era como ir a una escuela de la guerra.
Luego la misión de Azov cambio. Hasta el 1 de mayo, estuvimos apoyando a las brigadas del Ejército. Pero en ese momento, el Ministerio de Defensa nos dio un papel oficial en el que nos designó como "SOF Azov Járkov" y en el que nos encargaba labores de inteligencia. Y a mí me nombraron su comandante. Así nace SOF Azov Járkov (Special Operations Forces Azov Kharkiv).
[Un día de entrenamiento con el Regimiento Azov: "Por cada hombre caído, matamos a 50 rusos"]
Por aquel entonces, el 1 de mayo, el asedio ruso contra la acería de Mariupol y la resistencia de vuestros compañeros Azov era portada en todos los periódicos internacionales. ¿Vosotros cómo lo vivisteis?
Llegaban noticias de que había muchos muertos allí, y todos teníamos amigos en Azovstal en ese momento. Todos queríamos ayudar. Desde Kiev se planificó una operación de ayuda, en helicóptero, y allí también iban a ir efectivos de SOF Azov Járkov. Pero entonces se intensificó la ofensiva rusa contra Járkov, y no pudimos abandonar nuestras posiciones. Aún así estábamos pendientes de ellos cada día.
¿Cómo asumisteis el momento de la redición de Azovstal?
Lo que hicieron esos hombres supuso darnos un tiempo precioso al resto de las Fuerzas Armadas de Ucrania. Nos regalaron el tiempo suficiente a otras ciudades para resistir mientras mejorábamos nuestra estrategia. Lo que hicieron tuvo muchísimo valor. Y ellos también lo sabían. Nuestros hermanos de Azovstal tuvieron un comportamiento ejemplar. Para mí, para todos nosotros, son gladiadores.
Supongo que fue duro ver cómo se llevaban prisioneros a Rusia a esos hombres, después de la gesta de resistir durante 82 días en unas condiciones tan duras.
Sentí un enfado inmenso por la forma en que los trataron. Los rusos no respetan nada, en la guerra también hay códigos de honor, y no los respetan. Ni respetan el Derecho Internacional, ni respetan nada.
Así que cuando vi aquello, tuve dos emociones a la vez: felicidad porque no murieron, pero también mucho odio por lo que hizo Rusia. Primero los bombardearon y dijeron que fue fuego ucraniano, y luego les dieron un trato inhumano.
A pesar de todo, los hombres de Azovstal han demostrado estar por encima, se han convertido en una inspiración para el mundo y hoy siguen siendo nuestra motivación.
¿Ha podido hablar con alguno de esos hombres que han sido liberados en los intercambios de prisioneros?
He hablado recientemente con un ex compañero de Donetsk. Ahora están en rehabilitación, no sólo física. Prefiero no hablar de esto. Ellos tampoco quieren hablar ahora.
¿En qué consiste el trabajo de una unidad de inteligencia en medio de una guerra?
En un primer momento nos asignaron una operación especial enfocada a obtener información, que luego fue crucial para las operaciones militares ucranianas. Para llevar a cabo la misión, teníamos que cruzar la línea roja [las posiciones rusas], obviamente sin ser vistos, para poder señalar sus puestos. También establecimos una red de informadores en los territorios ocupados que completaban esa información. Y colocábamos minas que causaban muchas bajas rusas e impedían su avance.
La información que recogimos fue crucial para la contraofensiva ucraniana en Járkov. Les dimos todo: rutas, ubicación de las posiciones, qué armamento tenían en cada lugar, y además minamos las vías de salida rusas para que no pudieran rodear a los nuestros.
Aparte de todo esto, nuestras tareas consisten en emboscar equipos enemigos; eliminar a objetivos concretos, normalmente oficiales, altos mandos. Y realizamos también sabotajes en territorio enemigo.
¿Qué se siente al matar a una persona?
[Silencio prolongado] O yo lo mato a él, o él me mata a mí. En una guerra no hay otras alternativas. Nuestra existencia depende ello. Pero te diré que no es un placer. Es una medida forzosa. El trabajo es así.
El 29 de agosto se lanza la contraofensiva ucraniana en Járkov y termina vuestra operación especial. ¿Qué hacéis a partir de entonces?
En un primer momento descansamos, aunque también participamos en la contraofensiva. Nuestros especialistas en minas iban con otros batallones para desminar los territorios que habían estado ocupados, era uno de los principales peligros del avance de nuestras fuerzas. Después comenzamos a reorganizarnos para lo que va a venir ahora. Ahora nos estamos entrenando para otras misiones en otras ciudades, con diferente orografía, y para trabajar en grupos más grandes y con efectivos que no tienen por qué ser necesariamente de SOF Azov Járkov . El Regimiento Azov se ha adaptado a más cambios que el propio Ejército, desde el principio de la guerra, así que esto no será problema.
