Meterse con Donald Trump es demasiado fácil. El candidato republicano a la presidencia de los EEUU ha llegado a un nivel en el que casi todos los actores o presentadores de EEUU le atacan. No hay día sin que alguien insulte a Trump. A él no le importa, le resbala. Lo que digan esos 'rojos' de Hollywood no le preocupa. Su votante está en otro espectro y las declaraciones de George Clooney o Ethan Hawke son irrelevantes. Pero de vez en cuando alguien consigue molestarle, enfadarle de verdad, sacarle de sus casillas y hacerle soltar alguna frase explosiva o un tuit incendiario.
Los últimos en lograr ese pequeño hito con tintes revolucionarios han sido Alec Baldwin y Kate McKinnon en el Saturday Night Live que presentó el actor. Ambos recrearon el debate electoral de los candidatos en un gag memorable que ha dado la vuelta al mundo. Baldwin estaba en su salsa, poniendo morritos, con su tupé platino y diciendo todas las barbaridades que los guionistas del programa escribieron. Comentarios racistas, homófobos y machistas no faltaron. Todo esto no hubiera sido lo mismo sin la vena cómica de McKinnon, la cómica que se ha adueñado del mítico SNL gracias a sus personajes y sus imitaciones de Hillary Clinton o Ángela Merkel.
La entrada de McKinnon parodiando a Clinton y saludando a Trump es comedia de la buena, de la que nunca pasa de moda. La actriz consiguió algo difícil, dejar a Trump mordiendo el polvo sin encumbrar a la candidata demócrata, de hecho su personaje, y el propio programa, siempre ha sido bastante crítico con Hillary. La muestran como el mal menor en las próximas elecciones. El tándem McKinnon/Baldwin hizo estallar a Trump que dijo que la imitación del actor “apestaba” y que el Saturday Night Live debería dejar de emitirse por malo. Más gasolina para los propios guionistas.
McKinnon se ha convertido en el azote de la política de EEUU y de Trump en concreto. La actriz, forjada en la stand up comedy y en diversos programas cómicos, tiene todo para provocar al republicano: es feminista, de izquierdas y homosexual. Además no tiene miedo a decirlo en un país como EEUU, en el que la condición sexual de las estrellas se guarda dentro de un armario. Pero McKinnon no es como los demás, y todos sus papeles acaban convertidos en robaescenas reivindicativos. Ahí estaba con el personaje más macarra del reboot de Cazafantasmas. Ella no se casa con nadie, y hasta cuando Hillary Clinton apareció en el programa tuvo una pullita para soltar diciendo que su apoyo al matrimonio homosexual debería haberse producido antes.
SNL se venga de Trump
La respuesta de Trump tiene algo de despecho. Saturday Night Live consiguió que acudiera el año pasado como presentador a uno de sus programas. Lo hizo suavizando el tono de sus bromas. Sólo Larry David apareció por allí para llamarle racista. De hecho el propio Trump se jactaba de su polémica con Rosie O'Donnell y la confundía con otra de las actrices del show, cuyo único rasgo en común era su peso y su pelo moreno. Trump cosificando a la mujer y riéndose de ello. Eran otros tiempos, aquellos en los que el republicano creía que podía ganar y no le importaba decir que “podría pegar un tiro a alguien y no perdería ningún voto”.
Al final parece que tantas salidas de tono le han costado caro. McKinnon y compañía se han encargado de recordar a la gente todas las burradas que salían por su boca, y él les ha acusado de alterar el resultado de las próximas elecciones
Escuela de actrices
Kate McKinnon ha sido la encargada de abanderar la lucha antitrump del Saturday Night Live, pero es un mérito de todo el programa, pero sobre todo de las actrices que antes que ella han despuntado como cómicas y como ejemplos para la mujer. Una de las primeras fue Tina Fey, cuya imitación de Sarah Palin fue de las más míticas del show. Otro azote para los políticos más radicales, que veían cómo actrices fuertes e inteligentes les ridiculizaban constantemente.
Del SNL también salió Amy Poehler, que ya antes que McKinnon se puso en la piel de Hillary Clinton, aunque sin tanta repercusión. Tanto Fey como Poehler, íntimas amigas, vuelven siempre que pueden para repartir estopa. Son sus antecesoras. De hecho, Kate McKinnon llegó hace sólo cuatro años aunque al ver su soltura en los gags en directo parezca que leva toda la vida. Visto lo visto habrá que disfrutar de ella antes de que sea la estrella de alguna serie. De momento la campaña electoral tiene una vencedora, y es ella.