Criticar a humoristas, esbozar la posible postura de su Gobierno frente al conflicto palestino-israelí o poner de los nervios a China. A Donald Trump le bastan 140 caracteres para todo eso y más, hasta el punto que los medios viven pendientes de cuál será el próximo tuit del presidente electo de Estados Unidos.
El pasado 15 de diciembre, fecha para la que Trump había planeado una rueda de prensa que terminó aplazando, la radio pública NPR calculó que en los más de 150 días que el republicano llevaba sin ofrecer una conferencia de este tipo había publicado más de 1.500 veces en Twitter. A día de hoy el futuro inquilino de la Casa Blanca todavía no ha comparecido ante los medios, con lo que supera a cualquier otro presidente electo -por lo menos- en los últimos 50 años.
La plataforma cuyo nombre comienza por “T” es el altavoz favorito del próximo comandante en jefe de EEUU -aunque curiosamente el CEO de Twitter no fue invitado a un reciente encuentro de Trump con los líderes de grandes tecnológicas del país. “No estoy diciendo que me encante, pero difunde el mensaje”, dijo sobre la red social a CBS en su primera entrevista como presidente electo. “Cuando me das un mal artículo o un artículo que no es verídico”, argumentó, “tengo una forma de contraatacar”.
Por ejemplo, el republicano, que suma ya más de 34.000 tuits, ha asegurado que el New York Times está naufragando económicamente como muestra de desacuerdo con sus informaciones e incluso ha denunciado fraude -sin pruebas- a favor de Hillary Clinton en las elecciones que lo coronaron para explicar que la demócrata haya cosechado más papeletas en el conjunto del país.
El mencionado rotativo neoyorquino ha recopilado todos los insultos que el magnate ha proferido en Twitter desde que se postulara a la Casa Blanca y asegura que cerca de 300 personas, lugares u organizaciones han sido objeto de ellos.
Durante la contienda electoral, el republicano hizo de términos como “Crooked Hillary” (Corrupta Hillary) o mensajes a las tantas de la madrugada su seña de identidad en Twitter. Su furia tuitera llevó a su equipo a retirarle puntualmente el acceso a la cuenta durante la campaña, según el Times. Los tuits más controvertidos de Trump parecen proceder de un teléfono Android -se ha dicho que el republicano tiene un Samsung- y los más moderados de un iPhone, que podría pertenecer a su equipo, sugieren varios análisis.
Pero más allá de mensajes incendiarios, Twitter y las redes sociales han contribuido a su victoria electoral. “Creo que me ayudó a ganar todas esas contiendas [estatales] donde se gastan mucho más dinero del que yo gasté”, aseguró el republicano en la entrevista con CBS. “Y creo que las redes sociales fueron más poderosas que el dinero que ellos se gastaron y pienso que tal vez, hasta cierto punto, yo lo demostré”.
Brad Parscale, director digital de la campaña de Trump, ha afirmado que Twitter y Facebook fueron las claves del éxito del republicano. “Twitter para el señor Trump y Facebook para recaudar dinero” para su campaña, dijo a Wired. El yerno de Trump, Jared Kushner, marido de su hija Ivanka, ayudó a orquestar sus esfuerzos digitales para convertir lo que parecía una mala apuesta en un caballo ganador.
El experto Laeeq Khan, director del Laboratorio de Análisis de Redes Sociales de la Universidad de Ohio, argumentaba en un artículo de opinión tras los comicios que Trump ganó a Clinton la batalla de las redes sociales en un momento en que los anuncios televisivos pierden fuelle. “Dominó Twitter al aprovecharse de su inmediatez (ahora mismo), transparencia (expresión sin adornar) y riesgo (frente a precaución)”, escribió el académico, que sin embargo no señalaba la maestría de las redes por parte del bando republicano como la causa determinante de su victoria.
¿POLÍTICA O VERBORREA?
Ya como presidente electo, Trump ha resumido en sus tuits lo que parece que serán pilares de su política cuando se siente en el Despacho Oval y tiene a medio mundo preguntándose cómo interpretar estos escuetos mensajes carentes de contexto o una explicación detallada.
“No se debería permitir que se queme la bandera estadounidense. ¡Si lo hacen debe haber consecuencias, tal vez pérdida de la nacionalidad o un año de cárcel!”, escribió a finales del mes pasado desafiando las decisiones del Tribunal Supremo de EEUU que protegen este gesto como forma de discurso y generando una gran polémica.
Después de hacer sonar las alarmas en Pekín por aceptar una llamada de la presidenta de Taiwán a principios de mes, Trump saltó a Twitter para criticar al Gobierno de Xi Jinping. “¿Nos preguntó China si nos parecía bien que devaluara su moneda (dificultando que nuestras empresas puedan competir), gravara fuertemente nuestros productos que entran al país (EEUU no lo hace) o construyera un complejo militar gigante en medio del mar del Sur de China? ¡Creo que no!”, aseveró en dos mensajes consecutivos.
