Petro, el ex guerrillero que busca liderar el país más conservador de Latinoamérica
Vencedor de la primera vuelta, el candidato de izquierdas podría ser el próximo presidente de Colombia a pesar de su pasado como guerrillero.
31 mayo, 2022 03:20Noticias relacionadas
En su perfil de Twitter, Gustavo Petro se define como influencer antes que como candidato a la presidencia de Colombia. Lo hace a conciencia: acumula cuatro millones de seguidores en esta plataforma y más de 800.000 en Tik Tok. Incluso Ibai Llanos, uno de los streamers de mayor repercusión internacional, le deseó suerte en su canal de Twitch. Ahora, el éxito que su campaña ha tenido en las redes sociales se ha trasladado también a las urnas. Más de ocho millones de papeletas -que equivale al 40% de los votos- llevaban su nombre en las elecciones del pasado domingo.
Los resultados aúpan a Petro, de 62 años, como el próximo presidente y el primero de izquierdas de uno de los países más conservadores de América Latina. Pero para ello antes tendrá que enfrentarse a una segunda vuelta electoral el 19 de junio, vencer a su principal oponente, el empresario populista Rodolfo Hernández, y lidiar con los fantasmas de su pasado como guerrillero que todavía le persiguen.
Sin ir más lejos, este lunes, en plena resaca electoral, un juez de la Audiencia Nacional española admitía a trámite una denuncia contra Petro por haber pertenecido al grupo armado M-19, al que se le atribuye crímenes de guerra y de lesa humanidad.
En concreto, la denuncia señala al candidato colombiano por, presuntamente, haber secuestrado en 1981 al periodista de origen español Fernando González Pacheco, según recoge la agencia Efe. Si bien fuentes judiciales sostienen que la Fiscalía ha recurrido la investigación, lo cierto es que el pasado revolucionario de Petro es frecuentemente utilizado por sus críticos para atacarle.
De la guerrilla a la política
La historia de Gustavo Petro como miembro de la guerrilla se remonta a la década de los 70, cuando con 18 años comenzó a militar en el Movimiento del 19 de Abril. Un grupo armado de corte socialista conocido popularmente como M-19 o Eme, fundado tras el supuesto fraude electoral que situó como vencedor al conservador Misael Pastrana y apartó al ex dictador Gustavo Rojas Pinilla.
"Desde un punto de vista racional, su tesis [la del M-19] era muy lógica y popular: había que reivindicar la patria, el alma popular", explica Petro en Una vida, muchas vidas, un libro autobiográfico donde habla de su pertenencia a una guerrilla que está detrás de algunos de los episodios más violentos de la historia reciente de Colombia.
Entre ellos se encuentra la toma del Palacio de Justicia de Bogotá en 1985. Un asalto que duró dos días y que se saldó con más de un centenar de muertos, numerosos desaparecidos y un edificio arrasado por las llamas. Petro no participó en él: había sido encarcelado por tenencia ilícita de armas. Estuvo en prisión 18 meses, a pesar de que defiende no haber sido nunca un hombre de acción. "No me gustan las armas ni los uniformes, y en la guerrilla me aburría la jerarquía militar", confesó al New York Times.
No obstante, su juventud no estuvo marcada únicamente por la lucha armada. También trató de reivindicar sus ideas a través de la política, un mundo que le comenzó a interesar cuando en 1967 vio a su padre llorar ante una fotografía del cuerpo sin vida del revolucionario argentino Che Guevara, según explicó en una entrevista para Reuters.
Esa vocación política le llevó a ejercer cargos públicos mientras estudiaba economía en la Universidad Externado de Colombia, donde fue becado. Estudiante destacado, Petro fue concejal de su barrio, Zipaquirá, a las afueras de Bogotá. En 1990, gracias a un complicado proceso de paz, la M-19 depuso las armas y dio lugar a un nuevo partido político: Alianza Democrática M-19. Esa formación sería clave en la redacción de la Constitución del país un año después y a Petro, le serviría de trampolín. Con ella fue representante de la Cámara y senador en dos ocasiones antes de lanzar su candidatura a la Presidencia.
Las de 2022 no son las primeras elecciones a las que Petro se presenta. Lleva ya tres intentos. El primero, en 2010, quedó cuarto y en 2018 logró pasar a la segunda vuelta. Sin embargo, fue derrotado por el uribista Iván Duque, el presidente ahora saliente y sobre el que recae la sospecha de haber comprado votos para la campaña presidencial junto con la ayuda del narcotraficante colombiano José Guillermo Hernández, conocido como El Ñeñe.
Contra la corrupción... y las élites
Precisamente la lucha contra la corrupción ha sido uno de los puntos clave del discurso político de Petro. Durante su época como senador denunció el escándalo de la parapolítica, que desvelaba los vínculos entre congresistas colombianos y paramilitares, que le brindó a Petro de una gran popularidad. Poco después fue elegido alcalde de Bogotá con unas propuestas similares a las de ahora.
La agenda del líder de la coalición Pacto Histórico es profundamente de izquierdas -"de izquierdas progresistas", como define Petro- y el país, tradicional y de derechas. Un contraste que le ha llevado a buscar apoyo en el exterior, como en el Gobierno socialista de Pedro Sánchez, con quien se reunió a inicios de año en su gira internacional.
"Estrechamos lazos para llevar a cabo políticas progresistas en Latinoamérica que garanticen el desarrollo de sociedades justas", publicaba entonces el PSOE en su cuenta oficial de Twitter.
Si somos gobierno nuestra reforma tributaria le subirá impuestos solo a 4.000 personas.
— Gustavo Petro (@petrogustavo) July 11, 2021
Más que dirigir el país, Petro ambiciona transformarlo. Una ambición que le ha brindado fama de arrogante y engreído. Hay quien incluso llega a tildarlo de comunista y populista por su posición acerca de Venezuela, país con el que ha confesado estar dispuesto a retomar las relaciones diplomáticas. Tampoco se escapa de la crítica su propuesta de derogar la reforma fiscal de 2019 y subir los impuestos solo a las 4.000 personas (sean naturales o físicas) más ricas de Colombia.
Elevar la pensión pública, crear un salario mínimo vital para los más desfavorecidos y crear un sistema estatal de salud son otros de los ejes que vertebran la agenda del candidato ganador de la primera vuelta electoral. Entre sus propuestas también se encuentra legalizar el cannabis para, así, acabar con un prohibicionismo que considera que ha fracasado en la lucha contra las drogas.
Sin embargo, si hay alguna propuesta que ha generado especial malestar entre los sectores más conservadores de la sociedad es el referente a la reforma agraria. Un plan que pretende hacer que el país transite de una economía extractivista (basada en el petróleo y el carbón) hacia una productiva, donde la tierra esté más distribuida y explotada por los agricultores.