Un hombre arrestado en el suelo al lado de un agente de la policía.

Un hombre arrestado en el suelo al lado de un agente de la policía. Reuters

África

Saqueos y más de 70 muertos: Sudáfrica vive la mayor ola de violencia en democracia

Hay más de 1.200 detenidos. Las protestas empezaron tras el arresto del expresidente Jacob Zuma.

14 julio, 2021 02:00

Sudáfrica sufre una oleada de disturbios y saqueos masivos desde la semana pasada, con niveles de vandalismo inéditos en la historia democrática de la nación austral, que ya han provocado 72 muertos y más de 1.200 detenidos. La Policía y el Ejército intentan estabilizar las zonas afectadas, pero los distrúrbios siguen ocurriendo de forma violenta. .

Los principales incidentes se concentran en dos regiones: la oriental provincia de KwaZulu-Natal y el corazón político y económico de la nación más desarrollada de África, la provincia de Gauteng (donde se encuentran Johannesburgo y Pretoria).

En esas zonas, durante los últimos días turbas de personas arrasaron completamente centros comerciales y tiendas, quemaron vehículos e inmuebles y cortaron calles y carreteras.

Todo empezó con las protestas por el encarcelamiento del polémico expresidente Jacob Zuma (2009-2018) por desacato judicial, pero r´pidamente esas manifestaciones degeneraron en saqueos y vandalismo indiscriminados de una magnitud que el presidente del país, Cyril Ramaphosa, comparó con la convulsa transición que Sudáfrica vivió a principios de los años noventa, tras el final del sistema segregacionista del "apartheid".

"El camino de la violencia, de los saqueos y de la anarquía sólo lleva a más violencia y devastación. Lleva a más pobreza, más desempleo y más pérdida de vidas inocentes. Esto no es lo que somos como pueblo", lamentó anoche Ramaphosa en un mensaje a la nación.

Dos hombres armados en las calles de Johanesburgo.

Dos hombres armados en las calles de Johanesburgo. Reuters

Además, Ramaphosa señala que los altercados tienen un origen étnico y pide frenar la violencia lo antes posible, recordando el pasado del país. "Es motivo de preocupación para todos los sudafricanos que algunos de estos actos de violencia estén fundamentados en la movilización étnica. Deben ser condenados por todos los sudafricanos, a toda costa, dado que somos una nación comprometida con evitar la racialización y el tribalismo, fijada en la diversidad y la unidad de todo el mundo en Sudáfrica, independientemente de su lenguaje, cultura, creencia religiosa y raza", ha sostenido.

Despliegue militar

Hasta la fecha, el balance de víctimas mortales asciende a 45, con 19 muertos en Gauteng y 26 en KwaZulu-Natal, y buena parte de ellos se deben a estampidas ocurridas durante los saqueos.

La situación, sin embargo, continúa fuera de control en muchos puntos por la caótica afluencia de gente, incluso a pesar del despliegue de 2.500 soldados para apoyar a la Policía, que se había visto completamente sobrepasada por los altercados. "Los saqueos continúan, así que no puedo decir que (la situación) esté bajo control", admitió a mediodía el jefe del gobierno de Gauteng, David Makhura, en declaraciones a la prensa.

Por la mañana, en una rueda de prensa, el ministro de Seguridad sudafricano, Bheki Cele, confirmó el arresto de 757 personas en todo el país, pero la cifra final tras esta jornada se espera que sea mucho mayor.

"Ningún descontento o circunstancias personales de nuestro pueblo dan el derecho a nadie a saquear, vandalizar y hacer lo que quieran e incumplir la ley", aseveró el ministro.

Cele, quien en los últimos días fue objeto de duras críticas por la incapacidad de las fuerzas de seguridad de prever y manejar la ola de vandalismo, advirtió también de que los numerosos afectados por los incidentes -tanto a nivel personal como material- no deben tomarse ahora la justicia por su mano.

Asimismo, las autoridades sudafricanas han apelado a las comunidades y los líderes sociales para que, como está ocurriendo en contrapartida en otras provincias del país, la sociedad civil se organice para impedir y desalentar los saqueos y la violencia.

Disturbios indiscriminados

Los incidentes empezaron el pasado viernes en KwaZulu-Natal, provincia natal del polémico expresidente Jacob Zuma, quien el pasado 29 de junio había sido condenado a 15 meses de cárcel por desacato judicial tras haberse negado repetidamente a declarar por corrupción.

La policía arresta a varios hombres.

La policía arresta a varios hombres. Reuters

Aunque el exmandatario se entregó pacíficamente a las autoridades a última hora del miércoles, Zuma había estado insistiendo previamente en que era víctima de una persecución político-judicial y en que la pena de prisión sería para él una "sentencia de muerte".

En ese contexto, sus simpatizantes salieron a cortar carreteras como muestra de apoyo.

En los siguientes días, esas protestas se extendieron por KwaZulu-Natal y se replicaron en otras zonas, especialmente en el área de Johannesburgo.

Pero para el fin de semana se habían transformado ya en una caótica oleada de disturbios, que más que con motivos políticos enlazan con problemas sociales preexistentes, como la extrema desigualdad, los elevados niveles de criminalidad general en el país y el descontento por la pandemia de covid-19.

"Lo que estamos viendo ahora son actos de criminalidad oportunista, con grupos de gente instigando el caos meramente como coartada para saquear y robar", señaló anoche Ramaphosa.

El presidente ha advertido de que la caótica situación va a impactar en la seguridad alimentaria y sanitaria del país, además de suponer un severo revés para la recuperación económica y para el avance del plan de vacunación contra el coronavirus.

El Ministerio de Salud confirmó este martes, de hecho, que en las zonas afectadas hubo interrupciones de la inmunización contra la covid-19, pero también problemas de acceso a otros servicios médicos básicos, como la medicación para la diabetes, el VIH o la tuberculosis.

Los disturbios se producen en el peor momento de una agresiva tercera ola de Covid-19 impulsada por la variante delta, con unos 2,2 millones de contagios acumulados y unas 64.000 muertes.