La semana pasada tuiteó de repente que “los Estados Unidos deben en gran medida fortalecer y expandir su capacidad nuclear hasta que el mundo empiece a pensar de manera responsable sobre las cabezas nucleares”. Su siguiente tuit hablaba sobre el precio de aviones de combate y el posterior sobre las celebridades que quieren ir a su investidura.
Cuando Estados Unidos se abstuvo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para permitir que se aprobara una resolución que condena los asentamientos israelíes en suelo palestino, Trump tuiteó: “En lo que respecta a la ONU, las cosas serán distintas tras el 20 de enero”, fecha de su investidura.
Este miércoles, adelantándose a un discurso del secretario de Estado saliente, John Kerry, sobre Palestina e Israel, el presidente electo volvió a la carga. “No podemos seguir permitiendo que se trate a Israel con tanto desdén y esa falta de respeto. Solía tener a EEUU como un buen amigo pero ya no. ¡El principio del fin fue el horrible acuerdo con Irán y ahora esto (ONU)! Sé fuerte Israel, el 20 de enero se acerca con rapidez”, afirmó en la plataforma.
Y las pocas aclaraciones que Trump ha ofrecido a la sociedad estadounidense sobre cómo pretende separarse de sus negocios para evitar conflictos de intereses han llegado fundamentalmente en forma de tuit.
“No quiero precipitarme diciendo que lo que Trump tuitea se convertirá en medidas políticas, pero inquieta a mucha gente en la región”, decía este martes a EL ESPAÑOL Sheila Smith, experta en Japón del estadounidense Council on Foreign Relations (CFR), al discutir las posibles estrategias del futuro presidente norteamericano para Asia. “No tienen claro lo que es, no saben cómo tomárselo y es inusual que un presidente de Estados Unidos divulgue esa suerte de grandes afirmaciones políticas sin ningún tipo de contexto en el que interpretarlas”.
Un exasesor del Departamento de Estado en la Administración Obama aseguró el martes a este diario que es imposible saber cuál será la postura de Trump respecto a cualquier tema, ya que a menudo ha ofrecido soluciones opuestas. “Sus opiniones cambian dependiendo de su humor, la última persona con la que ha hablado…”, afirmaba. “Sinceramente él no tiene ni idea” de cuál es su política.
Se ha generado un verdadero debate en los medios sobre si se debe cubrir la cuenta de @realDonaldTrump con la vehemencia e interés con que se ha estado haciendo. El mismo día que el magnate publicó el polémico comentario sobre la bandera estadounidense, la directora de la revista política de izquierda The Nation, Katrina vanden Heuvel, llamó a sus colegas de profesión a echar el freno al frenesí. “Sería sensato que los medios detuvieran su hipercobertura de los tuits de Trump: distraen, distorsionan y degradan”, advirtió en la red social.
Está por ver si Trump mantendrá sus hábitos tuiteros cuando sea presidente. “Voy a ser muy comedido, eso si lo uso”, prometió al ganar las elecciones.
Se ha especulado con si Trump podrá tuitear desde su teléfono al asumir las responsabilidades de presidente, en primer lugar, por motivos de seguridad. Obama tenía una BlackBerry modificada y en julio reveló que se la habían cambiado por un smartphone. Sin embargo, el mandatario lo comparó con un teléfono de juguete. “Me lo dan y me dicen: 'señor presidente, por razones de seguridad, es un gran teléfono, última generación, pero no saca fotos, no puede enviar mensajes, no funciona, no puede reproducir música”, contó en el popular Tonight Show.
Sin embargo, el que será secretario de prensa de la nueva Casa Blanca, Sean Spicer, ha dicho en la radio que el uso del presidente Trump “de las redes sociales será algo que no se haya visto antes”. “Tiene este canal directo con el pueblo estadounidense”, afirmó, “y creo que eso le permite añadir un elemento de conversación que nunca ha ocurrido. Puede difundir sus pensamientos y oír lo que ellos piensan”.
Trump tiene 18 millones de seguidores en Twitter -aunque se sospecha que parte de ellos son falsos. Contando a los que siguen sus perfiles en Instagram y Facebook, suman unos 40 millones de personas. Con el cambio de Gobierno, el republicano también heredará la cuenta oficial de Twitter del presidente de EEUU, @POTUS, que tiene unos doce millones de suscriptores y fue iniciada por Obama.
Este miércoles, precisamente, Trump dedicó un tuit a su antecesor: “Estoy haciendo lo que puedo para no prestar atención a los muchos comentarios incendiarios y obstáculos del Presidente Obama. Pensaba que iba a ser una transición fluida: ¡NO!”.