Son las siete de la tarde del miércoles y el bar Legión Americana, en la colonia Condesa de la Ciudad de México, está semivacío. Las pantallas de sus tres salas emiten la previa al debate final, el último antes de las elecciones del 8 de noviembre en EEUU. Falta una hora para el último duelo televisado de la demócrata Hillary Clinton versus el republicano Donald Trump. Poco a poco, según llegan las ocho, las mesas se van llenando. La afluencia es mixta en género pero claramente joven.
Entre las 60 personas que han acudido, los mayores de 50 destacan por su ausencia. La cámara enfoca los dos atriles del escenario en el centro Thomas and Mack de Las Vegas, Nevada, y los candidatos saltan a escena. Encontrar en el local a alguien que apoye al magnate inmobiliario del tupe resulta imposible.
"Mira, a mí no me gusta Hillary, yo soy de Seattle, que votamos un 75% por el otro candidato demócrata, Bernie Sanders, pero es que como ser humano odio a Trump y la verdad es que ya estoy un poco cansado de que los taxistas, al ver que soy americano, me pregunten por quién voy", dice Grunt Badger, uno de los dueños de la cantina que lleva cinco años en México, "vivo aquí, es evidente y obvio a quién prefiero". Reconoce que estar en México le ayuda a desconectar de la campaña. Le basta con apagar sus redes sociales.
¿Crees que Trump puede ganar? "Antes lo veía posible, ahora ya no", contesta. "No subestimes a Trump", le responde John Kirch, un antiguo periodista que vive su jubilación en el país al que el candidato republicano más ha insultado. "Nunca se sabe", aporta en un perfecto inglés Cynthia Remolinos, una mexicana, "en los medios y las redes sociales no ves el mundo real, solo tu pequeña burbuja de amigos".
El bar, donde ya se han visto los anteriores cara a cara entre los candidatos a dirigir EEUU durante los próximos cuatro años, debe su nombre a que fue fundado en los 50 por veteranos del Ejército de EEUU que se mudaron a México. El American Style se puede ver en su plato estrella, la legión burger, una monstruosidad para las arterias con doble de carne y queso, aros de cebolla caseros, jamón, tocino y queso azul. También con las matrículas de Nueva York o Illinois y pósters de la Armada estadounidense que cuelgan por las paredes.
Sentada y desgustando un sándwich con patatas fritas está Jackie Mena, un chica de 26 años, con cuatro meses en México. También de Seattle y de origen nicaragüense, reconoce que empezó a interesarse por la campaña de las presidenciales al ver que salía Trump como candidato.
"Cuando vi lo que decía, su racismo, me asusté, hasta lloré un poco, y desde entonces sigo lo que está pasando", confiesa, "no me gusta Hillary, pero hay que escoger el diablo que va a hacer menos daño". No estará el día de las elecciones en casa, pero su madre le prestará su voto y tiene claro a quién irá su papeleta. ¿Crees que Trump puede ganar? "Creo que no tiene ninguna posibilidad".
Durante la hora larga que dura el debate, los asistentes miran atentos a la pantalla. Se ríen con algunas ocurrencias de Trump. Una chica de Nueva York, Lisa Giordano, chasquea los dedos para aplaudir al estilo beatnik cuando Clinton dice algo que le gusta.
"Él no está cualificado para ser presidente, solo se mueve por los intereses empresariales y aunque lleva en su programa asuntos de educación y sociales, quiere bajar muchísimo los impuestos, ¿cómo se supone que va a pagar eso? Como gane nos puede llevar a otra recesión". Tampoco piensa que Trump vaya a ser su próximo presidente.
La concurrencia abuchea los comentarios del republicano sobre política migratoria. Se escucha de fondo un grito de "¡Nazi!". Aplauden la respuesta de Clinton cuando habla de los insultos a México. Un chaval, moreno, de pelo negro ensortijado y gafas de pasta, comienza a levantar la voz por encima de lo razonable. Badger le pide que baje la voz.
"¿Quieres oír lo que dice ese pendejo? ¿Estás de acuerdo con él?", le espeta el gritón. "Desde luego que no, pero somos bastante gente aquí y hay que respetarnos", contesta el dueño. "¿Sabes qué? Pago la cuenta y me voy, escucha lo que dice tu ídolo", dice levantándose. El público mira extrañado la situación.
¿Es posible encontrar aquí hoy a alguien que vaya por Trump? "Algunos de los veteranos que vienen más temprano sí que van con él, pero lo dicen como con la boca pequeña", explica Badger, "Yo les conozco y me siento mal por ellos, es que tampoco le quieren, la gente que le apoya jamás vendría a México, son xenófobos".
Grant Cogswell, un tipo de gafas que lleva una librería especializada en inglés de toda la ciudad, Under The Volcano Books, apunta que lo que le da más miedo es que "las fuerzas que ha levantado Trump durante su campaña", los sentimientos racistas y homófobos, "no se van a calmar cuando acabe la campaña". Aunque tampoco sea santa de su devoción, para él Clinton es la candidata mejor preparada que ha habido jamás a la presidencia de EEUU por el conocimiento que lleva acumulado en "sus miles de años en Washington".
Según se va acercando el final del debate, los asistentes se animan más a comentar las jugadas. Hay más risas cuando Trump dice que respeta a todas las mujeres y expresiones de sorpresa cuando califica a Clinton como "desagradable". Suenan carcajadas la vez que ella, al afearle a su rival que si pierde va a hablar de pucherazo, le recuerda que hasta acusó de lo mismo a los Emmys, unos premios televisivos, por no darle ningún galardón al programa The Apprentice, en el que el magnate asesoraba y juzgaba a otros empresarios.
Después de que los candidatos suelten su minuto de oro, los estadounidenses comienzan a levantarse. Salen a la entrada del Legión Americana a fumar algún que otro cigarrillo y hablar del debate.
Todos los preguntados opinaron que había ganado Clinton. Nadie creía que Trump pudiera hacerse con la presidencia el próximo 8 de noviembre. Clinton le lleva a Trump 7 puntos de ventaja, según una media de los sondeos realizada por Real Clear Politics.
Los demócratas ven un problema en este exceso de confianza. El año del brexit y del "No" al acuerdo de paz en Colombia aún podría dar una sorpresa. "No subestimes a Trump", fue la advertencia del periodista jubilado.
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