Al final, no hubo giro de guión y todo salió según lo previsto: Bolsonaro es el nuevo presidente de Brasil. Fernando Haddad se había acercado al líder ultraderechista en los últimos días pero no logró el milagro. Bolsonaro se ha hecho con la victoria, con un 55% de los votos, y el 1 de enero subirá la rampa del Palacio del Planalto para tomar posesión como presidente de Brasil.
Después, le tocará gobernar. Y eso, según todos los analistas, es una incógnita. No sólo por su falta de experiencia sino porque a lo largo de toda la campaña, las pocas veces que Bolsonaro habló de su programa, el resultado fue una ristra de contradicciones imposible de entender. “Bolsonaro jamás ha ocupado un cargo importante, nunca ha tenido que llegar a acuerdos con otros partidos y tendrá que demostrar que tiene capacidad para hacer todo esto. No basta con sentarse en la silla, luego hay que merecerla”, dice Paulo Sotero, director del Instituto de Estudios Brasileños del Wilson Center, en Washington.
"Tiene muchas dificultades en comunicarse, sus ideas no son claras, envía señales contradictorias todo el rato, sobre todo en la economía”, añade el politólogo de la Universidad de São Paulo, Humberto Dantas. Esta es otra de las contradicciones de los resultados electorales de este domingo. La derecha brasileña, que se mofaba de Lula por no tener estudios universitarios, no saber hablar idiomas y ser brusco en las formas, es la misma que ahora acoge a Bolsonaro, un exmilitar sin carrera universitaria, desbocado y con manifiestas dificultades para expresarse en su propio idioma. “Es un tipo que uno nunca sabe lo que está pensando. A veces no se sabe incluso si piensa", sintetiza Dantas.
En primer lugar, habrá que ver si Bolsonaro tendrá la capacidad para llegar a acuerdos políticos que permitan sacar adelante sus propuestas políticas. El Congreso de los Diputados brasileño es un complicado puzzle de 30 partidos con un total de 513 diputados, de los cuales 52 son afines al ultraderechista. Además, pese a la derrota, el PT sigue siendo la agrupación con más representación: 56 diputados. Lo lógico será que Bolsonaro intente conquistar los apoyos de las bancadas conservadoras conocidas como BBB, en referencia a los evangélicos (Bíblia), los defensores de la industria agropecuaria (Buey) y los defensores de las armas (Bala).
"La duda es saber si Bolsonaro tiene capacidad cognitiva y equilibrio psicológico para entender el contexto en el que está inserido y dar los pasos necesarios para conseguir llegar a acuerdos. Gestionar todo esto no será una tarea fácil", dice Dantas.
Economía ¿liberal?
Tras la primera vuelta, los mercados reaccionaron de manera positiva a su victoria pero el camino que Bolsonaro quiere para la economía no está claro. El futuro ministro de la economía, ya se sabe, es Paulo Guedes, de tradición liberal y favorable a la privatización de muchos servicios y empresas públicas. Pero Bolsonaro, además de haber votado favorablemente varias medidas nacionalistas del PT, en su época de diputado, ya ha dicho que no está de acuerdo con la privatización de Petrobras y otras empresas públicas. “No se puede privatizar para cualquier capital del mundo, China está comprando Brasil, ¿dejaremos nuestra energía en manos de los chinos?”, dijo.
“Habrá que ver cómo Bolsonaro soluciona esos puntos de conflicto con su ministro. La presión a nivel económico será enorme por parte de los brasileños. Lo que le van a exigir es que la economía crezca y que haya creación de empleo y para eso tiene que tomar medidas que, en gran medida, no van a ser populares”, explica Sotero.
Entre ellas está la reforma de la Seguridad Social que aumentaría la edad de jubilación de los 60 a los 61 años. Además, en lo que se refiere a la jubilación, el candidato quiere cambiar el actual sistema solidario de reparto por el de la capitalización individual. Habría que ver que pasaría también con los programas de apoyo a familias desfavorecidas, como el 'Bolsa Familia', creado por el PT y ampliamente criticado por Bolsonaro, aunque sin concretar qué haría en su Gobierno. Otro de los temas clave es la paga extra, criticada en su día por el ahora presidente, para luego decir que “está prevista en la Constitución y que criticarla es una ofensa a quien trabaja”.
Democracia y libertades individuales
Uno de los puntos más conflictivos del Gobierno de Bolsonaro es el que se refiere a las libertades individuales, el respeto por la minorías e incluso el futuro de la democracia. “Dice que el cumplimiento de la Constitución es sagrado y la sociedad se movilizará para cobrarle eso”, considera Sotero.
En su discurso tras la victoria, emitido en un Facebook live, Bolsonaro ha prometido defender la democracia y la libertad: "Ustedes serán mis testigos de que este gobierno será un defensor de la Constitución, de la democracia y la libertad. Es una promesa no de un partido, no es la palabra de un hombre, es un juramento ante Dios”.
