El proceso electoral que culminará el próximo martes en EEUU está marcado sin duda por el género, tanto por el de Hillary Clinton, la primera candidata de un gran partido con posibilidades reales de convertirse en presidenta, como por el del electorado femenino, un colectivo que se disputan ambos partidos y que puede finalmente inclinar la balanza a un lado u otro. A la demócrata se le resisten las mujeres blancas y sin estudios, una amplísima bolsa de votos, así como las republicanas, que no acaban de abandonar a Donald Trump a pesar de los comportamientos machistas que ha exhibido a lo largo de esta campaña.
Los controvertidos episodios que el empresario ha protagonizado durante la carrera por la Casa Blanca -ataques a una periodista de la Fox, insultos a una ex Miss Universo, referencias a la edad y el aspecto de sus rivales y comentarios soeces y sexistas a lo largo de estos meses- han ayudado a apuntalar la ventaja que las encuestas dan a la ex secretaria de Estado entre las mujeres en general. No obstante, algunos expertos advierten de que Clinton no está arrastrando a todas las votantes que podría arrebatar del lado conservador.
Una encuesta de la pasada semana de la agencia Reuters e Ipsos daba a la aspirante demócrata diez puntos de ventaja en este segmento, una distancia amplia, aunque en septiembre la CNN le otorgaba en otro sondeo 15 puntos de diferencia, con un 53% de apoyo frente al 38% del republicano.
Esta caída puede tener varias explicaciones, más allá de la reciente reapertura del caso de los correos electrónicos por parte del FBI. Hace unos días Kim Campbell, la ex primera ministra de Canadá, primera mujer en ocupar este cargo en la historia del país vecino, afirmaba en una entrevista en Canadian TV que “gran parte de las críticas recibidas por Hillary Clinton se basan puramente en el sexismo”.
A su juicio, la gente se siente “incómoda” cuando ve a una política tratando de alcanzar el poder. “No están acostumbrados, así que tratan de encontrar otros argumentos para justificar su rechazo. Ni siquiera se admite que ella [Clinton] ha llevado a cabo una campaña increíble. Ha sido notablemente eficaz luchando contra ese candidato [Trump] que ninguno de los hombres en el Partido Republicano podría controlar”.
Campbell, que fue primera ministra durante seis meses en 1993 después de la dimisión de Brian Mulroney, no es la única que piensa que hay mujeres que no se sienten atraídas por el mensaje de la demócrata.
Kari J. Winter, directora del Instituto de Género de la Universidad de Buffalo, explica a EL ESPAÑOL que hay mujeres “que se inclinan hacia Trump”, en concreto, “las que responden favorablemente a apelaciones emocionales basadas en los privilegios de la clase blanca predominante”.
“Hay un segmento de la clase obrera blanca y enfurecida a la que el republicano ha llegado, reuniendo su miedo, ira y odio a través de los viejos trucos de la supremacía blanca y el fascismo: culpar a los inmigrantes, las minorías religiosas y las personas de color de los problemas que en realidad han sido causados por las prácticas de la élite rica, de hecho, por personas exactamente como Trump”, añade.
Pese a esto, destaca que “los sondeos muestran que Clinton gana decisivamente el voto femenino, en parte porque es la primera mujer nominada por un partido importante, pero también por su currículum, que invita a pensar que ayudará a avanzar en los derechos de este colectivo”.
BLANCAS Y SIN ESTUDIOS
Precisamente esta semana, la encuesta de la ABC que ponía por delante al republicano apuntaba que las mujeres blancas universitarias respaldan a Clinton en un 59% frente al 32% de su rival, mientras que las no universitarias, un amplio grupo en la población de EEUU que puede representar el 24% de todos los votantes, se mantienen más cercanas a Trump, con un 61%, frente al 33% de su oponente.
