Edmundo González y Pedro Sánchez, reunidos ayer en la Moncloa.

Edmundo González y Pedro Sánchez, reunidos ayer en la Moncloa. Fernando Calvo EFE

América VENEZUELA

"Hay tiempo": Moncloa y Bruselas quieren evitar con Edmundo el error cometido con Guaidó

La indefinición europea se sostiene sobre los pobres resultados que trajo el reconocimiento de Guaidó como presidente interino en 2019.

13 septiembre, 2024 02:01

En su primera semana en España, Edmundo González Urrutia ha recibido un importante espaldarazo del Congreso de los Diputados, que votó a favor de su reconocimiento como presidente electo de Venezuela. La mayoría parlamentaria reunida por el PP honró la contundente victoria del opositor a Nicolás Maduro en las urnas. Y Pedro Sánchez, aunque el PSOE se decidió por la abstención, organizó una reunión ayer con él en la Moncloa.

La ambivalencia del Gobierno, que tampoco ha aceptado el triunfo autoproclamado de Maduro, ha llevado a muchos analistas a hacerse preguntas, y la respuesta que más se repite para que no haya un apoyo más explícito es la experiencia del fracaso de Juan Guaidó, pues su reconocimiento como presidente interino de Venezuela no dio los frutos esperados.

Conviene mirar atrás en el tiempo. 22 de febrero, año 2019. Cúcuta, frontera entre Venezuela y Colombia. Guaidó viaja a tierra extranjera para asistir a un concierto de música en defensa de la democracia, pese a tener prohibido salir de su territorio. Lo acompañan Sebastián Piñera, mandatario de Chile, e Iván Duque, jefe de Estado colombiano. La expectativa es inmensa. Más de uno se ilusiona con el inicio de una transición pacífica.

Guaidó se asoma en medio de la multitud. Con una actitud alegre y a la vez desafiante hacia sus adversarios, se posiciona en el centro del lugar. Un recital, organizado por el multimillonario británico Richard Branson, está cerca de comenzar. El objetivo: recaudar fondos para atender la escasez de alimentos y medicinas que afecta a Venezuela. El ambiente es de esperanza.

Juan Guaidó, presidente 'interino' de Venezuela en 2019, junto con los expresidentes de Chile, Colombia y Paraguay.

Juan Guaidó, presidente 'interino' de Venezuela en 2019, junto con los expresidentes de Chile, Colombia y Paraguay.

Transcurridos más de cinco años desde entonces, no son los sentimientos positivos los que dominan la atmósfera. El régimen se mantiene aferrado en el poder y Guaidó, que en su momento se perfilaba como el sucesor natural a Maduro, vive en Miami desde abril de 2023. ¿Qué falló aquel día en Cúcuta? ¿Se equivocaron quienes se precipitaron a aceptar su legitimidad como presidente interino? Por el momento, tanto España como el resto de la Unión Europea miden los pasos y los plazos.

Errores y aciertos

España fue uno de los primeros países en reconocer a Guaidó. También lo hicieron Estados Unidos, Alemania, Francia, Reino Unido, Dinamarca, Austria y Suecia. Gran parte de Latinoamérica se sumó. Pero, sólo dos años después, la UE comenzó a llamarlo "líder de la oposición". Por esos días, el dirigente fue objeto de una represión sin precedente, teniendo que huir primero a Colombia y luego a Florida.

Su reconocimiento, para algunos expertos, provocó más violencia de Estado en el país y un mayor aislamiento de Venezuela. Para otros es el único camino correcto para acabar con la tiranía en el país. Así lo considera Roberto Ampuero, exministro de Relaciones Exteriores y exembajador de Chile en España. A su criterio, demora tiempo acabar con las dictaduras, y no haberlo conseguido en 2019 en Cúcuta no significa que no se deba aplicar la misma estrategia. 

"Quienes se oponen a reconocer su triunfo cometen dos errores garrafales: dejan el camino libre al victimario Maduro y castigan a la víctima", afirma a EL ESPAÑOL. "Lo dejan en el exilio como un exiliado más, sin la valiosa carta que implica reconocerlo como ganador de la elección. ¿O acaso alguien cree de buena forma que hubo empate?". 

Mientras tanto, en Bruselas están explorando distintas salidas a la crisis, sin mucha luz por el momento. Josep Borrell, jefe de la diplomacia europea, dijo que "hay tiempo", al ser recién en enero cuando se oficialice la nueva administración. También remarcó su confianza en el papel negociador de México, Brasil y Colombia. 

Para Ampuero, quien además de diplomático es novelista, no son los países extranjeros los que deben definir el horizonte. Por el contrario, dice, todos deberían seguir la ruta establecida por la oposición de Venezuela: "Menos arrogancia proconsular y más modestia solidaria es lo que los demócratas necesitan".

El apoyo español

Más allá de las reticencias del Gobierno, el Congreso escogió de qué lado desea estar. Germán Ríos, presidente del Observatorio de Política y Economía Latinoamericanas del IE University, en conversación con EL ESPAÑOL, aplaude la acción de los diputados. "Una de las pocas medidas que tiene la oposición venezolana es la presión internacional hacia el régimen de Maduro y la posibilidad de negociar". Ampuero, en tanto, califica la iniciativa como "un gesto de coraje cívico y un reconocimiento a la dignidad de Edmundo". 

El texto constata que el reconocimiento es la respuesta a la negativa de las autoridades, en particular del Centro Nacional Electoral, a hacer públicas las mesas, así como a la publicación de parte de la oposición de más del 80% de las actas electorales. También se amparan en las conclusiones del Centro Carter y las Naciones Unidas, ambos observadores durante los comicios del pasado 28J. 

La mayoría parlamentaria perfiló como objetivo llevar a Edmundo a la presidencia el próximo 10 de enero, día en que se debería dar la alternancia en el poder. Para eso, además de reconocerlo, pide a la UE que exija el fin de los ataques a manifestantes y la restitución y agravamiento de las sanciones en contra de funcionarios del régimen. 

Si bien el 'fantasma' de Juan Guaidó marcó su presencia también en la sede parlamentaria, defensores de la medida sostienen que un caso no es equiparable al otro. Edmundo, a diferencia del exlíder opositor, habría vencido en una elección con el apoyo de más de siete millones de compatriotas. Eso le daría soberanía popular.

Así lo observa Ríos: "Sin haber sido un error, hay que reconocer que su mandato (el de Guaidó) fue muy débil. Él mismo se proclamó presidente con una estructura legal que era cuestionable". Ahora, a pocos meses de una nueva toma de posesión en Venezuela, los países deberán definir su postura.