Como una señal de los tiempos que vienen, las prisas se hicieron protagonistas de la escena en Brasil tras la larguísima y detallada liturgia del impeachment. Después de cuatro meses de sesiones, defensas, acusaciones, réplicas, contrarréplicas y alegatos, el juicio político a Dilma Rousseff se resolvió en un simple voto electrónico, e inmediatamente después de los abucheos, las ovaciones y el folclore habitual, el hasta ahora interino Michel Temer se dirigió al Congreso para tomar posesión como presidente hasta 2018. Menos de dos horas después ya era presidente oficialmente.
Tras el largo y tortuoso impeachment que hizo llorar hasta a la abogada acusadora en el estrado –llegó a pedir disculpas a Rousseff- ahora todo son urgencias, para los que ganaron y los que perdieron. Los 61 Senadores que votaron contra ella frente a los 20 que la apoyaron se aprestan, junto a sus partidos, a tomar posiciones de cara a un nuevo escenario, con una legislatura corta, de apenas dos años, y unas elecciones recortadas en el horizonte, en octubre de 2018. Será otro jalón a medio plazo que quizás resuelva muchas de las cuestiones que deja en el aire el impeachment. Se va Rousseff, pero la situación del país continúa en el alambre. Estas son algunas claves para tener en cuenta en el día siguiente al juicio político.
Se acaba el ‘impeachment’, no la polarización
Más allá de la discusión sobre el fondo del juicio a Rousseff, su resolución no acerca, en modo alguno, las tesis de los dos lados del arco político. Para los favorables, el proceso ha mostrado la robustez de la democracia brasileña y sus instituciones. Para los contrarios, mantener el discurso del golpe será la clave para articular sus pretensiones de ahora en adelante.
Según los analistas, la polarización seguirá en primer plano y de hecho será la característica de la larguísima precampaña que ahora empieza hasta octubre de 2018, cuando los brasileños volverán a las urnas.
“La lucha política no va a terminar, al revés. Son conglomerados políticos que forman dos polos, que además no son homogéneos. Pero sin duda el impeachment será la pauta de las elecciones de dentro de dos años”, dice Paulo Baía, analista y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
En un mes los brasileños acuden a las urnas para decidir los nombres de sus alcaldes y concejales. Normalmente no son comicios indicativos del devenir político del país, pero en este caso pueden servir para separar el grano de la paja, empezar a discernir liderazgos locales que pueden servir de base electoral a los grandes partidos de cara a 2018. Será fundamental ver cómo los favoritos tienden a personalizar –aún más- sus candidaturas, despegándose de siglas como las del PT.
La recuperación económica, prioridad número 1
Del mismo modo, el delicado estado de las finanzas brasileñas no mejora por la salida de la presidenta electa. Justamente este miércoles se conocieron nuevos datos económicos, que inciden en la nefasta salud de Brasil: la caída del PIB en el primer trimestre de 2016 de un 0.6%, lo que prolonga la recesión hasta el 3,8% de decrecimiento en los últimos doce meses.
Con ese panorama, la lucha por la recuperación económica es el objetivo prioritario del nuevo Gobierno, como así lo ha hecho saber desde que subió al poder en interinidad. De momento apenas ha conseguido un par de guiños por parte de los mercados, que ven la nueva etapa con mayor empatía, pero los índices continúan jugando en su contra.
El equilibrio de Temer
Como él mismo ha repetido desde que entró al Palacio de Planalto, el pasado mayo, Temer presume de presidir un Ejecutivo “de salvación nacional”, sin principios definidos. Es por ello que trabaja diariamente para mantener una base aliada estable, que permita sacar adelante propuestas como el techo de gastos públicos o la polémica reforma de las pensiones, que persigue reducir el déficit pero es muy impopular.
Si consigue sacar adelante reformas como ésas, estiman los analistas, habrá cumplido su papel. “Su mayor objetivo es reanimar la economía y que el paro disminuya. Si lo consigue habrá hecho un gran gobierno”, cree Baía.
Pero su misión terminará ahí, pues no será candidato a las elecciones de 2018. “No es un líder popular, es un diputado por encima de todo, un hombre del Congreso, pero no tendría éxito en una elección mayoritaria”, dice Baía. Pero eso no le impide crear el clima propicio para sus aliados, tanto de su partido, el PMDB, como el PSDB, de cara a la próxima carrera presidencial.
Lula, clave para el PT
Después de casi 14 años, el Partido de los Trabajadores vuelve a la oposición. Para parlamentarios del propio partido, lo primero es “reaprender” a estar del otro lado. Y eso, según los especialistas, no será fácil. Ni siquiera lo será mantener unidas las filas en cuestiones tangibles como las propuestas legislativas en curso. Es en este punto que las miradas se vuelven hacia Lula da Silva. Él es la piedra angular para el futuro del partido.
“Solo él puede aglutinar las fuerzas”, opina Baía. “Lula es el catalizador de la unidad de la izquierda clásica brasileña”, concluye. Pero el papel del expresidente está sujeto a sus complicaciones judiciales. Si la trama del Lava Jato, especialmente, toca de nuevo a su puerta, su hipotética participación como candidato en las elecciones de 2018 habrá quedado anulada. De suceder lo contrario, el PT puede no sólo mantenerse vivo, sino también ser protagonista aun después del impeachment a Rousseff. Y es, precisamente, la narrativa del golpe la que lo mantiene unido y coleando. Con la tutela de Lula, claro.
¿Y Dilma?
Con la sorpresa de la doble votación, se le dio la opción a Dilma Rousseff de rehacer su futuro público –si no político- al no ser inhabilitada para el ejercicio de cargos públicos. No se espera que dé continuidad a su carrera política, pero según sus colaboradores la ya expresidenta merecía una salida digna a pesar de su destitución. De momento Rousseff sólo ha avanzado que irá en próximos días a Porto Alegre y se ha deslizado que pasará una temporada en Europa. Al seguir habilitada, ahora podrá ejercer cargos en universidades y otras instituciones públicas e incluso hacer campaña.
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