¿Se puede decir a dónde vais a ir ahora?
Vamos a trabajar en el Dombás. El 70% de la unidad irá, no te puedo decir a qué parte, y el resto se quedará salvaguardando Járkov y haciendo aquí otro tipo de operaciones.
¿El Gobierno os ha suministrado todo lo que necesitáis en cuanto a equipamiento y armamento? Porque al principio de la guerra se habló de que muchos soldados ucranianos no estaban bien equipados.
Siempre necesitamos más, los equipos tienen mucho desgaste y los vehículos, mucho más aún. Nosotros usamos vehículos ligeros de uso civil, y no están preparados para el trato tan duro que les damos, así que se estropean frecuentemente. Y ahora es difícil conseguir drones cuadricóteros, y los drones tienen mucha importancia en esta guerra.
Pero se puede decir que el Gobierno nos ha suministrado lo necesario. Es cierto que los primeros meses faltaban muchas cosas, y los voluntarios han suplido muchas necesidades. Llegaban casi hasta el frente para entregar equipamiento que habían comprado ellos mismos, recolectando fondos o pagando con su propio dinero. Pero ahora estamos bien.
Los orígenes de SOF Azov Járkov son controvertidos, por haber entre los fundadores gente de ideología ultranacionalista. Hoy se os sigue señalando cómo el "batallón fascista de Ucrania". ¿Cómo afrontáis eso desde dentro?
Toda la historia que asegura que la ideología de SOF Azov Járkov es fascista es propaganda pagada con dinero ruso. El cambio de Azov desde el 24 de febrero ha sido muy grande: se han alistado muchos voluntarios que no tienen nada que ver con el fútbol. Y la composición del Regimiento ahora es muy variada. También hay ultras de distintos equipos de fútbol, sí. Pero como te he dicho todos han firmado un manifiesto y cuando luchamos juntos olvidamos cualquier cosa del pasado y nos centramos en nuestro objetivo.
Aquí no se ha preguntado a nadie si le gusta Adolf Hitler en el momento del reclutamiento; ni tampoco cual es su dios. Se les pregunta por qué quieren formar parte de la lucha militar, cuáles son sus motivaciones, para estar seguros de que valdrán para el trabajo. Es un trabajo muy duro. Pero no se valoran las ideas de cada uno, así que somos un grupo de gente muy variada que lucha junta, como hermanos. Y eso es lo contrario al fascismo.
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Hay tanta información delirante sobre Azov en Rusia que no te lo creerías: desde decir que los tatuajes de las runas vikingas son símbolos nazis, hasta acusarnos de demonios. Forma parte de la guerra de la información. Pero creo que este año el mundo ha entendido quiénes son los verdaderos fascistas, y desde luego no somos los ucranianos. Fascismo es bombardear a los civiles y a las centrales eléctricas para matar de frío a los que no han muerto ya bajo las bombas. Eso no sólo es fascismo, es terrorismo.
Desde que empezó la invasión, ¿Cuál ha sido el momento más duro que ha vivido?
El 1 de marzo un misil cayó en nuestro cuartel, cerca de la Plaza de la Libertad. Murieron más de 30 personas y tardamos varios días en recuperar todos los cadáveres de entre los escombros [mientras responde, me muestra en la pantalla de su teléfono un vídeo del momento del impacto, grabado por una cámara de seguridad, en el que se ve cómo un edificio se convierte en una enorme bola de fuego en tan solo un segundo]. Ese día se estaban repartiendo uniformes y equipamiento, por eso había tanta gente en el momento del ataque. Y yo ni siquiera pude ir porque estaba fuera en una misión. Fue una sensación muy dura.
¿Azov sigue teniendo el mismo poder de convocatoria? ¿O ahora necesitáis más reclutas?
En SOF Azov Járkov, de momento, no se admiten nuevos soldados. Estamos completos. Pero seguro que en un futuro podemos ampliar la unidad. Ahora, tenemos que decir que no a los voluntarios que quieren alistarse y también a los soldados de otros cuerpos que quieren cambiarse a Azov. Y son muchos.
Hablando del futuro, ¿Qué quiere hacer cuando termine esta guerra?
Ahora no lo pienso, pero tengo claro que nuestro vecino de al lado va a ser siempre una amenaza. Y yo tengo esposa y un hijo de dos años a los que proteger de esa amenaza. No sé si seré militar toda la vida, pero seré siempre de Azov. SOF Azov Járkov trasciende a lo militar y a lo político. Ahora trabajamos como militares porque estamos en guerra. Pero si mañana Azov te llama, aunque ya no estés en activo, vas.