Sangría rusa en Vuhledar: pierde 30 blindados en un solo ataque mientras presume de sus avances
Aunque es una ciudad pequeña y derruida a estas alturas, Vuhledar está justo en el cruce entre los dominios de Rusia en el este y sus territorios en el sur.
8 febrero, 2023 02:54Vuhledar, una ciudad semidesierta y humeante a pocos kilómetros de la capital de la provincia de Donetsk, tiene mucho en común con Bakhmut. De entrada, las dos llevan meses bajo los bombardeos de la artillería rusa y en el centro de la propaganda invasora. De creer los mensajes de los enviados a la zona y del propio ministerio de defensa, ambas ciudades habrían sucumbido varias veces y los defensores ucranianos se habrían retirado en dirección oeste hace ya tiempo, dejando vía libre a los destacamentos unificados del ejército regular ruso, el Grupo Wagner y los milicianos de la autoproclamada República Popular de Donetsk.
Sin embargo, Vuhledar, como Bakhmut, resiste. En ambos casos, el ejército ucraniano se niega a replegarse, ha evacuado toda la población civil que se ha prestado a ello y defiende las posiciones. De Bakhmut sabemos que es una trituradora de carne, un símbolo más que un objetivo estratégico. Aunque es cierto que desde ahí se puede coger la autovía M03 rumbo al núcleo Sloviansk-Kramatorsk, sede del alto mando de la defensa del Donbás y lugar de paso de buena parte de las tropas desplegadas en el frente oriental, el empeño de Prigozhin y, en su momento, Surovikin, siempre ha resultado sorprendente. Lo más que han conseguido son unas minas de sal en Soledar, algo que puede servir para la fortuna personal de alguno, pero poco más.
No es ese el mismo caso de Vuhledar. Aunque ya hemos dicho que se trata de una ciudad relativamente pequeña y casi totalmente derruida a estas alturas, Vuhledar está justo en el cruce entre los dominios de Rusia en el este y sus territorios en el sur. En ese sentido, Vuhledar es una pieza relativamente importante de cara al pasillo que Putin pretende crear desde Járkov hasta Odesa y su conquista facilitaría tanto la defensa de Mariúpol y Crimea… como un eventual ataque desde esas posiciones si finalmente son las elegidas como punto de partida de la famosa segunda gran ofensiva.
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Vuhledar, en definitiva, sí parece algo más que un capricho, aunque no deje de ser una ciudad aislada y de poca importancia en sí misma. De ahí que, cada cierto tiempo, se hable de avances en la zona, de pinzas y asedios que acaban en nada o que se limitan a la captura y pérdida de la vecina ciudad de Pavlivka, varias veces conquistada y reconquistada a lo largo de este año. Ahora bien, por mucho que se empeñe la propaganda rusa, la realidad es terca: desde hace dos o tres semanas, la iniciativa les pertenece, nadie lo duda, pero sus avances son mínimos. En Vuhledar, de hecho, acaban de sufrir una derrota impactante.
Las imágenes del desastre
Igual que la guerra del Golfo de 1991 se recordará por las imágenes (el montaje, más bien) de un cormorán bañado en petróleo, la guerra de Ucrania es una sucesión de vídeos de columnas de tanques rusos estancados en mitad de la nada y sistemáticamente eliminados por minas, partisanos o artillería ucraniana. El último ejemplo se vio este lunes en la citada Vuhledar, adonde, presionados por las órdenes de avanzar del Kremlin, el ejército ruso mandó una nueva columna de tanques para acabar de una vez por todas con la resistencia de la ciudad.
Vuhledar, Donetsk Oblast, Ukrainian forces target a formation of Russian T-90S tanks, destroying at least two. pic.twitter.com/SoYG72vDr0
— OSINTtechnical (@Osinttechnical) February 7, 2023
Recordemos que el ejército ruso es, básicamente, un ejército de tanques. De hecho, Rusia posee casi el mismo número de blindados que todos los países de la OTAN juntos. De ahí que Ucrania esté solicitando ayuda a ese respecto. Otra cosa es que los tanques, que pueden ser muy útiles en otras guerras y en otros momentos, lo estén siendo en 2023 en Ucrania. No lo parece. La ofensiva rusa sobre Vuhledar acabó con la destrucción de otros treinta vehículos más, entre blindados y vehículos de apoyo, la mayoría pertenecientes a la 155ª Brigada de Infantería de la Flota del Pacífico.
Curiosamente, la 155ª y sus blindados ya formaron parte del intento de invasión de Kiev hace un año, donde fueron repelidos por la 72ª Brigada Mecanizada ucraniana. La misma 72ª que se encarga estas semanas de la defensa de Vuhledar. Parece que la historia se está repitiendo en unos términos muy parecidos. Como afirmó al Washington Post un militar ucraniano desplegado en la zona, cuando los rusos tienen armas, les falta gente… y cuando llegan refuerzos, les faltan las armas. Tiene toda la pinta de que tanta torpeza está derivando en una nueva masacre.
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El riesgo del contraataque
¿Merece la pena un gasto así de vidas y materiales? No está claro. Decíamos antes que Vuhledar, al menos, tiene un mayor sentido estratégico que Bakhmut si lo que se pretende es ensanchar el pasillo de protección de Crimea y el sur del Donbás. Ahora bien, insistimos, no deja de ser una ciudad que, antes de la guerra, tenía catorce mil habitantes. Algo menos que, por poner un ejemplo, Medina del Campo. En ese sentido, su importancia depende de lo que venga después: si sirve como cabeza de puente para un ataque posterior a posiciones cercanas al río Dniéper, tendrá sentido. Si ese segundo ataque no llega, todo el esfuerzo no habrá servido de mucho.
Peor aún, si ese segundo ataque fracasa, como fracasó el del pasado lunes sobre Vulehdar, Rusia se expone a una contraofensiva similar a la del verano-otoño pasado por parte de un ejército ucraniano con limitaciones en el número de soldados disponibles… pero con un armamento muchísimo más sofisticado que hace un año gracias a todo lo que irá llegando de Occidente a lo largo de los próximos meses. En ese caso, una contraofensiva ya no tendría como objetivos Jersón o Járkov, sino directamente Mariúpol, Melitopol o incluso Crimea. En resumidas cuentas, Rusia tiene un límite de fracasos que puede permitirse en estos días previos a la llegada de las armas y se está acercando peligrosamente a esa cifra.