Ante el Consejo Nacional Electoral la antigua organización guerrillera FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), dio ayer un paso importante en su futuro en la vida política de Colombia, al registrar su nuevo movimiento.
Desde el lunes, más de 1200 delegados se reunieron en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada en Bogotá, para determinar aspectos como el nuevo nombre de la organización y quiénes oficiarían de líderes ante las próximas elecciones para Congreso y para la presidencia de Colombia.
El debate enfrentó dos posturas contrarias entre los miembros de la exguerrilla: una que buscaba que la guerrilla dieran un paso para proyectar una imagen de renovación y otra que buscaba rescatar elementos de la historia e identidad de la organización.
Los representantes del nuevo movimiento decidieron dar la pelea por conservar su nombre original. La sigla de las FARC seguirá siendo la misma y su nombre variará a Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común. Varios analistas concuerdan en que esta decisión hará que el tránsito del comando a la vida política cuente aún con más detractores de los que ya tiene el proceso de paz.
Según Angélica Rattberg, directora de la Maestría de Construcción de Paz de la Universidad de Los Andes, esta decisión es un desafío para quienes están viendo críticamente su participación en política. “Va a ser muy difícil de aceptar para varios sectores del país, que se hable de FARC ya no como guerrilla sino como partido político”.
Así mismo, la organización decidió renovar, tras cinco días de deliberaciones, la rosa roja socialista y usarla como identidad de su nueva organización. Los nueve pétalos que rodean una estrella roja y que reposan sobre la sigla FARC, son de ahora en más los rasgos con los que se identificará este nuevo partido políticos.
"Una nueva vida"
“Al terminar este congreso, hemos iniciado una nueva vida. Ahora nos tenemos que dedicar a la construcción política de la implementación de los acuerdos y a profundizar la democracia con nuestra participación efectiva en todas las corporaciones y espacios de elección popular”, señaló una de las líderes de la organización, Victoria Sandino.
Además del nombre, los líderes de las nuevas FARC tendrán el reto de limpiar sus culpas para ser elegidos en el Congreso. Quienes encabezarán las listas a Senado y Cámara de Representantes serán los anteriores jefes guerrilleros Iván Márquez y Pablo Catatumbo. Se rumora también que su máximo líder, Jorge Londoño, alias Timochenko, sería candidato a la presidencia de la República.
“Es increíble que las FARC crean que pueden sacar réditos políticos de un nombre que ha estado asociado por décadas a cientos de miles de víctimas del conflicto”, criticó el analista Jairo Libreros, quien señaló que es el ala más guerrerista del nuevo movimiento la que parece tener un mayor número seguidores dentro del nuevo partido.
Por ahora, tendrán como primera tarea intentar convencer a un electorado que aún no ve con buenos ojos, ni la negociación del acuerdo de paz ni los aspectos resultantes de este. Así lo reconfirman cada mes las diversas encuestas que dan cuenta de la mala imagen que conservan las FARC.
En la última de ellas, de la firma Gallup, se refleja que la organización tienen una imagen negativa del 84%. Sin embargo, también es cierto que los partidos políticos tradicionales en Colombia tampoco cuentan con una buena percepción: solo un 13% de los colombianos tiene una imagen positiva de éstos.