Después de más de una década de servicio en el Ejército colombiano y a un mes de su 31 cumpleaños, Jaime Perdomo Valencia, esposo y padre de tres hijos, perdió la vida por una bala en su departamento natal de Caquetá (sur).
La versión ofrecida por el Ejército es la que sigue: un francotirador de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) disparó a Perdomo a la altura del pecho en la pequeña población de El Pará en torno a las 17 horas del 6 de mayo cuando su unidad desempeñaba “labores contra los fenómenos de criminalidad como el narcotráfico y la extorsión”. Los enfermeros militares corrieron a atenderlo, pero la herida pudo con él.
Por aquel entonces el plazo para traer la paz a Colombia inicialmente marcado por el presidente Juan Manuel Santos había caducado y el Gobierno realizaba un esfuerzo contrarreloj para lograr el acuerdo con las FARC, que terminaría llegando al final del verano. Asimismo, la guerrilla se había comprometido desde hacía casi un año a un alto el fuego unilateral, pero cuando Perdomo murió sus tiradores llevaban días hostigando a las tropas de la Sexta División en Caquetá.
“Él fue asesinado por las FARC a traición y eso que estaban en cese en ese tiempo”, asegura Noreicy Velasco, viuda del soldado, que durante su entrevista con EL ESPAÑOL lucha por contener las lágrimas. “Para ellos este año es un año de logros, de premios, de orgullo... Pero para nosotros va a ser el año y los que vienen más tristes que vamos a tener”, dice en referencia al Premio Nobel de la Paz concedido al mandatario colombiano por intentar cerrar cinco décadas de conflicto.
Velasco cuenta que, cuando su marido murió, el Ejército hizo un homenaje en Bogotá pero que la simpatía por parte de las autoridades acabó ahí. Los familiares de Perdomo lamentan que el presidente colombiano no dedicara palabras para él en sus alocuciones públicas y sienten que, como víctimas de origen humilde, el Gobierno los ha dejado desangelados. “Para nadie es importante, sólo para nosotros”, afirma la esposa. “Cuando [los soldados] están muertos, pasan al olvido y, cuando están vivos, tampoco los valoran”.
El Colectivo de Víctimas del Terrorismo (Covite) sí decidió otorgar un reconocimiento póstumo al militar “en representación de las víctimas del terrorismo en Colombia”, que los suyos recogieron en Madrid el sábado. La agrupación patria lo califica como la última víctima de las FARC. Sin embargo, el bogotano Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), que mantiene una base de datos sobre el conflicto en Colombia, aseguró a este diario que se trata del penúltimo muerto a manos de la guerrilla.
Cuando [los soldados] están muertos, pasan al olvido y, cuando están vivos, tampoco los valoran
“Mi marido era un [buen soldado], él tenía muchas cualidades, él sabía muchas cosas… Sólo esperaba una oportunidad”, recuerda Velasco. El padre del militar, Jaime Antonio Perdomo, lo describe como “muy especial”. “Muy buen hijo, muy buen padre”, afirma. “Un padre amoroso, dedicado a sus hijos”, completa su nuera, que destaca que Perdomo ya no los verá crecer.
Velasco asegura que, tras la muerte de su marido, lo único que le queda es un cuadro, una medalla y una pensión de 680.000 pesos (200 euros) con la que sacar adelante a tres pequeños. De hecho, la familia considera que el pacto forjado en La Habana -incluso tras las últimas modificaciones- beneficia más a los guerrilleros que a las víctimas del conflicto.
Los acuerdos garantizan a los guerrilleros una renta básica mensual de 620.000 pesos (186 euros) durante dos años sumada a un abono único de dos millones de pesos (600 euros), así como la posibilidad de solicitar una ayuda de ocho millones de pesos (2.400 euros) para “emprender un proyecto productivo individual o colectivo” además de planes y programas sociales. Por otro lado, el texto ofrece amnistía a buena parte de los miembros de las FARC y la posibilidad de obtener penas reducidas de privación de libertad si confiesan crímenes graves.
“Si es una paz justa y verdadera, pues bienvenida sea, porque los colombianos estamos cansados de la guerra”, afirma Perdomo padre, que se dedica a la construcción y asegura que el verdugo de su hijo sigue en libertad pese a que las autoridades ofrecieron una recompensa por ayudar a su captura. “[Pero] yo le pediría al Presidente Santos que sea más equitativo (…) Me gustaría que pusiera la mano en el corazón y pensara primero en las víctimas”.
El pasado 2 de octubre, después de años de negociación entre Gobierno y FARC, los colombianos rechazaron sorpresivamente el primer acuerdo de paz labrado en Cuba por un estrecho margen, en una votación marcada por la alta abstención. El Gobierno se comprometió entonces a incorporar demandas de los partidarios del 'no', liderados por los expresidentes Álvaro Uribe y Andrés Pastrana, en un nuevo acuerdo, que fue anunciado hace una semana.
Entre otros cambios, el nuevo texto incluye un compromiso de la guerrilla a contribuir con beneficios de su actividad delictiva a reparar a las víctimas. La oposición, por su parte, ha pedido que el segundo acuerdo, de 310 páginas, no se dé aún por definitivo y se posibilite su revisión.
Si es una paz justa y verdadera, pues bienvenida sea, porque los colombianos estamos cansados de la guerra
Ni Perdomo padre ni su nuera participaron en el plebiscito, como la mayoría de sus compatriotas. El primero prefirió mantenerse al margen y ser “apolítico”, pero la segunda confiesa que hubiera votado 'no'. Y aunque tienen fe en que la paz llegue por fin a Colombia, temen que el nuevo pacto resulte en meros cambios estéticos que no garanticen justicia a los que han sufrido la violencia en sus carnes.
Caquetá, la región de los Perdomo, ha sido históricamente una de las más golpeadas por las FARC y, según el sitio web VerdadAbierta.com, “el corazón” de la guerrilla, íntimamente ligado a su origen. Aun mostrándose críticos con los acuerdos, los familiares del militar fallecido reconocen al proceso de paz el haber reducido la violencia en la zona, que, aun así, acabó trucando el destino de Perdomo, una de las últimas cifras de un total de más de 200.000 víctimas mortales en el conflicto más longevo de Latinoamérica.
“Nuestro hijo ya no lo podemos reponer con nada. No más reversa tiene una bala que sale de la recámara”, dice Perdomo padre, o 'Jimmy', su nombre artístico como músico popular colombiano, quien ha compuesto una canción a su hijo tras su partida. “Nosotros estamos [sufriendo] una guerra interna, una guerra macabra, que sinceramente no se justifica, uno no sabe muy bien la causa, una guerra no que beneficia al pueblo, sólo le hace daño”, afirma. “Pero yo sí diría que si ellos están pensando verdaderamente en una paz verdadera, bienvenida sea”.
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