El papa Francisco repitió una vez más su mensaje de “derribar muros y construir puentes”, aunque esta vez el momento y el lugar tienen un especial significado. Lo hizo en la noche del martes en un mensaje de vídeo enviado a la conferencia de obispos estadounidenses que se celebra estos días en la ciudad de Baltimore, una semana más tarde de la elección de Donald Trump como presidente de ese país.
“Nuestro gran desafío es crear una cultura del encuentro, que aliente a cada persona y a cada grupo a compartir la riqueza de sus tradiciones y experiencias, a abatir muros y a construir puentes”, fueron exactamente las palabras escogidas por el pontífice argentino. “La Iglesia en Estados Unidos, como en otras partes del mundo, –prosiguió Francisco- , está llamada a salir de su comodidad y a convertirse en fermento de comunión. Comunión entre nosotros mismos, con nuestros hermanos cristianos y con todos los que buscan un futuro de esperanza”.
El Papa remarcó también, en un discurso que no estaba previsto en el programa del encuentro, “los dones que los católicos hispanos han ofrecido y siguen ofreciendo a la Iglesia” estadounidense. Y puso especial énfasis en el próximo encuentro pastoral que se celebrará en enero en las diócesis de Estados Unidos para subrayar la “aportación que la comunidad hispana ofrece a la vida de la nación”.
Convertida en leitmotiv, al igual que la “cultura del descarte” o la “globalización de la indiferencia”, no es la primera vez que Francisco utiliza la expresión de “construir puentes y derribar muros” para referirse a la inmigración. Lo hizo sin ir más lejos hace pocos días en una entrevista en el diario La Repubblica, mientras desalojaban el mes pasado en Francia el campo de refugiados de Calais o durante la XXXI Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Cracovia en julio de este año.
Sin embargo, la ocasión más sonada fue cuando a la vuelta de su viaje a México en febrero de este año le preguntaron al Papa por la idea de Donald Trump de construir un muro en la frontera con México. “Este hombre no es cristiano si es que dice esto así”, replicó Bergoglio, en un inusual tono ante un líder extranjero. Aunque matizó que le otorgaba el “beneficio de la duda”, porque “hay que ver si dijo así las cosas”.
Por eso, el mensaje enviado a los obispos estadounidenses cobra especial relevancia. Sobre todo si se tiene en cuenta que la candidata republicana, Hillary Clinton, había cerrado su campaña electoral con un mensaje prácticamente calcado. “Hay que reconstruir puentes en lugar de levantar muros”, dijo, arropada por su marido Bill Clinton y Barack Obama, en un gran acto en Filadelfia con 40.000 asistentes.
Francisco reitera su mensaje conciliador, en las antípodas del beligerante discurso de Trump, pero fiel a la diplomacia vaticana ha mostrado total cautela tras las elecciones estadounidenses. En la citada entrevista en La Repubblica de la semana pasada, el sumo pontífice de la Iglesia Católica afirmó que no juzga a las personas y que su único interés es “conocer qué sufrimientos puede causar a los pobres y excluidos su modo de proceder”, al ser preguntado por el presidente electo de aquel país.
Es la única referencia explícita –las citas están transcritas a través de las notas mentales del fundador del diario, Eugenio Scalfari, que nunca graba las entrevistas- del pontífice al nuevo inquilino de la Casa Blanca. Desde la Santa Sede, el secretario de Estado, Pietro Parolin, felicitó a Trump por los resultados y le deseó que el “Señor lo ilumine” con el fin de “trabajar todos juntos para cambiar la situación mundial, que es una situación de grave sufrimiento y conflicto”.
Según los estudios demoscópicos, el voto cristiano jugó un papel importante en la elección de Trump, sobre todo por su férrea visión en contra del aborto o de los matrimonios homosexuales. Una postura que expresó abiertamente el cardenal estadounidense Raymond Burke, figura prominente de una vertiente conservadora que no ha tenido reparos en cuestionar abiertamente decisiones de Francisco consideradas reformistas. Trump era “indudablemente” preferible a Clinton, porque su visión de la inmigración “no es comparable” a otros asuntos como el aborto, expresó Burke al semanario católico The Tablet.
La Iglesia norteamericana es muy heterogénea, pero en rasgos generales siempre ha seguido una senda conservadora. De modo que Francisco le recuerda a sus obispos cuál es la línea actual del Vaticano. Por encima de políticas o de resultados electorales.