Las pancartas, que están financiadas en gran medida por partidos oficialistas y afines al Gobierno, omiten la existencia de los otros tres candidatos a la reelección.

Las pancartas, que están financiadas en gran medida por partidos oficialistas y afines al Gobierno, omiten la existencia de los otros tres candidatos a la reelección. Reuters

África

Un Egipto sumido en la pobreza y con la oposición silenciada marcha hacia la reelección de Al Sisi

A pesar de que las alternativas son varias, el historial político y la mano militar del actual Gobierno, impedirá que otras caras lleguen al Palacio de Abdín.

9 diciembre, 2023 03:02
El Cairo

Al entrar en el caos de El Cairo, una fila de pancartas electorales da la bienvenida. Antes, entre el laberinto de autovías y carreteras sobreelevadas, el rostro de Abdelfatah Al Sisi, actual presidente de la República de Egipto, se asoma entre curvas y cláxones. El país del norte de África celebra elecciones presidenciales, que comenzarán el próximo domingo 10 de diciembre hasta el martes 12, día que se prevé que cierren las urnas.

Esta vez, la carrera presidencial egipcia ha estado rodeada de polémicas desde el inicio. Aun así, y a pesar de los equilibrismos entre los intereses nacionales y las peticiones internacionales por el conflicto en Gaza, la inestabilidad de la situación económica del país, la crítica y la (silenciada) oposición, se espera que Al Sisi sea reelegido por tercera vez desde que comenzó a gobernar en Egipto.

A pesar de que las alternativas son varias, el historial político y la mano militar del actual Gobierno, impedirá que otras caras lleguen al Palacio de Abdín, una de las residencias oficiales y el principal lugar de trabajo del presidente egipcio.

Propaganda de Al Sisi inunda las calles de El Cairo ante las elecciones generales

Elecciones sin oposición

A principios de noviembre de 2023, la Autoridad Nacional de Elecciones (ANE) anunció el listado definitivo de las personalidades políticas que concurrirán en los próximos comicios presidenciales: Abdelfatah Al Sisi, actual presidente; Farid Zahran, líder del Partido Socialdemócrata Egipcio (PSE), Abdel Sanad Yamanana del Partido Wafd y, por último, Hazem Omar, jefe del Partido Popular Republicano (RPP).

Pero el camino no ha sido fácil, sobre todo para el principal exrival del presidente egipcio. Ahmed Tantway, antes líder del Partido Karam o Partido de la Dignidad acusó a la agencia electoral de dificultar la campaña de recogida de avales a los opositores de Al Sisi, motivo por el cual decidió, más tarde, retirar su candidatura a las elecciones. Tantaway no tenía los apoyos suficientes ya que, según la ley electoral en Egipto, hacen falta al menos 25.000 avales o 20 recomendaciones parlamentarias (en un Parlamento tomado por los simpatizantes de Al Sisi) para presentar la candidatura a los comicios.

Propaganda de Al Sisi en El Cairo.

Propaganda de Al Sisi en El Cairo. Francisco Sarrio Volpi

La caída de Tantway propiciará una victoria cómoda para Al Sisi. A ello, se suma la imagen omnipresente del actual presidente en las calles de las principales ciudades del país como El Cairo o Alejandría. Las pancartas, que están financiadas en gran medida por partidos oficialistas y afines al Gobiernoomiten la existencia de los otros tres candidatos a la reelección.

"Seguridad y estabilidad"

Desde que la carrera electoral dio el pistoletazo de salida, Al Sisi ha defendido que su continuidad en el cargo proveerá al país de seguridad y la estabilidad. La realidad es que, en lo primero, y desde que comenzó la guerra en la Franja de Gaza, Egipto avanza en una cuerda floja. El país del norte de África es el único que comparte una frontera terrestre, no controlada por Israel, hacia los territorios palestinos.

A pesar de que ha sido y es el único facilitador de la entrada de ayuda humanitaria a través del paso de Rafah, Al Sisi ha repetido en varias ocasiones que no permitirá el paso de refugiados palestinos, a pesar de las presiones tanto de Europa como de Estados Unidos. Las razones están estrechamente relacionadas con la segunda pata de su discurso electoral, la seguridad.

El paso de Rafah colinda con la región del Sinaí, el epicentro de la franquicia de Estado Islámico en el país. Desde que el Ejército derrocó en julio de 2013 al presidente Mohamed Morsi, afiliado a los Hermanos Musulmanes, el Sinaí se ha convertido en un foco de violencia preocupante para El Cairo. "El Sinaí se convertiría en una base para operaciones terroristas contra Israel, y nosotros, en Egipto, asumiríamos la responsabilidad por ello", apuntó el presidente Al Sisi durante una conferencia de prensa en El Cairo. Además, añadió que el tratado de paz entre Egipto e Israel de 1979, a través del cual Egipto reconoció al Estado hebrero y recuperó el Sinaí, "se nos escaparía de las manos".

El pueblo egipcio compra productos alimenticios subsidiados con tarjetas de suministro en el mercado de asociaciones de consumidores o supermercado gubernamental en El Cairo.

El pueblo egipcio compra productos alimenticios subsidiados con tarjetas de suministro en el mercado de asociaciones de consumidores o "supermercado gubernamental" en El Cairo. Reuters

Un mar de deuda

A los retos sobre la seguridad nacional y la política, interna y externa, se suma la situación económica. A pesar de las ayudas del Fondo Monetario Internacional (FMI), que prestó alrededor de 3 mil millones de dólares a Egipto, El Cairo no ha cumplido con su parte. El préstamo de la organización exigía la liberación del tipo de cambio egipcio, así como la reducción de las subvenciones públicas y la privatización de determinados sectores, unos requerimientos que, durante los mandatos del mariscal Al Sisi, no ha hecho más que incrementar.

En 2022, una agencia de las Fuerzas Armadas absorbió los derechos para explotar comercialmente 36 islas del río Nilo, así como varios parques de la ciudad de Alejandría.

Desde que Al Sisi tomó el poder en 2013 y hasta este año, la deuda externa se ha triplicado y la inflación ha llegado a máximos históricos (hasta casi el 40% para agosto de 2023). Por otro lado, los últimos datos oficiales de 2019 situaban la tasa de pobreza en torno al 30%, a pesar de que el Banco Mundial ya calculaba entonces que el número podía ascender hasta el 60%, el doble.