La recién electa presidenta de México, Claudia Sheinbaum.

La recién electa presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Reuters

América

Sheinbaum preserva el bastión de la izquierda en Latinoamérica frente al avance de Milei, Bukele...

La seguridad continúa siendo la demanda número uno en toda la región y líderes de distintos sectores políticos disputan capitalizar dicho discurso.

4 junio, 2024 02:38

El domingo pasado México vivió una elección histórica. Cerca de 100 millones de ciudadanos acudieron a las urnas para elegir a su próximo presidente, así como para renovar más de 20.000 otros cargos, incluyendo 500 diputados, 128 senadores y nueve gobiernos estatales. Quien salió airosa de la contienda electoral fue Claudia Sheinbaum, militante izquierdista de la formación Morena, aliada del actual mandatario López Obrador y futura máxima autoridad del gigante sudamericano. Con su triunfo sobre la opositora Xóchitl Gálvez, se convirtió en la primera mujer en asumir el cargo. 

Sheinbaum lo dijo en muchas ocasiones. Si vencía en los comicios haría un gobierno de continuidad. AMLO fue uno de los hombres más importantes en su ingreso a la política y le ha servido de aliada durante gran parte de su carrera en el servicio público. Con eso, México se convierte en una potencia de izquierda por el próximo sexenio. Si la intención es seguir profundizando la 'Cuarta Transformación', es muy posible que el mandato de la física sea visto de referencia por sus vecinos de la región. 

Más de 30 puntos consiguió como diferencia de su más cercana perseguidora. La hegemonía de la formación Morena es evidente. Que haya ganado la izquierda, sin embargo, no significa que la población mexicana demande grandes transformaciones sociales. Lo que demanda su gente, antes que todo, es la garantía de poder salir de casa con la confianza de que no te van a asesinar. La campaña que hace sólo días vio su fin, fue una de las más violentas de las que se tiene registro con un saldo de más de 30 candidatos asesinados por motivaciones políticas. 

Debajo de México la seguridad también es la máxima prioridad. Si en una parte de Europa y en Oriente Próximo es la guerra la mayor amenaza, en Latinoamérica lo es el narcotráfico y el crimen organizado. Es por esa realidad, dicen muchos analistas, que Nayib Bukele haya sido reelegido con enorme apoyo popular como presidente de El Salvador. Su éxito en la eliminación de las pandillas lo posicionó como un héroe indiscutido que puede incluso evadir la Constitución con tal de mantener el poder. 

En Venezuela, donde el chavismo suma 25 años gobernando, habrá elecciones a fines de julio. Cuán democráticas serán, no lo sabemos. Pero en vistas al modo en que se configure la geopolítica del continente, serán cruciales. Maduro, actual mandatario, fue uno de los primeros en salir a saludar a Sheinbaum tras conocerse los resultados. Está convencido de que será una aliada imprescindible para sus intereses. No obstante, líderes como Gustavo Petro en Colombia y Lula da Silva en Brasil, que antes eran cercanos al dictador venezolano, cada vez lo son menos. 

La resistencia derechista 

Históricamente la derecha ha sabido conectar de modo más eficaz con el discurso de la seguridad y el orden público. En algunos países de la región eso se mantiene. Ecuador es un ejemplo de ello. A inicios de enero un grupo de encapuchados entraron por la fuerza a un canal de televisión en la ciudad de Guayaquil y apuntaron con sus armas a periodistas y otros funcionarios del recinto. Poco después, Daniel Noboa, presidente del país, le declaró la guerra a los delincuentes y desde allí no ha hecho más que empoderar su discurso de "mano dura" y del fortalecimiento de las cárceles. 

El accionar de Noboa, cabe decir, no se ha traducido solamente en la seguridad interna, sino también en hechos que involucran directamente a otras naciones soberanas. Un asalto a la embajada de México en Quito con el propósito de detener al exvicepresidente, Jorge Glass, puso en punto muerto las relaciones diplomáticas y dio inicio a una crisis sin precedente en el continente. El jefe de Estado de 35 años defendió su decisión al ser Glass, en su mirada, un corrupto que merece estar preso y no asilado.

