Lejos de los grandes fastos de la primera firma, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el líder de las FARC, Timoleón Jiménez 'Timochenko', han rubricado el nuevo acuerdo de paz en una sencilla ceremonia en Bogotá cuando el país se halla dividido por los términos de la reincorporación de los guerrilleros a la vida civil.
No ha habido líderes internacionales esta vez en el Teatro Colón de la capital, que ha sido el escenario de este nuevo intento de poner fin a un conflicto de más de cinco décadas y que ha dejado más de 200.000 muertos. Los asistentes han recibido el pacto al grito de "¡sí se pudo!".
El nuevo acuerdo es el resultado de las reformas realizadas al acuerdo original -labrado tras años de negociación-, que fue derrotado en las urnas el pasado 2 de octubre. Tras la derrota, el Gobierno de Santos se comprometió a ofrecer un pacto más inclusivo y escuchar las demandas de los partidarios del 'no' en el plebiscito, encabezados por su antecesor Álvaro Uribe.
Opositores y Ejecutivo se han reunido en las últimas semanas para buscar un consenso. Hace dos semanas, la guerrilla y el Gobierno presentaron un nuevo acuerdo que, aseguran, incorpora muchas de las recetas ofrecidas por los detractores del original. Uribe y los suyos concluyeron el lunes, sin embargo, que el nuevo acuerdo es ligeramente mejor que el anterior pero arrastra sus problemas fundamentales.
Ahora, en contra de las demandas del 'no', el Congreso será el encargado de refrendar el pacto en vez de pasar otra vez por las urnas. Santos ha defendido que otra campaña como la del plebiscito de octubre fracturaría aún más a una sociedad polarizada y ha optado por la vía ría rápida del Parlamento, donde tiene mayoría.