A pesar de que el magnate consigue mantener de su lado a este segmento, Winter cree que “su historial de desdén y violencia contra la mujer hace imposible que atraiga a la mayoría de las votantes”, y menos “a las de clase trabajadora y parte de la rica, para las que el republicano representa la falta de solidaridad, por su negativa a pagar impuestos mientras millones de estadounidenses están desempleados y tienen hambre”. “Muy pocas mujeres admiran ese tipo de hombre”, remarca.
Otro datos que ayudan a entender por qué Clinton no acaba de robarle a su rival el electorado femenino lo aporta la encuesta de octubre del Pew Research Center, según la cual las votantes republicanas no perciben al empresario como machista. Un 82% de los partidarios de Trump considera que su candidato tiene “un buen respeto por las mujeres”, una cifra que cae al 34% cuando se refieren a “un gran respeto”.
“Clinton necesita continuar con su estrategia de intentar que las mujeres republicanas crucen la línea entre ambos partidos y la voten. Las demócratas ya están entusiasmadas. Las que apoyan a Trump son principalmente miembros descontentos de la clase obrera blanca. Él está intentando mantener a ese segmento animado y motivado, sobre todo en los estados más reñidos”, comenta a EL ESPAÑOL Katherine Jellison, doctora en Historia y Política especializada en Estudios sobre la Mujer en la Universidad de Ohio.
MODELO MELANIA, SU BAZA
Dentro de esta estrategia de Trump se enmarca la primera intervención pública en solitario de su esposa Melania desde su polémica intervención en la convención republicana, en la que plagió parte de un discurso de Michelle Obama. La exmodelo proclamó este jueves que luchará por los niños y las mujeres si llega a ser primera dama, entroncando con los valores familiares que defiende el electorado conservador.
No en vano, según una encuesta realizada este año por el Instituto de Investigación de Religión Pública, la mitad de los partidarios del millonario ven beneficioso para la sociedad que hombres y mujeres acepten los roles de género tradicionales. Es más, más de dos tercios cree que la sociedad se ha vuelto “demasiado blanda y femenina”.
Jake Neiheisel, profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Buffalo, cree que Clinton “está realizando un buen trabajo en la movilización de este público”. “Su propio eslogan #imwithher ('estoy con ella') hace que el género esté siempre presente”, dice a EL ESPAÑOL. En cuanto a Trump, considera que “perdió una gran oportunidad con este electorado al no disculparse por sus comentarios machistas, pero ha sido inteligente cambiando de tema y centrando la atención en los correos electrónicos”.
Desde luego, el empresario ha repetido incesantemente durante estos meses que nadie respeta más que él al sexo opuesto. Sin embargo, no se ha esmerado a la hora de enamorar a este electorado, más allá de los momentos puntuales en los que su campaña naufragaba, como cuando trascendió la grabación de 2005.
EL LOGRO DE ROMNEY
Por contra, en las pasadas elecciones, las mujeres blancas con estudios universitarios apoyaron al republicano Mitt Romney con seis puntos de ventaja. Ahora es Clinton quien lleva la delantera, un dato crucial que ha otorgado una mejor posición a la ex secretaria de Estado en estados clave como Colorado, Virginia o Pensilvania.
William Frey, demógrafo de la Brookings Institution, sostiene en USA Today que este grupo podría ser precisamente el "eje" de la victoria de Clinton la próxima semana y un importante activo para los demócratas, si el partido puede mantener su apoyo.
La ex primera dama lo está intentando. A diferencia de lo ocurrido hace ocho años, cuando rivalizó con Obama por la nominación demócrata, ahora ha abrazado con fuerza la bandera de la identidad de género. Estos días los canales estadounidenses están transmitiendo constantemente mensajes publicitarios de su partido con referencias a su condición de madre y abuela, enfatizando su interés por ayudar a niños, mujeres y familias. Pero sobre todo, estos anuncios muestran las declaraciones más polémicas y machistas de Trump contra este colectivo. Está por ver si esto es suficiente para conquistar a un público que, por lo que parece, es especialmente exigente con su mismo sexo.