Algunos republicanos llegaron a pedir a Donald Trump que se retirara de la contienda en favor de Mike Pence después de que saliera a la luz aquella grabación con comentarios machistas sobre las mujeres (“si eres una estrella, las mujeres te lo permiten todo”) a principios de octubre. El evangélico que fue elegido para complacer al ala republicana más dura, la del Tea Party, reprochó esos comentarios realizados en 2005 por Trump pero le mostró su apoyo. Aseguró estar “orgulloso” de ser su compañero de fórmula, como dicen en Estados Unidos. Este 8 de noviembre, tras la victoria de su jefe, ha repetido que será "un honor" servir junto a él y lo ha considerado "una bendición".
Si Trump es un verso suelto a quien no abandona la polémica por sus desmanes contra los mexicanos, musulmanes, las mujeres o incluso los propios militares estadounidenses, Pence tranquiliza a los más conservadores. Ha tenido que enmendar dos de sus propias leyes como gobernador de Indiana.
En un caso, su normativa sobre “libertad religiosa” recibió numerosas críticas, porque podía facilitar que se le negasen servicios a homosexuales bajo el pretexto de una objeción de conciencia religiosa. En otro caso que se dio este mismo verano, una jueza impidió que llevara a cabo adelante la prohibición de abortar un feto que tuviera una discapacidad. En el plano económico, presume de haber “logrado la mayor bajada de impuestos en la historia de Indiana” como gobernador.
Cristiano, casado, padre de tres hijos y al final de la cincuentena. Casualmente todos estos rasgos los comparte con el que era el candidato demócrata a la vicepresidencia, Tim Kaine. Y quizá la similar templanza que a Kaine le ha valido la etiqueta de “aburrido”, a Pence le ayuda a calmar la encendida retórica de Trump, que en su primer discurso tras conocer su victoria ha dado un mensaje marcadamente conciliador, muy diferente a sus exabruptos.
El trampolín de la radio y la televisión
Pence conoce el mundo del espectáculo, aunque no llegue a los niveles de su jefe, que lleva décadas apareciendo en televisión por su condición de magnate multimillonario y se hizo más famoso si cabe en los últimos años tras presentar el programa “The Apprentice” en el que jugaba a ser empresario y despedía sin piedad al que no le servía. El gobernador de Indiana fue presentador de un programa local de televisión en Indianápolis y otro de radio durante más de 6 años en los años 90 en su Estado, rememoran los medios estadounidenses.
Su carrera como hombre del espectáculo fue medida, relata el diario Boston Globe. Tras perder por segunda vez en unas elecciones al Congreso recibió la llamada de una emisora de radio para tener su propio programa. La mujer al otro lado de la línea le recordó que Ronald Reagan había empleado el trampolín de un programa radiofónico para darse a conocer. Fue el pistoletazo de salida al Mike Pence Show, un modesto magazín político en el queevitaría el conflicto hasta tal punto, que se hizo conocida su frase “tendremos que ponernos de acuerdo en no estar de acuerdo”.
Quizá se repita eso a sí mismo cuando Trump hace alguna declaración fuera de lugar o le pillan en un renuncio como sucedió con el vídeo, que provocó cierta desbandada republicana en el apoyo al candidato republicano en un intento de salvar su propio asiento en el Congreso, que también se vota este martes.
Su “voz calmada pero a la vez autoritaria fue lo que le hizo popular”, opinó su amigo Greg Garrison en conversación con el periódico de Boston. Popular… en Indiana, pues su programa únicamente se emitía a nivel regional en varias localidades, pero efectivamente surtió el efecto deseado.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Indiana, ejerció como abogado por pocos años, ya con las vistas puestas en el Congreso a donde consiguió llegar en el año 2000, tras haber iniciado su carrera radiofónica en 1994 (la televisiva, un año más tarde) y donde permaneció hasta convertirse en gobernador en 2012.
En 2011 la figura del Tea Party, Dick Armey, le animó a presentarse a las primarias republicanas para presidente de EEUU, pero lo desechó en favor del cargo de gobernador, según contaron entonces los medios estadounidenses. Su llegada a la vicepresidencia abre las puertas al movimiento ciudadano ultraconservador que en 2012 no consiguió encontrar su camino y que en esta campaña ha pasado desapercibido.
*(Perfil actualizado el 9 de noviembre tras la victoria de Donald Trump).
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