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El año del regreso de Trump al poder da comienzo con "actos terroristas" en Nueva Orleans y Las Vegas que dejan 16 muertos

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El próximo 20 de enero, Donald Trump jurará la constitución estadounidense frente al mismo Capitolio que sus ultras trataron de asaltar hace cuatro años para convertirse en el 47º presidente de Estados Unidos. Lo hará como el más radical de todos ellos y, sin duda, como el líder más divisivo de la historia del país. La mejor prueba son sus reiteradas y provocativas declaraciones sobre cuestiones clave desde que derrotase a Joe Biden en las urnas el pasado 5 de noviembre.

Lo extremo de la ideología de Trump se verá, sin embargo, confrontado por amenazas que ni el presidente de Estados Unidos puede controlar. Exactamente, lo que ha sucedido el primer día del año de su regreso al poder, como si de una macabra bienvenida se tratara, con sendos ataques que el FBI ya investiga como "actos terroristas" y que se ha cobrado la vida de al menos 16 personas y ha dejado 32 heridos entre Nueva Orleans y Las Vegas. Las autoridades descartaron ya en la tarde del jueves que haya conexión entre ambos sucesos.

Nueva Orleans

Mientras Donald Trump celebraba una fiesta de Año Nuevo en su residencia de Mar-a-Lago y bailaba el famoso YMCA de los Village People con Elon Musk o Ted Cruz entre otros invitados, el desconocido Shamsud Din Jabbar arrollaba a las 03.15 hora local con su furgoneta pick-up a una multitud en la popular Bourbon Street, en el corazón más turístico del Barrio Francés de Nueva Orleans (Luisiana) dejando al menos 15 muertos y 25 heridos.

En su camioneta encontraron explosivos, una pistola Glock robada y un rifle del calibre 308. Además, las fuerzas de seguridad hallaron explosivos a lo largo de toda la calle en lugares como papeleras o alcantarillas, lo que habla de una clara intencionalidad de infligir el mayor daño posible durante las celebraciones de año nuevo.

Shamsud Din Jabbar, de 42 años, nació y se crio en Houston (Texas). Se sabe que trabajaba en una inmobiliaria y que fue reservista del ejército de Estados Unidos, datos que generan incomprensión ante el hecho de que la camioneta con la que arrolló a la multitud portaba en un mástil la bandera de Estado Islámico, quien por cierto aún no ha reivindicado la autoría del ataque. En este sentido, el presidente estadounidense ha destacado que Jabbar se sintió "inspirado" por Estado Islámico y que "había expresado su deseo de matar". 

Las Vegas

Horas después, a las 08.40 de la mañana, hora local, frente a la puerta principal del Hotel Trump de Las Vegas (Nevada) estacionaba un Cybertruck, la última joya de la factoría Tesla, empresa de Elon Musk, precisamente uno de los asesores más cercanos del presidente Trump.

Casi inmediatamente después, el maletero del vehículo comenzó a echar humo y a los pocos segundos se produjo una fuerte explosión que acabó con la vida del conductor y dejó siete heridos leves.

Las imágenes de la explosión hacen sospechar a los equipos de investigación que el maletero del vehículo estaría lleno de material pirotécnico. Sobre todo en vista de las pequeñas explosiones que se produjeron a continuación y que hacen pensar en pequeños cohetes.

En cualquier caso, la relación Tesla-Musk-Trump y los hechos sucedidos pocos antes en Nueva Orleans han llevado a la oficina del FBI de Las Vegas a tratar el hecho como un potencial "acto terrorista" y la policía local ha tomado las medidas oportunas para asegurar el área de una de las ciudades más turísticas del mundo y descartas posibles amenazas laterales.

Inmigración

Poco después del atentado de Bourbon Street, Trump se apresuró a dar el pésame a las familias de los afectados en Truth Social, su propia red social, aunque no sin dejar antes una de sus altisonantes declaraciones: "Cuando digo que los criminales que vienen de fuera son mucho peores que los criminales que tenemos en nuestro país esa declaración es constantemente refutada por los demócratas y los medios fake, pero resulta ser verdad".

Desde que comenzase su carrera electoral por volver a la Casa Blanca, Trump ha convertido la inmigración en un casus belli fundamental de su campaña. Aunque los datos oficiales hablan de 11 millones de indocumentados en el país, el nuevo presidente ha elevado esa cifra sin pruebas hasta los 25 millones y en virtud de ello ha prometido de forma constante "deportaciones masivas".

Para conseguir su objetivo, Trump ha prometido que en los primeros días de su mandato, sino el primero, cambiará la ley que impide a las fuerzas del orden realizar redadas en colegios, iglesias o empresas, para poder 'cazar' más rápidamente a los indocumentados. Además, los nombramientos de Thomas Homan y Stephen Miller dentro de su gabinete hablan igualmente de un endurecimiento de la política migratoria y del control de fronteras.

De hecho, todas estas medidas ya han provocado reacciones en alguno de los países de origen de esos migrantes, mayoritariamente centro y sudamericanos. El último de ellos ha sido Xiomara Castro.

La presidenta de Honduras ha hablado este mismo 1 de enero y ha amenazado a Trump abiertamente. "Frente a una actitud hostil de expulsión masiva de nuestros hermanos, tendríamos que considerar un cambio en nuestras políticas de cooperación con Estados Unidos, especialmente en el campo militar, en el que sin pagar un centavo por décadas mantienen bases militares en nuestro territorio, que en este caso perderían toda la razón de existir en Honduras", señaló en su mensaje de año nuevo en la radiotelevisión pública de su país.

Canadá, Panamá, Groenlandia...

Las salidas de tono de Trump no terminan, sin embargo, en la inmigración. Desde ese 5 de noviembre en que Joe Biden saliese derrotado, el nuevo presidente ha amenazado a varios países con medidas extremas y eso por no hablar de sus propuestas de política arancelaria frente a la Unión Europea o a China que amenazan el comercio mundial en varias direcciones.

Si bien Estados Unidos construyó el Canal de Panamá en 1914 y lo administró hasta 1999, el tratado Torrijos-Carter de 1977 le daba la titularidad del mismo al país centroamericano, algo que Trump quiere ahora cambiar. Argumenta que si las tarifas que Panamá cobra a Estados Unidos se mantienen en lo que él considera precios elevados, Estados Unidos recuperará el control del Canal. Algo a lo que el actual presidente panameño, José Raúl Mulino, se ha opuesto frontalmente y ha dicho que es algo "innegociable".

También por su flanco sur, Trump ha amenazado veladamente a Claudia Sheinbaum, ya que su propuesta de declarar organizaciones terroristas a los cárteles del narcotráfico daría una excusa al ala más dura del GOP -Great Old Party, como son conocidos los republicanos- para proponer la intervención militar directa estadounidense contra, por ejemplo, los laboratorios de fentanilo o las intervenciones militares activas contra el narco en suelo mexicano.

Y no sólo eso. Trump también ha conseguido enemistarse en dirección norte. Son varias las ocasiones en que se ha burlado de Justin Trudeau, primer ministro canadiense, al llamarle "gobernador" y calificar a su país vecino como el "estado número 51" bromeando -o quizás hablando en serio- de la posibilidad de anexionarlo. Más allá, incluso ha ido con Groenlandia, de la que ha hablado como si de un trozo de carne se tratara y de la posibilidad de comprarlo con la excusa de la seguridad nacional.