Del lado de la Cordillera de Los Andes, Argentina tiene a su propio 'Dios'. Javier Milei, que hace poco insultó a la mujer del presidente Pedro Sánchez en un acto de VOX en Madrid, ha asumido una posición de liderazgo ideológico en la región. También lo ha hecho hacia afuera, cuando se encuentra con magnates estadounidenses como Elon Musk. De un estilo mesiánico y agresivo, considera que todo socialismo es una "enfermadad" que debe ser erradicada de las sociedades. Esa es su lucha y no piensa flaquear.

El fenómeno Bukele 

Un día antes de la victoria de Sheinbaum, en El Salvador, Nayib Bukele, se reeligió en el poder ante la presencia de miles de seguidores y de líderes importantes. Entre los presentes estuvieron los antes mencionados, Noboa y Milei. Ambos mantienen buena relación con Bukele y apoyan activamente su estrategia en seguridad. También se le vio presente al Rey Felipe VI, quien por primera vez visitó a la nación de Centroamérica.

En su discurso, Bukele atacó en muchas ocasiones a las pandillas que amenazan a las familias y debilitan a las instituciones. Sabía, que cada vez que las mencionase, la gente iba a enardecer de alegría a la luz de las notables cifras que ha conseguido su administración. Si bien algunos sospechan sobre la veracidad de aquellos datos, todo supone que el mandatario ha logrado reducir en un 97% los homicidios, a través del Plan de Control Territorial y el largo estado de excepción. Desde marzo de 2022 que cientos de militares se despliegan en las calles. Cerca de 80.000 personas han sido detenidas en ese lapso de tiempo. Las cárceles, en tanto, crecen y crecen.

Su polémica reelección como presidente, resuelta a través de una reforma constitucional que él mismo impulsó, se vio acompañada de una también polémica ceremonia. Antes de su discurso el Ejército desfiló ante él, los cañones estallaron y los militares se desplegaron frente del Palacio Nacional. Allí estaba Bukele acompañado de su familia en un día que sabía histórico. Para muchos actores, la decisión de exhibir a las Fuerzas Armadas era un hecho más en la deriva autoritaria del presidente. 

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, junto a su esposa y sus dos hijas en la ceremonia de asunción al poder.

El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, junto a su esposa y sus dos hijas en la ceremonia de asunción al poder. Europa Press

La movida del líder de El Salvador sólo tiene como precedente algo ocurrido a inicios de los años 30, en el siglo anterior, cuando el dictador Maximiliano Hernández Martínez buscó y consiguió reelegirse, quedándose finalmente 13 años en el poder absoluto. Por más que ciertas voces cuestionen lo resuelto por Bukele, las presiones en su contra no parecen afectarle. Todo indica que la popularidad que tiene lo protege de toda bala. 

Las elecciones en Venezuela 

Son muchos los escépticos y pocos los que se han dejado llevar por la esperanza del momento. En Venezuela no existe democracia hace más de dos décadas y la oposición se ilusiona que con las elecciones de finales de julio aquello pueda cambiar. Lo que ocurra aquel 28 de julio, misma fecha en que se conmemora el natalicio de Hugo Chávez, puede marcar el futuro de la geopolítica regional. Si se mantiene Maduro será esencial ver si su continuidad fue manipulada o se ajustó a derecho. Si vence la oposición de la mano de González Urrutia, muchas cosas cambian.

Aliados - o anteriores aliados - a Maduro, como Petro y Lula, han decidido mantenerse encima de los comicios y criticado sin dobleces cuando el régimen ha tomado medidas poco democráticas, como fue la destitución a la opositora María Corina Machado. Es eso, además del bloqueo estadounidense, lo que hace difícil que esta vez el gobierno venezolano se salga con la suya y consiga ocultar una derrota electoral. 

Los intentos por limitar la sana competencia, sin embargo, continúan avanzando. Por una parte, el voto en el extranjero es una odisea al tratarse de pocos consulados y de muchísimas restricciones. Por otra, está la violencia contra miembros de la campaña disidente. A eso se le añade la última gran decisión del régimen de revocar la invitación a la Unión Europea (UE) como observador internacional el día de la elección.