Evo Morales aspira a un cuarto mandato, hecho sin precedentes en Latinoamérica, y los sondeos están de su parte. El último publicado y publicable antes de que los bolivianos pasen por las urnas le da un 40% de los votos, con una cómoda ventaja sobre su principal oponente, Carlos Mesa, que lograría un 22% de los apoyos. Evo - como es más conocido- se impondría en siete de las nueve regiones del país y no exigiría de una segunda vuelta para mantener el poder, que se aseguraría hasta 2025.
Llegó en 2006 como un completo desconocido y despertó gran interés. Era el primer presidente indio. En su toma de posesión, recordó que lo son el 62% de sus compatriotas y que sin embargo habían sido "humillados y condenados a la exclusión". "Jamás nos reconocieron como seres humanos, siendo dueños absolutos de esta noble tierra", afirmó. Juró el cargo con el puño izquierdo en alto y la mano derecha en el corazón y sin corbata, que reemplazó por una bufanda con motivos andinos.
Evo apunta a liderar Bolivia dos décadas incluso tras caer derrotado en el referéndum de 2016 con el que pretendía precisamente legitimar un cuarto mandato. Un año después, el Tribunal Constitucional le concedió lo que sus gobernados le negaron, alegando que estaba en su derecho de ser candidato cuantas veces desee. No es la primera vez en el continente americano que un líder modifica la ley para perpetuarse. Asegura Evo que el próximo periodo -si lo consigue-, será el último.
Sin debates, con protestas
Una particularidad que ya es hábito en las campañas bolivianas es la ausencia de debates televisados. El último tuvo lugar hace 17 años. En 2002, Evo era opositor y unos días después perdió las elecciones. Preguntado por esto, Morales responde: "Decidimos no asistir nunca más a esos circos armados. Nos dedicamos a debatir con la población. (...) No tenemos que debatir nada con los destructores del país de ayer".
Sabedor de su probable victoria, desconvoca entrevistas comprometidas y se rodea de medios próximos, convocando a periodistas a acompañarlo en sus viajes alrededor del país para "conocer sus inquietudes".
Morales esquiva polémicas como la manifestación en La Paz por su gestión de los incendios en la Amazonía -negándose a aceptar en un principio ayuda internacional- o los disturbios en Potosí, donde le acusan de entregar las explotaciones de litio a multinacionales extranjeras.
Sus detractores señalan las contradicciones de un Evo que se explaya ante organismos internacionales sobre la "madre tierra" o los pueblos indígenas, pero que en la práctica aprueba decretos que autorizan quemas controladas, propiciando grandes incendios incluso en espacios naturales, o que intenta construir carreteras en medio de parques nacionales y territorios indígenas.
En este contexto arranca la recta final de la campaña, que concluye el próximo jueves, momento a partir del que debe reinar el silencio a la espera de que se abran las urnas.