Pero si uno se centra en su discurso durante la campaña, hay motivos más que razonables para dudar de su intención. “Prefiero un hijo muerto a un hijo gay”, “los afrodescendientes no hacen nada, ni como reproductores sirven”, o “la dictadura debería haber fusilado a 30.000 corruptos”, son algunos ejemplos.
“Bolsonaro tiene un discurso muy ácido que atrae a parte importante del electorado pero entre lo que dice y lo que va a hacer, quiero creer que hay una distancia. Todo esto es incómodo, hay gente muy asustada y será un test de estrés a nuestras instituciones democráticas pero quiero creer que en la práctica no irá más allá”, dice Dantas.
La estructura democrática de Brasil tiene la fuerza suficiente para hacerle frente y no permitir ese tipo de abusos.
Paulo Sotero defiende que el voto de los brasileños no es un cheque en blanco a Bolsonaro y que él lo sabe: “Esta sensación de que a la gente no le importa la democracia es fruto del momento, de la frustración de la sociedad. Un estudio de Datafolha indicaba que dos tercios de la población siguen eligiendo a la democracia como el mejor sistema y Bolsonaro no querrá enfrentarse a eso, la población no le apoyaría. La democracia es como el oxígeno, uno siente su falta en seguida”.
Preguntado por la posibilidad de que Bolsonaro intente cambiar las instituciones brasileñas para conseguir más poder, como pasó en otros países sudamericanos, Sotero se muestra confiado en que “la estructura democrática de Brasil tiene la fuerza suficiente para hacerle frente y no permitir ese tipo de abusos”.
Pero no todos los analistas son tan optimistas. Después de su victoria en la primera vuelta se desató una ola de violencia contra los opositores del candidato, centrada principalmente en las minorías: negros, homosexuales y transexuales. A la hora de condenarlo, Bolsonaro fue tibio y dijo que no podía hacer nada para controlarlo. Andrea Freitas, coordinadora del Núcleo de Estudios de las Instituciones Políticas y Elecciones del Centro Brasileño de Análisis, teme que el grado de identificación de la población con el pensamiento radical de Bolsonaro sea mayor de lo que se piensa. “Este discurso de odio fue tan público, tan descarado a lo largo de la campaña que me parece imposible que alguien le vote sin sentirse identificado con ello”.
Freitas reconoce sentir “un cierto pánico” ante el gobierno de Bolsonaro. “Después de las elecciones siempre hay gente a favor y en contra del Gobierno pero no son enemigos. Pero ahora mismo, la sociedad está tan enfrentada, Bolsonaro ha alimentado tanto este discurso de odio contra las minorías, que tememos un aumento de la violencia contra todo el que es diferente”, analiza.
La militarización del Gobierno
Otra de las cuestiones fundamentales será la composición del Gobierno. Bolsonaro avisó de que “llenaría el Gobierno de militares en los ministerios” pero no concretó cuántos ni en qué puestos. Por ahora se sabe que su vicepresidente será el exgeneral Hamilton Mourão.
La ONU no sirve para nada, es una reunión de comunistas que no tiene en cuenta los intereses de Sudamérica
Otro de los mandos militares podría estar al frente del Ministerio de Educación: “Podría ser, ¿qué más da que sea militar o civil?”, contestó Bolsonaro en su momento. Además, quiere rescatar las escuelas militares en todos los Estados del país (al menos una por Estado) e incluir en el curriculum asignaturas como educación moral y cívica y organización social y política brasileña, dos asignaturas creadas durante la dictadura militar y cuyo objetivo era reforzar el culto a la patria enseñando los himnos y los símbolos de la nación.
Entre sus propuestas estaba también el refuerzo de las Fuerzas Armadas y proteger a los policías que maten a criminales estando de servicio, además de querer reducir la edad de ingreso en la cárcel a los 16 años.
Política internacional
Cómo reaccionará la comunidad internacional a la victoria de Bolsonaro es una incógnita. Bolsonaro ha anunciado su voluntad de sacar a Brasil del Acuerdo de París por el cambio climático y de transferir la embajada brasileña de Israel para Jerusalén. Este verano, Bolsonaro adelantaba también la intención de sacar a Brasil de la ONU “una institución que no sirve para nada, una reunión de comunistas que no tiene en cuenta los intereses de Sudamérica”.
“Más allá de las declaraciones inflamadas, Bolsonaro tiene que tener en cuenta que determinadas decisiones provocarían una enorme presión europea y mundial con posibles sanciones al país, que Brasil no podría asumir”, prevé Sotero. “Bolsonaro está obligado a conseguir un equilibrio para el que no sé si está preparado”.
A partir del 1 de enero, el Ejecutivo del nuevo presidente dará la respuesta.